Empieza a ser
una impresión bastante extendida en sectores de la sociedad portuense, al menos
entre los que frecuentan las redes sociales. En su momento, anticipamos lo que
podría suceder, de mantenerse la tónica. Todo da a entender que la evolución confirma
aquellas impresiones de un papel determinante y hasta emprendedor en la
búsqueda de soluciones a problemas y situaciones visibles que, por desidia o
falta de mantenimiento, se convierten en estampas reprobables, antiestéticas y
reflejo de un abandono que es impropio en
una ciudad turística.
El caso es que, a medida que se van
sucediendo fotos-denuncia de tales situaciones y los usuarios de la red van
escribiendo sus comentarios y juicios de valor, han ido llegando los arreglos y
las reparaciones. Es decir, hay una relación causa-efecto casi inmediata. Se
está produciendo una reacción (de responsables municipales, en este caso) para
corregir las deficiencias, los rotos y hasta los desaguisados. Es lógico que no
guste el que, a diario, casi a todas horas, el devastador efecto multiplicador
alimente, con pruebas gráficas o documentales, la realidad de comportamientos
incívicos y de servicios inexistentes o ineficientes.
Los usuarios de las redes, que no
ocultan en muchos casos su incredulidad hacia la política, han tomado la
iniciativa y prefieren abogar por una solución más directa y más doliente para
los responsables públicos. Se dirá que están haciendo el trabajo de éstos y no
falta razón a quienes alberguen ese pensamiento. Pero es otra forma de hacer
ciudad, de sentirse comprometido, de ser portuense… Es lo más fácil pero, al
menos, es algo, mucho mejor que mostrarse indiferente, que dejar hacer y dejar
pasar, como si eso no fuera con los propios habitantes de un barrio, de una
comunidad.
El hecho pone de relieve, por otro
lado, el papel de las redes sociales en nuestros días. Cierto que ese es otro
debate pero ahí está, en directo y en la distancia corta, su influencia. En el
contexto que analizamos, encontremos el lado positivo de las cosas: se va
creando conciencia. Lo que podía ser desafección, indolencia o rechazo se va
transformando en compromiso cívico, en activismo cabal y consecuente. Y sin necesidad de tergiversar o de insultar. Cuidando
las cosas, preservándolas, usándolas adecuadamente… Es el tiempo de las redes.
En el Puerto de la Cruz, donde las
asociaciones vecinales tuvieron en otra época su preponderancia reivindicativa
-a pesar de que luego no han sabido o no han podido mantenerse- y donde siempre
fue complicado tejer redes de ciudadanía para ofrecer una respuesta eficaz a las
demandas o aspiraciones que planteaban, los usuarios de las redes sociales
están comprobando que sus denuncias y sus quejas están surtiendo efecto. Los
representantes del pueblo también están reaccionando: les han puesto un
termómetro que posibilita rápidos diagnósticos y les pone manos a la obra sin
muchas dilaciones.
Miren por donde el impulso a las
soluciones…
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