El
Instituto de Estudios Hispánicos de Canrias (IEHC) y uno de sus muy
activos dirigentes, el historiador Eduardo Zalba, rescatan
iniciativas culturales de principios de siglo para revitalizar las
depauperadas Fiestas de Mayo, también llamadas fiestas
fundacionales, sobre las que igual termina abriéndose un debate de
connotaciones semánticas porque igual resulta apropiado denominarlas
fiestas patronales.
El
Romance del ciego, original de Ernesto Rodríguez Abad; la
cantata, inspirada en su contenido, alusivo a los orígenes
del municipio, encargada ex profeso al compositor Gustavo Trujillo y
representada en el ya vetusto parque San Francisco; y los Párrafos
de agua y sal, un multimedia que pudo ser contemplado en la plaza
de Europa, fueron las pruebas de una filosofía y de una sensibilidad
cultural que reflejaron, sobre todo, la creatividad continuada y la
posibilidad de hacer algo con mayúsculas incentivando la
participación y el conocimiento. La concejala-delegada de entonces,
Ángeles Marrero, tuvo mucho que ver con ese quehacer incesante.
De
eso se habló en la calurosa tarde del 1 de mayo en la sede del IEHC.
Un reconocimiento que ni siquiera hay que plantear como tardío pues
se trataba de exponer los reflejos que sirvan de referencia para
emprender otros rumbos en la andadura. Lo agradecemos, en cualquier
caso, y confiamos en que la voluntad política se traduzca en hechos
tangibles que hagan honor al propósito y a la historia misma de la
ciudad.
Porque
las políticas culturales no se improvisan ni deben ser fruto de
espontaneidades para cubrir el expediente. Ni deben concentrarse en
una o dos convocatorias anuales que, aún enriqueciendo la vertiente
del espectáculo y la proyección del municipio, se agotan sin
aprovechamiento interno, esto es, sin que germine la semilla en
ámbitos propios, en actividades diversas, en colectivos o grupos que
deben ir creciendo y manteniendo encendida la llama de la
creatividad. La cultura no llueve y muy de vez en cuando ofrece un
aldabonazo: hay que crear las condiciones adecuadas, perseverar y
dedicar los esfuerzos indispensables para ir ejecutando fases y
objetivos de proyectos e iniciativas.
Hablamos
de todo eso en una tarde evocadora, con testimonios gráficos y
audiovisuales que sirvieron para recordar que los propósitos, si hay
empeño, se convierten en realidad. Y si encima son útiles para
salir del marasmo, mejor. Recordar es vivir, dijo el autor mexicano,
premio Nobel de Literatura, Octavio Paz. Una vez más se cumplió su
aserto.
Gracias,
de verdad, por el rescate. Y ánimo para lo que se quiere emprender.
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