De la misma forma que
lamentamos la pérdida de valores patrimoniales, de la naturaleza que sean, en
tanto que alteran las señas de identidad y contribuyen a la insensibilidad y al
desapego hacia las cosas propias, hemos de congratularnos de un hecho a contrario sensu, como ha sido en el
Puerto de la Cruz la donación a la Universidad de La Laguna del archivo
personal de quien fuera historiador y alcalde del municipio, José Agustín
Alvarez Rixo (Puerto de la Cruz 1796-1833), hecha por sus familiares vivos, en
concreto sus bisnietos las hermanas Carmen y Charo Fernández Álvarez; y su
primo, Eladio Santaella Álvarez. Hay que consignar, por supuesto, el trabajo
silencioso y eficiente de Julián
Fernández Calzadilla, padre de aquéllas, quien se preocupó de custodiar,
ordenar y clasificar. El sabía dónde estaba todo. Enhorabuena y gracias, de
verdad.
Porque la donación viene a significar la seguridad de un
legado de indiscutible valor. Rixo es el regidor ilustrado, una figura
relevante en la historiografía canaria del siglo XIX. Cuando se llega a su
retrato, cuya autoría se debe a José Carlos Gracia, que cuelga en el salón
noble de las casas consistoriales portuenses, hay que detenerse ante él. Alcalde
real, interino y constitucional en distintas etapas. Ese legado, un conjunto
documental fechado entre 1808 y 1883, aglutina estudios históricos, lingüísticos,
literarios, genealógicos, educativos, sociales y comerciales. Un alcalde sabio,
claro que sí, capaz de alternar su cometido político-administrativo con la
investigación y la elaboración de trabajos relativos a materias muy dispares y
que completó con mapas, planos, dibujos y manuscritos.
Esa es la otra obra del alcalde, la que, gracias a sus
descendientes, ha podido salvarse y ahora queda adecuadamente custodiada en uno
de los mejores lugares a disposición de la investigación canaria. En este
legado hay nada menos que doscientos cincuenta manuscritos, además de una
miniatura de Fernando VII y un retrato de Manuel José Álvarez, padre del
regidor ilustrado, realizado por otro ilustre portuense, el pintor Luis de la
Cruz y Ríos. También está el célebre retrato inacabado, “por falta de vista del
autor… por lo que sus ojos son de color entre azul y pardo”. Casi cien
volúmenes impresos con anterioridad a 1850, monografías, separatas de revistas
y ediciones sobre la inmensidad de su obra completan el legado que los
familiares entregaron a la institución universitaria que ha visto enriquecido
de esa forma su valioso patrimonio documental.
Vivió también en Gran Canaria, Lanzarote y Madeira. Sus
hagiógrafos y estudiosos de su obra hablan de un hombre de conducta recta y de
profunda conciencia religiosa, de un intelectual comprometido con sus ideales.
La producción literaria e historiográfica de Álvarez Rixo, un intelectual de la
política, es muy útil para entender la complejidad de la sociedad canaria. La
narración oral y la memoria tradicional colectiva fueron también importantes
fuentes de su ingente trabajo. Hay que recordar, por cierto, la edición en 1994
de los “Anales del Puerto de la Cruz de La Orotava (1701-1872)”, a cargo del
Cabildo Insular de Tenerife y el Ayuntamiento portuense con la introducción de
la profesora Noreña Salto y la colaboración de Emma Calero e Hilda Hernández.
Fue un notable intento de sistematizar y dar a conocer su obra, parte de la
cual aparece en esta donación de la que solo cabe congratularse.
No hay comentarios:
Publicar un comentario