Preparémonos para nuevos
cambios en la Televisión Digital Terrestre (TDT). Cambios de ubicación de canales, para ser
concretos. Ya se habían experimentado a raíz del avance tecnológico que
significaba la implantación de ese sistema. Las prisas, las trampas y las
infracciones pusieron de relieve que no era oro de buena imagen lo que relucía
y que la oferta surgida de la reordenación flaqueaba por muchos sitios.
De nuevo la Unión Europea (UE) obliga a serias
modificaciones como consecuencia de la necesidad que tiene la telefonía móvil
de alta velocidad de utilizar frecuencias ahora mismo ocupadas por las
televisiones. Eso significa que unos cuantos canales, públicos o privados,
autonómicos o locales, tendrán que mudarse de sitio. A reajustar el mando se ha
dicho.
Si los obligados cambios que se avecinan fueran
aprovechados por los titulares de las licencias para hacer una profunda
revisión de su producto, tanto de estructura empresarial o comercial como de
contenidos, habría que darlos por bienvenidos. Ganarían los telespectadores.
Pero si todo se reduce a un cambio de numeración, estaríamos ante más de lo
mismo.
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