“¡Elfidio juega para las gradas!”, decían sus detractores en aquellas apasionantes e interminables conversaciones o tertulias futboleras que proseguían a los encuentros que disputaba el C.D. Puerto Cruz, en El Peñón o lejos de él. Pero no era realmente así.
Ocurre que, en aquella época, los laterales, salvo excepciones, no atacaban excesivamente, no se incorporaban con frecuencia al ataque. No había nacido la figura del carrilero que causaría furor en el fútbol moderno, especialmente después del Campeonato Mundial de 1970, en México, donde brillaron, entre otros, Carlos Alberto (Brasil) y Fachetti (Italia), que no solo marcaron época sino que dieron a la demarcación unos aires y un estilo completamente nuevos, más ofensivos.
Ya para esos años, Elfidio (Cara chiquita: en el Puerto todo el mundo tiene su nombrete) se había retirado. Sólo reapareció en el célebre Tim (adaptación de los voz inglesa ‘team’) Playa, compuesto por veteranos de distintas generaciones pero permitía recordar, por juego y resultados, que siempre hubo una grandeza del futbol portuense difícil de igualar.
Fue uno de los célebres integrantes de “Aquel Puerto Cruz llamado el pequeño Real Madrid” que inmortalizara el poeta popular de Las Dehesas, Vicente Yanes: Tito; Alberto Galindo, Elfidio; Arturo, Berto; Germán, Soriano, Pagés, Del Pino y Vicente, una alineación (dicha al estilo clásico: 1-3-2-5) que los escolares memorizábamos con auténtica fruición y orgullo, sobre todo, después del célebre partido con el Juventud Silense y el ascenso de categoría (entonces no había Preferente) en la temporada 1959-60.
Elfidio jugaba de defensor izquierdo. Pese a su complexión, tenía un salto endiablado y cortaba muchos balones de cabeza, principalmente a la salida de los córners. Tenía velocidad, echaba valentía en los cruces y marcaba a su par, encimándole, con disciplina y solvencia. Era un defensor de hierro, difícilmente desbordable. Sus duelos con algunos extremos regionales de la época tuvieron un sello especial para los entendidos. Algunos recuerdan los que mantuvo con Bacallado (Orotava) y Tomás (Realejos).
Vistió también los colores del Real Unión de Tenerife, seguramente por alguna de las triquiñuelas de su presidente eterno, el recordado capitán Luis Guiance Abreu.
Fue profesional de la hostelería y con la recuperada democracia municipal en 1979, entre el entusiasmo y el empuje de muchos portuenses, participó en el proceso electoral de entonces. En representación de UCD, fue elegido edil, se integró en la corporación local y ostentó la concejalía de Fiestas que ejerció mientras no fue modificada la Ley de Régimen Local. Fue un concejal firme que puso orden y seriedad cuando la inexperiencia y los afanes juveniles de entonces (sobre todo, en el siempre indómito ámbito de las murgas) propiciaron algunas situaciones de incomprensión y rebeldía.
Elfidio García Alonso, uno de los últimos baluartes de aquel equipo de leyenda que recitábamos de corrido, fue siempre muy apreciado. Le recordaremos.