Las
obras tardarán varios años en ejecutarse, se dice en la información
periodística que da cuenta de la supresión del distribuidor de
tráfico del sector Las Cabezas que forma parte de la carretera
insular TF-312, la que va desde la Punta de la carretera hasta Las
Arenas, en el Puerto de la Cruz. Se trata, en efecto, de una
actuación en la infraestructura viaria orientada a mejorar la
carretera, la accesibilidad y la circulación.
La
aparición de una grieta en uno de los laterales del distribuidor
(popularmente conocido como “Pulpo de Las Cabezas”) ha puesto en
guardia a los técnicos del Cabildo Insular que, sin advertir un
riesgo inminente, prefieren estar vigilantes y proyectar la solución
que, aunque sea a corto plazo, tiene su complejidad y requiere, por
lo visto, de algo más que apuntalamientos.
El
distribuidor resultó ser una extraordinaria alternativa a los
problemas del tráfico rodado que, en el primer mandato de la
democracia (1979-83), siendo alcalde Francisco Afonso Carrillo,
llegaron a la colapsar los accesos al centro de la ciudad y a los
polígonos San Felipe-El Tejar. En aquel cuatrienio se ejecutaron las
obras, impregnadas de un cierto aire modernista como valor añadido.
Un enlace a dos niveles facilitaría la circulación sin obstáculos
por toda la vía TF-312 y los accesos desde el superior a la calle
Blanco y a los polígonos.
La
ejecución dejó al desnudo los antiguos hornos de cal de Las
Cabezas, junto al instituto que lleva el nombre del insigne portuense
Telesforo Bravo Expósito. La iniciativa municipal, con una sostenida
reivindicación del profesor Manuel Lorenzo Perera, propició su
restauración y su integración en el conjunto urbano durante el
mandato 1995-99, siendo alcalde Marcos Brito Gutiérrez. El descuido
y la falta de mantenimiento han impedido que la zona sobresalga.
Al
verse afectada, a ver qué depara la redacción del proyecto que
significa, teóricamente, una sustancial transformación de esa
fisonomía de la ciudad. Se estima que la actuación se desarrollará
en cuatro fases y que el presupuesto puede alcanzar los quince
millones de euros cuya financiación será a convenir entre las
administraciones competentes.
Habrá
que permanecer, pues, vigilantes, por si la grieta descubierta
implica los riesgos que ahora mismo no se detectan. Y como ya se
anuncia que la actuación puede ser larga, la cuestión es acometer
la reposición o la reparación de las barandas que circundan al
distribuidor cuyo aspecto es cada día peor. Las denuncias hechas en
varias ocasiones sobre su deterioro y desperfectos no han servido de
nada, pese a que la peligrosidad salta a la vista. Y si no, que se
contraste con una valla de tráfico colocada en una las colgantes
sobre la zona ajardinada. Los meses que transcurrieron para reparar
la débil estructura que separa una urbanización cercana de la
propia carretera obligan a poner atención en ese barandal maltrecho
e impropio para uno de los principales accesos al centro de la
ciudad.
1 comentario:
Conviene estar alerta con esa grieta.
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