Estamos de acuerdo, ¿no? El
gasto público, durante la presente legislatura, ha experimentado una notable
reducción en sanidad, dependencia, protección social, pensiones y educación.
Algunos hemos señalado que es el práctico desmantelamiento del Estado de bienestar.
Pues bien, pese a ello, la deuda pública ha seguido creciendo: “Y la máquina
seguía, pita pita, y caminando”, como en la letra de esa canción de Serrat, La maquinita, incluida en su trabajo con
Sabina, El símbolo y el cuate”.
Tal es así que la deuda pública supera ya el billón de euros,
a menos de dos puntos porcentuales de alcanzar el cien por cien del Producto
Interior Bruto (PIB). Las cifras y los cuadros comparativos de las mismas son
para preocupar al más optimista. Estamos ante una deuda ingente, enorme. Una
deuda que es, en sí misma, una hipoteca a largo plazo y que, a largo plazo,
condiciona el desarrollo económico y la recuperación de niveles de vida y de
derechos sociales.
Mientras tanto, el Gobierno sigue desgranando el rosario de
un milagro económico que, sencillamente, no existe. Solo falta que el
departamento de ‘marketing’ encuentre una frase similar a aquella de Aznar:
“España va bien”. Aparecerá, no se preocupen.
Y así volverán a vivir algunos en su Estado del bienestar.
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