sábado, 31 de marzo de 2012

PAMARSA, IN ARTICULO MORTIS

(A Juan José Acosta)

Todo da a entender -a la espera de conocer con más detalle la decisión aprobada por el pleno de la corporación municipal- que desaparece la sociedad ‘Pamarsa’, una empresa pública nacida en el Puerto de la Cruz de los años noventa, pionera y concebida para fortalecer el sector público local que, a la vista de las dudas y la pasividad de la iniciativa privada, habría de afrontar un futuro que se preveía competitivo. Había que dotarse convenientemente para gestionar y explotar los importantes proyectos que se fraguaban y que, de cristalizar, habrían de caracterizar la ciudad que se aproximaba al siglo XXI con ganas de ir por delante, de dar un salto cualitativo en su oferta turística diferenciada. A los promotores de entonces, con Juan José Acosta de León a la cabeza, hay que reconocerles su iniciativa y sus afanes: dieron unos pasos importantes, crearon donde no había y estimularon la productividad de la economía local. En la evolución posterior, se desvirtuó la idea, no hubo fe en ella, se perdió credibilidad en sus propios fines, faltó profesionalidad y terminaron por desmembrarla privatizando parte de su objeto social. Nos correspondió ejercer la presidencia durante cuatro años y pertenecimos al consejo de administración durante otros cuatro: hicimos cuanto pudimos para responder al espíritu fundacional, para mantenerla a flote y para superar las adversidades que ya se advertían, hasta el punto de no aprobar el rumbo de gestión indirecta que se creía era el adecuado. No decimos que nuestra gestión fue un dechado de virtudes pero los hechos posteriores son significativos y diferenciadores.

Pero los actuales son malos tiempos para lo público y la crisis -maldito vocablo- se lleva por delante cuanto difícilmente se pueda sostener. Que desaparezca ‘Pamarsa’, siquiera en el plazo de diez años, como parece ser que se deriva de un plan de ajuste aprobado por mayoría en el pleno de la corporación municipal, es una mala noticia. Que se pierdan puestos de trabajo, peor. Que las actuales expectativas que se tenían -¿pero no iba a recuperar activos de las aún vigentes y contratadas concesiones administrativas?- se vean truncadas, marca, cuando menos, incertidumbre. Que se evapore, en definitiva, otro soporte del sector público, en plan venga a quitárnoslo de encima y dentro de equis años, todos calvos, es un hecho preocupante para el mismo futuro de la ciudad.

Claro, porque los fines para los que fue creada la sociedad, esto es, la construcción, gestión y explotación de un parque marítimo en unos terrenos ganados al mar para los que se dispone de concesión administrativa del Estado, quedan en entredicho como consecuencia de no saber muy bien qué va a pasar o qué puede pasar con ese proyecto del que no nos cansaremos de repetir que es más importante que el del puerto deportivo-pesquero.

Si todo lo sucedido, encima, es para dejarlo en manos privadas, entonemos un réquiem por el fracaso colectivo y deseemos suerte a quienes intenten y puedan enderezar el rumbo.

viernes, 30 de marzo de 2012

IMPARABLE, PERO...

La reforma sigue imparable. Lo dijo claro la ministra de Empleo, Fátima Báñez, dando a entender que da igual la respuesta sindical y popular. Esto de no escuchar o no hacer caso a ciertos clamores le viene mal a cualquier gobierno, así que cuidado con el empecinamiento que, por mucho sustento mayoritario que tenga en las cámaras legislativas, suena a prepotencia, soberbia y engreimiento.

Y mucho más cuidado cuando, después de haber escogido enemigo y avanzar sin dobleces hacia la confrontación, el resultado es el que hemos visto, que ya las huelgas no solo se miden en porcentajes de participación por sectores sino también en concentraciones y manifestaciones de protesta y malestar.

En el día después, cabe preguntarse para qué sirvió y ahora qué va a pasar. El Gobierno sabe que se desgasta, luego deberá reflexionar para reconducir. Que en cien días van unas cuantas medidas impopulares y las que te rondaré morena.

Imparable, ha dicho la señora ministra, como si nada pudiera detener una reforma laboral de aquí te espero. Calcularon el fracaso de un paro pero no parece que ese sea el saldo, por mucho que cierto derechío mediático -el mismo que ya no habla de primas de riesgo con sones apocalípticos- se empeñe en lo contrario.

Habrán sacado una conclusión clara: por mucho que demonicen a los sindicatos, éstos resisten. Y la ciudadanía empieza a estar motivada.

jueves, 29 de marzo de 2012

HUELGA GENERAL

A estas horas tempranas, la huelga sigue cobrando formas, las que apuntó desde poco antes de las doce de la noche, con los escarceos en álgún punto destacado de la geogra´fía proyectado en algunos medios de comunicación. Veremos cómo discurre la jornada.

A estas horas, quienes han decidido parar y quienes han optado por trabajar saben que la reforma laboral del gobierno de la Nación ha generado esta jornada, que no es nueva y que llega ahora, cuando el ejecutivo cumple cien días, impuesta, un trágala, unos nubarrores oscuros y tormentosos para el presente y para el futuro.

No falta razón a quienes opinan que nunca, a lo largo de la historia democrática, ha estado tan justificada una protesta de los trabajadores. Es que se está diciendo adiós, con vana esperanza de recuperación, a los derechos laborales conquistados a lo largo de muchos años.

La reforma sólo gusta a los empresarios. Ni los demás agentes sociales ni los especialistas, incluidos los menos sospechosos, han podido evitar críticas que se han convertido en clamor y que deben eclosionar durante la jornada de huelga general. Hasta se ha hablado de inconstitucionalidad de algunos contenidos de la controvertida medida.

A la ministra del ramo se le ocurrió ayer hablar de diez mil nuevos contratos de emprendedores, una modalidad que nadie sabe muy bien en qué consiste. La ocurrencia resulta ridícula cuando han sido fuentes del propio gobierno las que han hablado de destrucción de empleo con esta reforma.

Que no se extrañe el partido gubernamental de la convocatoria ni de las reacciones. Ha dado pie a una concienciación muy notable por parte del cuerpo social. La mayoría parlamentaria, el respaldo en las urnas, no están para imponer. Y mucho menos cuando se anunció una cosa y se practica la contraria. No le quedó otra opción que criminalizar a los sindicatos. Mala y equivocada opción.

El día después de la huelga será largo.

Y dará para mucho.

miércoles, 28 de marzo de 2012

NO SABEN GANAR

Es difícil creerse las cosas que han dicho y escrito algunos con respecto al resultado de las elecciones andaluzas. Qué falta de respeto, qué atropello a la razón, con permiso de Santos Discépolo. Cambalache puro: han dicho y escrito barbaridades sobre los andaluces, alejadas de la mínima objetividad, sustanciadas en una rabia incontenida por no haberse producido el vuelco y la mayoría que tanto predicaron. Algún adalid infló tanto el globo que habló hasta de caballo volador: con razón alguien le ha replicado que se quedó en un ‘pony’.

En su obecacción, y con el rosario de vituperios a ver quién dice la descalificación más gruesa, revelan su auténtica identidad. No pasa nada porque se decanten. Lo vienen haciendo de forma descarada y se acepta. Lo mejor de todo es tomárselo con humor, reírse de sus sesgos y de sus tendenciosidades, entrezmecladas información y opinión con toda impudicia.

Y en el desespero, claro, nada mejor que atribuir las culpas al propio electorado, a los ciudadanos que no les han complacido, al pueblo que ha votado libremente. O sea, a quienes ellos han machacado, durante días, semanas y meses, hablando de todos los infiernos, de todos los demonios, de todos los males que anidan en el socialismo o en la izquierda en general. Y claro, como no ha salido lo que ellos querían, el cambiazo, la nueva mayoría, el adelante a ritmo de vencedores, la culminación de la conquista, entonces emplean todos los denuestos que están a su alcance: los epítetos dejan paso a la más variada ristra de insultos a un pueblo que uno ha escuchado y leído tras unas elecciones democráticas.

La reacción revela que unos cuantos, en la derecha, no saben ganar. Es tan fácil como inapropiado refugiarse en descalificaciones genéricas a una parte del electorado para revelar el descontento, la rabia y la frustración. Por supuesto, no aplican el mismo acíbar cuando en otros sitios -¿por qué los llamarán feudos?- se da la situación inversa, allí donde hay una ola de presuntas corrupciones. Al revés, se utilizan las mayorías y los porcentajes para exculpar y para ponderar la inteligencia del pueblo que no ha hecho caso de todo eso que se dice y ha votado en consecuencia.

En el fondo, invitan a que se dude de su talante democrático. No es exagerado, no. Pero, qué pensar si no, de quienes arremeten sin piedad contra quienes han optado por una vía distinta a la que han preconizado sin pudor y sin reservas.

¿Serán capaces de una mínima autocrítica? Más dudas. No están acostumbrados, les pueden otras exigencias. ¿Se darán cuenta del ridículo, de los ridículos? Mucho hay que temer lo contrario, acostumbrados, como están, al sostenella y no enmendalla.

Pero quien tiene que darse cuenta de todo esto es el Partido Popular. Que no crean sus dirigentes y estrategas que les hacen un favor a sus postulados e intereses las reacciones furibundas y descompuestas de quienes no saben ganar y descargan sus iras en el pueblo que ellos quieren manejar a su conveniencia y no se deja. Lo ocurrido en Andalucía es la mejor prueba: lejos de analizar -aún en el contexto de la pesadumbre- las causas o las razones de un resultado -en este caso, de una victoria insuficiente y amarga-, vuelcan sobre los andaluces todas la descalificaciones que encuentran a mano. Un partido político que ha recibido un mandato popular tan sustantivo en todo el territorio nacional es libre de tener los aliados mediáticos que quiera. Pero que no se muestre encantado con ello ni se autocomplazca porque ya ven lo que produce.

Así, no se extrañen ahora de que haya perspectivas tan sencillas como que ha ganado la izquierda. O que devuelvan, entre flores, fandanguillos y alegría de la dulce derrota, el gracejo y la fina ironía de quienes demuestran tener la suficiente inteligencia como para obrar libremente y con independencia.

Sobre todo, para demostrar que unos cuantos, por la derecha, no saben ganar.

martes, 27 de marzo de 2012

REPULSIVA SIMBIOSIS

Parecía -o resultó- un ejercicio de morbo extremo.

Se veían, a la vez, imágenes de unas cenizas arrojadas al mar y de los pasillos y estancias de una lujosa casa por donde vagaba, según explicaban, el espíritu de la fallecida.

Difícilmente se puede llegar más lejos. Pero con esas imágenes estuvieron castigando al personal unos cuantos días seguidos, entre las servidumbres de la serie (biopic) dedicada a una popular cantante española. No un día, no un fragmento, no unos segundos para rellenar: venga a refrescar durante días y programas la memoria de una periodista y sus andanzas, su vida íntima, sus cuitas, entremezclándolas con la ficción y con testimonios que daban a entender naturaleza real. Venga a recrear lo acaecido a ritmo de moviola…

Todo vale con tal de ganar audiencia y mejorar los registros anteriores. Todo sirve para desnudar las debilidades, los instintos, las trampas, las apetencias, las envidias que corroen, los comportamientos inapropiados, las bajas pasiones, las revanchas… Horas y días en que los protagonistas aún vivos deben haber sufrido lo suyo, expuestos a presentadores con indicaciones claras de explotación de una frase o de un silencio y tertulianos que desatan la imaginación para suponer escenas y hechos difícilmente calificables.

Fue una ambivalencia calculada. Acaso porque poco o nada duele a quienes todavía andan incursos en causas judiciales, a quienes actúan por despecho o intentan obtener aún más réditos de los episodios que nunca creyeron que sucederían o de los que jamás supusieron que formarían parte. Acaso porque los productores tienen muy claro que cuanto más morboso y descarnado, mejor: una serie suplementada por el ‘reality show’. Estupendo, se habrán dicho. A tanto el incremento del anuncio.

Cenizas, macabro. Luces tenues y cortinas en movimiento, fantasmagórico. Una repulsiva simbiosis. Pero allí se emitió, en un canal comercial donde el pudor no existe. Porque se ampararán en el carácter público de los protagonistas. Porque éstos, en cualquier otro momento, se habrán prestado -cabe imaginar a cambio de qué- a mercadear sus conductas y sus tribulaciones. Cuando se leen los índices de audiencia, no hay duda: eso gusta, pan y circo, exprimamos aún más la fórmula.

Claro, están tan frescos o son relativamente recientes algunos acontecimientos, que hasta resultan una baza a favor. Lo peor no es que, una vez emitida, ya se acabó, ya todo ha pasado. Qué va. Será un asunto recurrente, volverán las insólitas imágenes a sus pantallas el morbo a colgar, quien sabe si cuando se celebren los juicios pendientes.

Claro que las cenizas esparcidas sobre el mar no provocarán lágrimas. Ni siquiera respetaron ese acto. Y que el fantasma al que aludieron seguirá siendo utilizado a conveniencia, a mayor gloria de la subcultura, por ejecutivos sin escrúpulos a los que sólo mueven las cuentas de resultados.

A lo peor, encima hablan de creación artística.

lunes, 26 de marzo de 2012

GRITO DE PUEBLO

En el poliédrico debate de las prospecciones petrolíferas, hay una arista inquietante donde se refleja la tensión político-institucional que se sitúa, como si de una prima de riesgo financiera se tratare, en niveles que no se conocían hace muchísimo tiempo. Las relaciones entre los gobiernos de la Nación y de la Comunidad Autónoma de Canarias, después de una etapa de calma casi absoluta, de estabilidad sin grandes sobresaltos, se han visto sacudidas en los primeros cien días de la presente legislatura, de modo que la tirantez ha vuelto a caracterizarlas, principalmente a raíz de la imposición del ejecutivo presidido por Rajoy y del que forma parte José Manuel Soria para llevar a cabo las exploraciones que determinen la existencia de crudo a unas decenas de kilómetros de las costas de la provincia oriental. La colisión salta a la vista.

Es obvio que en las circunstancias que concurren, con problemas y necesidades sociales cada vez más acuciantes, la falta de entendimiento y de sintonía entre Madrid y Canarias, para simplificar, complica las cosas porque los recelos van en aumento y a medida que ello suceda será cada vez más complicado avanzar hacia la consecución de soluciones satisfactorias que favorezcan el desarrollo de actuaciones y la materialización de aspiraciones archipielágicas contextualizadas en el ámbito de su autonomía y de sus especificidades.

El presidente Rajoy sabe, tiene que saber que Canarias se está convirtiendo en un problema serio. Por mucho que descanse su confianza en el ministro Soria para procesar cualquier situación de las islas, empiezan a demorarse gestos y decisiones que alivien la tensión. Han de ser conscientes en el Gobierno de la impopularidad de algunas determinaciones que afectan a sectores productivos y que no han pasado a mayores por la resignación de poderes económicos y empresariales que probablemente no se hubiera dado con un ejecutivo de otro color.

De momento, ya saben en Madrid que prospecciones equivalen a grito de pueblo. Que no intenten minimizarlo: el sentimiento -aún con mala o incompleta información, aún con dosis de demagogia y aún a la espera de cómo evolucionen las estrategias de las partes interesadas- ya cunde en do mayor porque se acrecientan las dudas de que las energías fósiles sean beneficiosas y contribuyan a resolver los problemas de los canarios.

Y más atentos que deben estar Rajoy y Soria con las consecuencias de su falta de tacto y de sensibilidad propiciadora de las imposiciones, del ahí te va, te guste o no: la sensación de agravio, de autonomía desatendida o que poco importa, de ciudadanos de distinta categoría y de incomprensión se va agigantando, hasta el punto de que se radicalizan algunos discursos políticos que transgreden la línea habitual de la prudencia y la moderación; y lo que es peor, se van extendiendo, en el abstracto del rechazo y en la elementalidad de las formas, las sombras de simpatía hacia el separatismo que ya no sólo se reduce, miren por donde, a delirios editorializados.

sábado, 24 de marzo de 2012

ALGO MÁS QUE UNA MARCA

Cuenta Wolfgang Kiessling que el día de la apertura, un 17 de diciembre, llovió tanto que apenas entraron diez personas. Pero fue una buena señal. Señal de abundancia. Aquella iniciativa, fraguada con su padre, emprendía un rumbo que, con el paso del tiempo, cuajaría en un emporio. La idea era, sobre una superficie de trece mil metros cuadrados, un parque exótico, con animales, loros y papagayos y con algún espectáculo añadido. Era toda una novedad en el portuense barrio de Punta Brava, a partir de aquel momento conocido por algo más que su Lazareto, la vieja y tortuosa carretera y el equipo de lucha canaria.

Ahí surgió Loro Parque que cumple en la fecha reseñada cuarenta años que es tanto como decir cuatro décadas de constante expansión, de ampliaciones, de innovación, de exotismo, de afán perfeccionista y, sobre todo, de amor por la obra bien hecha. Aquel admirable espectáculo de los loros en patineta o jugando a baloncesto queda muy atrás: surgieron otras atracciones, creció el zoológico, vinieron los delfines, Lorovisión, el orquidiario, la isla del tigre, impresionó el pingüinario, llegaron las orcas y hasta brotaron un palacio árabe y un pueblo tailandés… Y todo, con un esmerado sentido de la excelencia. No era hacer por hacer o disponer cosas nuevas por el simple hecho de añadir y atraer sino hacerlo bien. Hasta lo mejor.

El parque hoy tiene una colección de más de dos mil palmeras de todo el mundo plantadas en casi ciento cuarenta mil metros cuadrados. A lo largo de su historia ha registrado unos cuarenta millones de visitantes. Loro Parque lo es todo: una marca, una atracción, un lugar de obligada visita para el turista, una fuente para cualquier nativo… En definitiva, una divisa del Puerto de la Cruz, tal es así que, junto al complejo turístico Costa Martiánez (el Lago, para entendernos), ha constituido uno de los grandes soportes del destino turístico.

Nacido para disfrutar. Para gozar de la naturaleza, entre el verde los platanales y el azul atlántico. Para vivir una jornada entera entre sonidos indescifrables y saltos indescriptibles sobre el agua. Entre adelantos tecnológicos e instalaciones que son una plétora de atractivos. Para recrear la vista sobre especies animales y vegetales. El frescor, la aventura, la variedad, los recursos naturales tan al alcance, las sorpresas…

Todo eso es Loro Parque, el fruto de la constancia, la sensibilidad permanente, el tesón germánico e insuperable de Wolfgang Kiessling. Y de Birgitte, su esposa. Y de sus hijos. De Antonio Caseras, su leal consejero y abogado, ya fallecido. Y de unos cuantos colaboradores que trabajaron con denuedo para fabricar el emporio y para superar también algunas situaciones delicadas derivadas no sólo de las características de la protección y conservación de los animales sino del propio funcionamiento de las complejas instalaciones.

Loro Parque tiene su avenida. Su imagen corporativa es la única que luce en la señalética de las carreteras insulares. Ha organizado hasta siete congresos mundiales de papagayos. Tutela la Fundación que lleva su nombre, creada en 1994, para la conservación, protección y recuperación de especies en extinción, acaso la mejor prueba del compromiso de la propiedad con la naturaleza y el medio ambiente. Y Kiessling es hijo adoptivo del municipio, un reconocimiento más que merecido porque lo suyo ha sido cooperar en su engrandecimiento y en su proyección desde una gestión turístico-empresarial brillante pero también desde el lado humano más cercano: con el deporte, con el equipo de lucha canaria del barrio, con la obra asistencial y con las fiestas locales.

Durante la alcaldía (1999-2003), nos correspondió acompañar a los Kiessling en momentos importantes de su trayectoria: el acto de inauguración del Planet penguin (pingüinario) y la entrega del premio de Excelencia Turística ‘Príncipe Felipe’. Pudimos compartir su felicidad emotiva de ambos momentos. Primó, desde luego, sobre la satisfacción que significaban ambos momentos, manifestación sin duda de la superación que ha caracterizado el quehacer de quienes ahora se preparan para celebrar el cuarenta aniversario de algo más que una marca.

Porque Loro Parque lo es, desde luego.

miércoles, 21 de marzo de 2012

LA VIDA SIGUE (SIN ELLOS)

Han desaparecido como por ensalmo.
¿Qué habrá sido de los mercados?
¿Y de las primas de riesgo?
¿Y de las agencias de calificación?
¿Y de los indignados?
Ya no están, ya no influyen, ya no son recurrentes...

De acuerdo en que todo pasa y todo queda. Lo suyo fue pasar, en efecto, haciendo caminos -y boquetes- en las economías de los paises, en los sistemas financieros asfixiados hasta el túetano de una posible intervención, en los foros bursátiles que semejaban un tíovivo incontrolado, en los desesperos y las frustraciones individuales y colectivas, alumbrando no se sabe qué difusas e imperceptibles luces de esperanza...

Del pasado efímero, con permiso del poeta.

Apenas nos acordamos de todo eso. De aquellos agobios mediáticos.

Ya no abren informativos radiofónicos ni ocupan espacio en primeras páginas.

Se han diluido todos esos hechos y factores que hace unos meses se hicieron cotidianos y nos envolvían hasta la pesadumbre extenuante.

Apretaban pero no ahogaban.

El caso es que ya no están.

Y la vida sigue.

martes, 20 de marzo de 2012

LITORAL AMENAZADO

A medida que cobra cuerpo el debate sobre las prospecciones petrolíferas en las cercanías de las islas y se incide, por sus detractores, en los riesgos medioambientales, va pasando inadvertida la intención del Gobierno de España de reformar la Ley de Costas. Debería ocurrir lo contrario: los anuncios hechos por el ministro de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, Miguel Arias Cañete, alusivos a la voluntad de compatibilizar la norma con el desarrollo de actividades económicas o comerciales, apenas han encontrado contestación en una sociedad que desde hace años viene mostrando su oposición a nuevas infraestructuras costeras que dañen o afecten espacios y bienes naturales. Es natural: se han cometido auténticos destrozos en algunos sitios y se trata de evitar la reiteración y la destrucción total e irreversible.
Máxime cuando el litoral es un bien común, digno de ser protegido. En todos los sentidos. Es lo que perseguía la Ley de Costas de 1988: quería poner orden y frenar los desmanes que se venían sucediendo. Estableció la delimitación de las zonas consideradas de dominio público marítimo-terrestre, prohibía la construcción en las mismas y favorecía la existencia de edificaciones previas como concesiones estatales durante un plazo de treinta años, prorrogables hasta sesenta, antes de liquidarlas.
La aplicación de esta norma no era sencilla. En Tenerife, por ejemplo, había situaciones delicadas como el núcleo urbano consolidado de Punta Brava, en el Puerto de la Cruz. O el de Chovito, en Candelaria, aún por dirimir en los tribunales. Sin olvidarnos del célebre hotel de El Médano, en Granadilla. Ni de otros sectores poblacionales que, a base de chabolismo, necesidades, tipos de vida y bonanzas climáticas, surgieron en puntos costeros de varias islas. Algunos, por cierto, fueron literalmente demolidos después de largos procesos administrativos y no menor resistencia de los afectados.
La colisión entre la realidad fáctica y el ideal legalista era evidente. Hasta el propio Partido Socialista, que impulsó la Ley en gobiernos de Felipe González, sufrió en propias carnes la división que significaba el respeto al cumplimiento del Estado de derecho. Pero el litoral es de todos y entre todos hay que procurar recuperarlo y salvarlo. Ni el urbanismo salvaje e incontrolado ni el crecimiento ni las servidumbres inevitables merecen la condescendencia en forma de vista gorda de las autoridades. Tan sólo el riesgo, más que evidente, de los vertidos directos al mar merecía -y merece- estar en guardia y operar con todos los mecanismos preventivos al alcance.
Los resultados de la aplicación en el litoral del país son significativos: el Tribunal Constitucional avaló la Ley, la Administración ha ganado la mayoría de los contenciosos promovidos por los afectados y un 95% de la costa ha sido deslindado. Pero el gobierno popular que va a cumplir cien días de ejercicio parece empeñado en utilizarla, supuestamente para tener otra opción de salida de la crisis. Ya no sólo es el aprovechamiento de playas, calas o similares para cenas amenizadas o conciertos y actividades en la orilla o en las rocas sino que el trazado de los deslindes y hasta la inseguridad jurídica ‘cobrada’ por los titulares de construcciones que eran legales antes de 1988 son razones para revisar la norma, con unos criterios de laxitud, por tanto, que invitan a pensar ya en la anarquía y en evidentes perjuicios.
Ni siquiera los hipotéticos beneficios a corto plazo en un escenario de reactivación económica inspiran el favorecimiento de la duda. El deterioro de zonas costeras se acentuará, ya lo verán. Unos interpretarán que tal franja les pertenece y estaremos ante casos de pseudoprivatización; mientras otros creerán que todo el mar es tan ancho como para aguantar lo que le echen. A la larga, será el propio sector turístico el más amenazado y dañado.Mientras no se acepte que el litoral es un bien merecedor del máximo cuidado desde cualquier punto de vista pero especialmente el medioambiental, un bien de todos y que todos deben cuidarlo, con una cultura cívica de prevención a prueba de presiones, difícilmente podrán evitarse los perjuicios que una revisión de manga ancha de la Ley de Costas producirá.

Al tiempo.


Publicado en Tangentes, número 44, marzo 2012.

lunes, 19 de marzo de 2012

HUELGA TRAS LA REFORMA

Son llamativos los esfuerzos gubernamentales y de los actores empresariales para desvirtuar la convocatoria de la próxima huelga general, algunos de ellos en forma de mensajes bastante simplistas que, en el fondo, pretenden alejar o desviar la atención del hecho principal que sustancia la convocatoria, esto es, la reforma laboral que tantas sonrisas de satisfacción generó en algunos a las que hubo que añadir, por cierto, frivolidades como las de aceptar ofertas en Laponia.
Como si fuera el primer paro de este tipo en la historia de la democracia. Como si los anteriores presidentes no hubieran tenido que soportarlas. Como si no se le hubiera escapado a Rajoy la frase del costo en uno de los foros a los que asistía, en una de las más claras expresiones de visión política que se le recuerdan, antes y después de ser presidente.
La huelga no tiene marcha atrás y cabe presumir que los esfuerzos aludidos se van a redoblar con tal de desmotivarla y minimizarla hasta intentar hacerla fracasar. No ha querido el Gobierno negociar nada, amparándose en la firmeza y en el apoyo parlamentario interesado de su iniciativa en este terreno y haciendo caso omiso de algunas señales que emitieron las centrales sindicales que, en la fase de preparativos, se empeñaron en huir de posiciones radicales y trataron de revisar algunos contenidos. No le importa al ejecutivo correr los riesgos de una percepción de prepotencia o soberbia política -cada vez más creciente, por cierto, no solo por este hecho- ni siquiera por el reconocimiento público de algunos de sus miembros en el sentido de que la reforma generará más desempleo, con tal de afrontar uno de los más duros ajustes que ha de operar en el actual marco de contracción económica.
Así, el Gobierno resiste hasta las advertencias de inconstitucionalidad que han llegado desde muy distintas procedencias, no solo las políticas. El período de prueba obligatorio de un año de duración para los denominados contratos de apoyo y la fijación de las condiciones de trabajo, con prohibición de una regulación determinada de las mismas mediante convenios colectivos, son factores que presuntamente vulneran fundamentos constitucionales. Si en el primero de los casos se facilita al empresario, por propia voluntad y sin causa justificativa, despedir al trabajador en cualquier momento, quebrando los principios del período de prueba que debe tener distinta duración, según la cualificación de los empleados; y en el segundo, dejar en manos exclusivas del empresario el cumplimiento del contrato, pudiendo alterar unilateralmente el horario, las funciones e incluso el salario, se pone de relieve qué es lo que prepondera en esta reforma así como la fragilidad y la indefensión -por no hablar del temor implícito, fácilmente deducible- de quienes tengan el supuesto privilegio de acceder a una plaza de trabajo.
Dirán que la huelga no arregla nada -lo dicen para desanimar, está claro- y tratarán de echar el resto sobre los evidentes afanes de desprestigio de los sindicatos, pero los trabajadores y desempleados deben ser conscientes de cuáles son los recursos y quiénes son sus últimos defensores en este cada vez más poblado solar de penurias y tribulaciones. La reforma, salvo que se demuestre lo contrario, las acentúa.

sábado, 17 de marzo de 2012

COPLAS QUE VIENEN Y VAN

Escribe Jesús que le apetecía, nuevamente, recuperar metros y esquemas fijos. Y como también quería evocar “el divertido ejercicio de escandir versos en nuestra época de alumnos”, ha alumbrado una nueva criatura en forma de multitud de cosas que van o siguen unas detrás de otras (en realidad, eso es una recua) con la frescura de los versos que tan bien se le dan, hasta que “Higa”, la agrupación folklórica a la que tanto debe, según su propia confesión, los musicaliza y los pasea, de isla en isla, para deleite de quien sabe apreciar que en cosas de folklore aún quedan muchas cosas por descubrir: “Con las malagueñas/ yo tiendo la mano/ a mis siete islas/ a mi pueblo hermano”.

Dijo José María Estévez Méndez, Chema, el ex alumno, prologuista y presentador de la obra, que los versos navegan por la obra en constante movimiento y sólo hay que echar una segunda lectura de cualquiera de las composiciones para percibir la capacidad de observación de Jesús en cualquier paisaje geográfico, en cualquier ambiente humano y costumbrista desde donde brotan los academicismos estróficos contenidos en “Recua verseada”, un nuevo título que Jesús Manuel Hernández García añade a la que ya es larga colección bibliográfica.

Chema estuvo atinado en el acto de presentación, celebrado en la sala ‘Francisco Abrante’, de La Perdoma, donde la noche que amenazaba tormenta se guardó el buen sabor de un alumbramiento entrañable y solidario, al que Francisco Linares, edil orotavense, aportó el toque estimulante de la producción cultural, pese a la contracción económica que nos tiene a mal traer, y en el que el “Higa” no solo sintonizó con los versos del autor sino que transmitió al público las buenas vibraciones de un trabajo perseverante y esmerado que luce con los alardes justos de instrumentos, voces y danzas. Hasta Fuerteventura saltaron con su nombre propio: “Por Maxorata está Higa/ y una berlina cantamos/ el verso que siempre siga/ y con baile acompañamos”.

Que Jesús Hernández sigue sin saber estarse quieto, son sus mismas palabras, lo prueba “Recua verseada”. Esa vena poética ya la destilaba en multitud de entregas de su polifacética actividad y era como una especie de espina que había que sacar. Es difícil en tiempos como los que corren, cuando la sensibilidad mengua a borbotones. Pero él se atreve -¡esa osadía, maestro!- y logra los excelentes resultados de una edición -bien ilustrada por Marianella Aguirre, por cierto- que se leerá con fruición porque hay figuras poéticas con las que identificarse.

Cuando Chema Estévez aludió a Manuel Machado en su intervención, estaba retratando el genuino sentimiento de cualquier afán poético popular: claro que hay que procurar que las coplas vayan al pueblo, que éste las haga suyas, la mejor manera de inmortalizarlas, de prolongarlas, de subirlas a la recua para que siga girando sin parar y generando otras nuevas. Aunque dejen las coplas de pertenecer a su autor “para ser de los demás”, para ganar eternidad, claro que sí.

Demostrado que Jesús, en plena forma, tiene de todo menos aburrimiento, los versos que animaron la noche perdomera tienden a perdurar entre el público amante de estas cosas y el que hasta profano puede confesarse. Lo proclama en la siguiente estrofa:

“Mis coplas vienen y van/ son mecidas por el viento/ y por los aires están/ pregonando lo que siento”.

martes, 13 de marzo de 2012

ISIDRO, EL DIPLOMÁTICO

Isidro González Afonso quiso conocer cómo era in situ la llegada de un cayuco y se acercó en silencio hasta Los Cristianos para ver los rostros desencajados de jóvenes y de niños, con algunos de los cuales, ya en tierra firme, habló mientras eran auxiliados: a unos reconfortó, a otros les despejó los naturales temores y de otros palpó la satisfacción que suponía haber superado la aventura en tan precarias condiciones de navegación.
Isidro estaba allí, en medio de aquella epopeya, de aquella tragedia humana que convulsionó el territorio canario y la sociedad de las islas a mediados de la pasada década. El diplomático discreto, el paisano del valle que ejercía en Asuntos Exteriores, en el gabinete del ministro Moratinos desde donde saltaría, en nuevos destinos, a la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) y a la embajada de España en Nicosia (Chipre), vivió la experiencia que, sin duda, le sería muy útil para los informes que habría de elaborar, un suponer, para afrontar la estrategia de la “ofensiva diplomática” -y no queda más remedio que entrecomillar la expresión- que España habría de desplegar para frenar el fenómeno de la inmigración irregular que también puso en guardia a la Unión Europea (UE).
“Somos diplomáticos”, dijo en cierta ocasión Inocencio Arias e Isidro González Afonso gusta de repetir ese pensamiento, tal como puso de manifiesto en su intervención del pasado viernes en el orotavense Liceo Taoro, donde, presentado por Juan Ruiz Alzola, habló de su profesión con la pasión enamoradiza de quien la abraza para siempre y experimenta la íntima satisfacción de haber sabido elegir y de experimentar cada vez, todas las veces, un paso positivo, un paso a favor del diálogo y del entendimiento entre los humanos.
Trazó González, en amena disertación, con lenguaje llano, un recorrido por la realidad de nuestros días. Desde el debate abierto en Estados Unidos, en plena campaña electoral, para resistirse a perder la condición de primera potencia mundial; a las progresivas conquistas de China y el crecimiento sostenido de otros países como Brasil, Turquía o Sudáfrica. Del modelo turco, por cierto, habló con generosas expectativas, incluso para aplicaciones políticas allí donde los conflictos políticos se enquistan. Se refirió a la evolución de la “primavera árabe” -situó muy bien su origen en unas demandas sociales en El Aaiún, antes que en las protestas de Túnez- y a la incidencia del cambio climático que también padecemos en las islas, con cuyo nuevo debate, las prospecciones petrolíferas, fue respetuosamente ecuánime sin ni siquiera vislumbrar una hipotética controvertida internacionalización del bien apetecido. Quiso ser optimista con la consideración que se tenía de España en el extranjero, con sus avances de las últimas décadas, sin dejar de reconocer las penurias que albergan y confiesan sus habitantes. Y confió en los esfuerzos de la UE para superar las penurias económico-financieras que la atenazan.
Isidro, el diplomático tinerfeño, el hombre que ya ha trabajado con cuatro ministros de distinto signo político, acercó a su auditorio La diplomacia del siglo XXI, con su relato y sus respuestas, en una amena y provechosa clase de Derecho Internacional.

Para muchos fue un auténtico descubrimiento.

lunes, 12 de marzo de 2012

DE LA IMPOSTURA Y LA FRAGILIDAD

Dos hechos que durante el fin de semana han llamado la atención y que deberían ser tenidos en cuenta por todos aquellos que aún se permiten acusar a otros de manipulación y sesgo, que siguen bramando por un giro en la televisión pública o que ven en cualquier tratamiento objetivo y ecuánime el resentimiento y la tendenciosidad. Seguramente, creerán que todos son de la misma condición. Veamos como no es así.
En una red social circula el descubrimiento hecho en un programa de debate del sábado por la noche en Tele 5. Se analizaba la reforma laboral, tan controvertida. Además de los invitados, participan espectadores. Una mujer dice ser apolítica, agricultora y madre de un hijo desempleado. Confesó ser una directamente afectada por las malvadas políticas del gobierno anterior. Hasta que uno de los intervinientes en el debate la descubrió y probó con teléfono móvil que era simpatizante del Partido Popular: ahí aparecía fotografiada en un mitin, bandera azul en ristre, y en otro acto público junto al ministro Arias Cañete. ¿Infiltrada? ¿Tolerada por el canal? ¿Pillado éste en su buena fe? ¿Falta de rigor en el control?

El otro hecho: la edición digital del diario ABC insertaba días pasados una encuesta alusiva, qué casualidad, a la reforma laboral. La pregunta: “¿Te parece adecuada la huelga general como respuesta contra la reforma laboral?” dejaba dos opciones, una de ellas, "sí, el derecho de recortes laborales requiere una movilización profunda". Cuando se quería votar "sí" a la cuestión que denotaba la necesidad de una reacción social masiva, no lo permitía: la respuesta automática era que ya se había votado. Y lo agradecía. En el momento de intentarlo, el porcentaje registrado era muy favorable para quienes así lo entendían. ¿Avería informática? ¿Lapsus de mantenimiento? ¿Malicia?

Los casos, a la espera de explicaciones convincentes que justifiquen lo ocurrido, son significativos a la hora de entender lo que puede ocurrir en estos tiempos en los que no bastan las penurias sociales impulsadas por las circunstancias sino que acentúan la fragilidad de quienes emiten sus opiniones. Hasta un sondeo que no tiene valor científico es objeto de manipulación. Asistimos entonces a un espectáculo mediático en el que todo vale, sobre todo si es el derechío su promotor. Prestarse a papeles impostores o frenar y desvirtuar una encuesta, aunque sea inofensiva, nos da idea de lo que algunos son capaces. Se busca: patentar el fraude. Si no estaba patentado ya en algunos códigos de conducta profesional. El manipula, que algo queda, debe ser desterrado.

No pasa nada por tener una tendencia, por acreditar una empatía, por moverse en determinadas coordenadas ideológicas, por identificarse con unos postulados o unas medidas, por defender un modelo, vaya… Si se dice, siquiera sin alardes, se es consecuente, es una actitud ética y todos lo entenderemos.Pero cuando ya se emplean ciertos métodos, la cosa cambia. Sobre todo, cuando quienes los practican y lucen van expidiendo carnés de moralidad o les exigen a otros pruebas de pluralismo y neutralidad.

El caso es que van quedando en evidencia.

sábado, 10 de marzo de 2012

PALMERAS QUE SE MUEREN

Alertan en una red social -uno de los escasos aspectos positivos que caracterizan el quehacer de los portuenses en los últimos meses, con proliferación de sitios y activa participación: al menos no estamos indolentes del todo- de la muerte de unas cuantas palmeras en la ladera de Martiánez, un precioso paraje natural, metido en plena geografía urbana, un lujo sin duda para los naturalistas. Y mucho más apreciable todavía si estuviera cuidado.

Hay algunas postales y fotografías antiguas que plasman un verdor resplandeciente, dando color a una singular formación rocosa que se extiende desde la calzada de El Tope hasta el límite del término municipal por el este. Las gráficas favorecen la licencia para la nostalgia. Pero también para lamentarse de haber ido perdiendo un recurso natural extraordinario del que andaba enamorado el sabio Telesforo Bravo que nos ilustraba siempre con sus conocimientos del lugar y nos advirtió, en su día, que la geomorfología se veía constantemente amenazada, por el peso que soportaba y las fisuras internas, tal fue así que nos indicó personalmente que los anclajes de un teleférico adosados a la parte superior del acantilado difícilmente resistirían el desgaste de la presión y el uso mecánico. Desaconsejaba, en ese sentido, la instalación, independientemente de otros impactos.

Ha habido intentos de recuperar la zona, de rehabilitarla. Se han sucedido a lo largo de los últimos años. De hecho, en los mandatos 1995-99 y 1999-2003 se llevaron a cabo desde el Ayuntamiento algunas actuaciones que resultaron insuficientes por falta de mantenimiento y de continuidad. La figura de la escuela-taller tenía sus atractivos pero la magnitud de lo que se pretendía exigía otras herramientas y planteamientos multidisciplinares que tuvieran que ver con la bilogía, la botánica, la geología y la etnografía. Hasta las formulaciones teóricas estaban bien hechas. Muchos valores, sí, guardan los pliegues de las paredes basálticas y los senderos frondosos. La ladera palideció, se fue quedando sin vegetación, cobrando una realidad agreste e inhóspita. Las sequías han contribuido a su presente depauperado y casi desértico. Es otro doliente reflejo de la decadencia del municipio.

El caso es que las palmeras, según puede verse en fotografías, se mueren. Es, además, una lenta agonía. Como si fueran transmitiendo unas a otras sus penurias y su incapacidad para sobrevivir.

Pero somos los humanos los que hacemos poco, o nada, por frenar ese proceso mortecino. Faltan voluntad y sensibilidad. Como con tantas otras cosas, no nos identificamos con este bien natural, no hacemos nuestra causa que merecería mejores afanes, otra dedicación, más recursos y otra respuesta.

Quizá esa alerta desde una red social sirva para algo. Pero no esperen sus promotores una reacción extraordinaria de las instituciones públicas. Y ojalá nos equivoquemos. Pero, al menos, que insistan y que hagan llegar por ejemplo su desesperada apelación al Consorcio de Rehabilitación Turística, por si puede incluir en su plan de acciones una que favorezca la rehabilitación de este espacio natural.

Ganaría la ciudad. Una ciudad que, durante años, antes de la Agenda Local 21, de la Declaración de Aalborg y de otras iniciativas medioambientalistas, a las que se adhirió, ya lucía un Festival Internacional de Cine Ecológico y de la Naturaleza.

Qué paradoja.

jueves, 8 de marzo de 2012

CONSECUENTE DIMISIÓN

Las imágenes no engañan, así que todo lo ocurrido ha tenido un final de lo más consecuente.

El compañero que presidía la Asociación de la Prensa de Granada, en un acto público, se levantó de su asiento, se despojó del cinturón e intentó agredir a dos mujeres que protestaban y proferían gritos a favor de la causa palestina. No estaba bien lo que hacían pero mucho menos la reacción del periodista que, avergonzado, ha presentado casi de inmediato la renuncia a su cargo. Ha tenido la decencia de dimitir. No tenía otra salida pero es encomiable su decisión y la prontitud.

Ahora es fácil hablar pero pudo haberlas dejado desahogar y aguantar hasta que se cansaran.

Pero la cultura del respeto y la tolerancia brillan por su ausencia en una sociedad cada vez más desigual e influenciada por sugerencias y prácticas radicales. Y este episodio, en vísperas del Día Internacional de la Mujer, lamentable desde todos los ángulos, da pie a pensar que es necesario insuflar valores cívicos que impidan su reedición.

Unos gritos improcedentes, un intento de agresión y una tan rápida como consecuente dimisión.

País.

lunes, 5 de marzo de 2012

AGUANTAR Y TOLERAR

Nada impidió al Partido Popular tomar la calle en varias ocasiones en la legislatura anterior. Ni manifestarse junto a cardenales, obispos, religiosos y partidarios de determinados y respetables conceptos y modelos de vida. Hasta el presidente de esa formación política, entonces cabeza visible de la oposición, se ufanó de motivar, movilizar y llenar vías y plazas para que el derechío mediático se explayara bien transmitiendo en directo bien inflando al día siguiente las cifras de asistencia o participación. Fueron felices entonces.

¿Y ahora? ¿Esperaban la dirección y las filas conservadoras que la gente no reaccionara o se mostrara indolente con sus medidas gubernamentales? Ya estarán comprobando que hasta las organizaciones obreras católicas empiezan a rebelarse contra la mismísima reforma laboral, esa que ha hecho sonreír sólo a los empresarios, hasta el punto de que monseñor Rouco ha desplegado la desautorización de algún documento en el que, fíjense ustedes qué pecado, se anima “a defender el trabajo con derechos”. O será por esto otro: animan a “participar en las iniciativas y movilizaciones que se convoquen por parte de las organizaciones eclesiales, sociales y sindicales”.

O sea, que hasta los menos sospechosos recelan, discrepan y desean exteriorizar su malestar. Normal. La crisis financiera mundial que desde mayo de 2008 se lleva por delante todo lo que trinque, gobiernos y políticos incluidos, está siendo muy costosa y el partido gubernamental, que era consciente de su alcance, sabe que ahora tiene que aguantar. Tiene el colchón de su generosa mayoría parlamentaria y autonómica, el apoyo de los poderes fácticos concurrentes y el no menos significativo respaldo -qué bonito es gobernar con los medios a favor- de un amplio espectro de comunicación que no se conforma con jalear las bondades -hasta ahora, escasas- sino que atribuye sin reservas las culpas y responsabilidades de cualquier desnaturalización del malestar social a quienes, aún lamiéndose las heridas de sus serios reveses electorales, acreditan querer hacer una oposición responsable, constructiva y leal, tal como se ha visto en política antiterrorista, exterior o de defensa, sin dejar de citar el apoyo proclamado para defender en los foros correspondientes la flexibilización en el cumplimiento de reducción del déficit público o la mismísima anunciada enmienda a la totalidad a la reforma laboral; sí, sí: esa misma que no gusta al catolicismo trabajador, ya ven.

Aguantar y tolerar que afeen su conducta y sus decisiones del pasado. ¿O es que ya no nos acordamos del voto en contra de los populares de aquella durísima batería de medidas que en mayo de hace dos años impidió que España fuera intervenida como ya lo habían sido Grecia, Irlanda y Portugal? Paradójicamente, entonces, los grupos parlamentarios nacionalistas antepusieron el interés de España y el reajuste fue aprobado por los pelos. La democracia es eso: aguantar y tolerar. Y aportar soluciones -¿no era este término uno de los eslóganes de campaña?-, que para eso se recibe el mandato de las urnas. Incluidos, los votos prestados.

sábado, 3 de marzo de 2012

EL PORTUENSE QUE DESCUBRIÓ A RAQUEL WELCH

Nacido en 1915 en el Puerto de la Cruz, Domingo Tomás Hernández Bethencourt sintió desde temprana edad la llamada de la interpretación. A los cinco años, en compañía de sus padres y un hermano mayor, viajó a California. Su formación en el ámbito del teatro le fue acercando a círculos cinematográficos: se convirtió en un artista. Su nombre: Tom Hernández.

Le conocimos a finales de los setenta, en uno de los viajes a su localidad natal. Le gustaba pasear y conversar con amigos en la plaza del Charco. Hablaba un español macarrónico, al cabo de tantos años en los Estados Unidos. Lo puso de manifiesto cuando intervino en el acto de inauguración del cine ‘Timanfaya’, invitado por sus propietarios: agradeció vivamente al matrimonio “Perrggy and Terrgge” (Pedro González y Teresa Cruz) su gesto e hizo un breve y apresurado recorrido de su trayectoria artística.

El fue quien descubrió a Raquel Welch, inicialmente conocida como Raquel Tejada, aquella imponente y deslumbrante mujer -a la que llamaron “El cuerpo”- que rodara, allá por 1966, en Las Cañadas del Teide y en el Llano de Ucanca, escenas de la película “Hace un millón de años”. La animó después de haber sido seleccionada reina en una feria hípica. Vaya si acertó. Hablaba de Raquel con verdadero sentido de la amistad, profesada durante muchos años.

Un enamorado de la historia local, Bernardo Cabo Ramón, reserva a Tom Hernández una destacada glosa en su sitio digital “Puerto de la Cruz: sus gentes y sus cosas”, en la que consigna las apariciones del actor en películas tanto de producción española como norteamericana y de otras nacionalidades. Recuerdo haber visto en un par de ocasiones uno de los títulos en que intervino, “Los comancheros” (1961), donde interpreta el papel de crupier.

Otras películas en las que apareció: “Comenzó con un beso” (1959), “Los cuatro jinetes del Apocalipsis” (1961) y “Vacaciones en Acapulco” (1963). Varios papeles también en series televisivas de grata recordación como “Laramie”, “Caravana”, “El virginiano” y “Daniel Boone”.

En su entrada dedicada al actor portuense, Bernardo Cabo Ramón relata cómo Tom Hernández fue seleccionado en la Feria del Condado de San Diego para un espectáculo de doma clásica y encarnar la imagen promocional de la convocatoria. Ahí surge el personaje de don Diego, inspirado en hechos reales protagonizados por Diego de Alvarado. Se convirtió en todo un símbolo, en la proyección de la feria durante muchos años, tal es así que se conserva una estatua suya de dieciséis pies en el acceso principal del recinto que perpetúa su recuerdo.

De sus estancias en el Puerto de la Cruz, ya en los años ochenta, se plasma una anécdota. Conversaba en vísperas de la festividad de Epifanía con Antonio Ortiz Hernández, entonces concejal de Turismo y Fiestas, cuando le dijo en aquel castellano macarrónico que resultaba gracioso:

-Antonio, no comprendo. En Norteamerica, viene Papá Noël y cada niño o cada persona tiene un regalo. Aquí se celebran el 24 de diciembre y los Reyes Magos y a casi todo el mundo le parece poco un solo obsequio. Por eso se ve a tanta gente comprando. Pero no lo entiendo. Eso es un consumo incontrolado. Y una mala costumbre.

Tenía toda la razón, claro.

Este portuense, que en eso y en otras cosas se anticipó a su tiempo, que descubrió a Raquel Welch y al que se sigue recordando en San Diego, falleció en Los Ángeles el 2 de junio de 1984.