viernes, 23 de abril de 2010
LA ESPIRAL INCONTROLADA DE LANZAROTE
jueves, 22 de abril de 2010
SAMARANCH, EL SEÑOR DE LOS ANILLOS
miércoles, 21 de abril de 2010
SORIANO NO ES INCOMPRENDIDO
martes, 20 de abril de 2010
BONILLA, POLIFACÉTICO
lunes, 19 de abril de 2010
BOQUIABIERTOS
Se pondera -aunque muchos lo consideran insuficiente dado el nivel del listón que colocaron cuando los socialistas atravesaron una situación similar- el perdón de algunos cargos públicos del Partido Popular que sigue aturdido con su Gürtel, un estigma cuyas consecuencias futuras siguen siendo imprevisibles -queda aún por conocer, ejemplo, lo referido al voluminoso blanqueo de capitales: la pregunta de siempre: ¿el dinero dónde está?-, principalmente en los contextos del comportamiento electoral y de la afección a la misma organización interna del PP, donde es lógico que menudeen las espinas.
Sigue siendo la gran incógnita la sentencia del Tribunal Constitucional (TC) sobre el Estatut de Catalunya, sin duda uno de los mayores desacuerdos registrados en su tramitación y en su posterior sanción jurídica. Un jeroglífico gigantesco, indescifrable, entre las presiones y las interpretaciones y entre los escenarios imaginables.
La eclosión del liberal Nick Clegg en un debate televisado -dicen que el primero en la democracia más vieja del mundo- ha producido un vuelco en las encuestas que, unido al peculiar sistema electoral británico, echa más pimienta al pote de la consulta popular del próximo 6 de mayo en el Reino Unido, donde todo es posible.
Y en Canarias, otra sinrazón para el entretenimiento: sus señorías estudiarán y debatirán su propio absentismo, acaso la penúltima cabriola de una legislatura en la que ha pasado de todo en el Parlamento. Bueno, menos la moción de censura.
Pero, en fin, con todo eso marcando parte de la actualidad y el interés informativo de la semana, la atención se centra en el apellido de un juez: Garzón, carne de banquillo según todos los indicios para regocijo de algunos, frustración de muchos e incertidumbre generalizada para el mismo sistema judicial. Una historiadora norteamericana dijo en la radio hace unos días que no sabía cómo iba a explicar a sus alumnos que el juez que había decidido investigar desmanes del franquismo era quien ahora iba a ser enjuiciado por sus propios compañeros que discrepaban de la naturaleza de los presuntos delitos en los que Garzón quería profundizar y que a la causa se habían sumado organizaciones ¿políticas? de otro régimen y de otra época que, para más inri, no creen en la democracia. Pero, eso sí, se aprovechan de ella cada vez que pueden. Es lo terrible. Y lo que que la democracia debe tragar.
No tenía competencia objetiva para decidir lo que hizo. Cuando el fiscal de la Audiencia Nacional presentó el recurso correspondiente, el mismo juez se declaró incompetente y cerró el expediente. Pero el “daño” ya estaba hecho y la transgresión puede costarle la carrera. Y ahora se juzga la presunta prevaricación. Es probable que los alumnos de la profesora citada no entiendan nada de nada, sobre todo si las explicaciones dedican un apartado al encaje de bolillos que es el poder judicial de nuestro país y los vericuetos políticos que hay que cruzar para llegar a acuerdos mínimamente satisfactorios. Quedarán boquiabiertos. Como muchos de nosotros.
Aquí nos quedaremos con preocupantes impresiones sobre el funcionamiento del aparato judicial y los factores que lo inspiran, sobre los móviles ideológicos de los jueces y sobre el significado de fondo de esta decisión, por muchas adhesiones públicas que haya favorables a Garzón -situado en la dicotomía héroe o villano- y por mucha perplejidad que se suscite en otros países, en las mismas asociaciones profesionales de la judicatura y en medios internacionales y universitarios. Y eso que la memoria histórica tiene una Ley.
A la espera de los resultados, quede congelada aquella célebre sentencia de un escritor, plasmada cuando ni siquiera estos episodios estaban en fase de gestación: “La derecha española nunca pierde en los tribunales”.
viernes, 16 de abril de 2010
LA CALLE DEL FÚTBOL*
Esa afirmación, empezar en la calle, nos devolvió a los años mozos y de la infancia. Cuando no había campos o los que existían estaban muy limitados en su acceso y en su utilización. La calle, ancha o angosta, corta o larga, empedrada o de tierra, asfaltada o a medio asfaltar, daba igual, era el campo natural, el espacio donde aprender, lucir habilidades y emular a las figuras de la época. Era el escenario donde romper pantalones y calzado, donde hacer paradas, donde dar patadas, donde driblar y donde rematar…
Al principio era la calle, la calle de cualquier pueblo, donde el abc del fútbol se aprendía a ritmo de vértigo, donde jugaban chicos y grandes robando horas al estudio y huyendo despavoridos si asomaban las gorras de los guardias (así se llamaban entonces) municipales, luego al mando de las primeras motocicletas. Porque en la calle -otra proscripción más- no se podía jugar. Y si la cruzaba alguien, había que parar, no fuera que alcanzara un balonazo o un empujón de los contendientes. Algunos jugaban descalzos; otros, con lonas. Y los más, rompían los zapatos con los que al día siguiente había que ir al colegio.
La calle, a veces, estaba delimitada por paredes o muros que, en el fondo, se convertían en un elemento de apoyo. Toque a la pared, superado el contrario y de nuevo el balón en los pies. ¿El balón? Muy raro. Eran pelotas de goma o plástico el instrumento de juego, cuando no, las de papel o trapo, hechas manualmente y duraderas hasta que ya no rodaban. El balón o la pelota a menudo caían en la finca o en la casa próxima, cuando no rompían algún cristal. Y se acababa el juego o se interrumpía hasta que alguien, no sin temor o esfuerzo, saltaba el muro y recuperaba el instrumento.
Allí comenzó todo. Lo ha consagrado Zidane, una leyenda. Formas aparte, dice el ex jugador madridista que ahí se aprende a no estar solo. Otra gran verdad: experimentas la primera sensación de compañerismo o sientes la envidia de quien juega mejor. Acompañar o rivalizar, aprender, educarse, reaccionar: esas eran las cuestiones. La calle como escuela, con su espontaneidad y sus improvisaciones, con su anarquía, con su singular albedrío…
Allí es donde primero se aprende. Palabra de Zidane.
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* Artículo publicado ayer en el prestigioso sitio web www.idomaydeporte.com cuyo titular es el profesor Jesús Castañón Rodríguez, doctor en Filología Hispánica por la Universidad de Valladolid y autor de una amplia bibliografía de referencia.
jueves, 15 de abril de 2010
QUÉ MAL PERIODISMO
miércoles, 14 de abril de 2010
UNA CORRIENTE EN LA AVENTURA
-Estas cosas se sabe siempre cómo empiezan pero nunca cómo acaban.
Y en esa carrera a ninguna parte que es el independentismo canario -mejor será escribir: el independentismo tinerfeño frente a Gran Canaria, obcecación donde las haya para los promotores- ha surgido un hecho que llama algo la atención. Es como un salto -por ahora, con todos los respetos ni cuantitativo ni cualitativo- que le da cierta vida a la carrera, que la anima, vaya. No todo va a ser reiteraciones plúmbeas ni simplonerías de tres por cuatro.
Es que un destacado concejal de Coalición Canaria en el ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife, Hilario Rodríguez, ha anunciado la puesta en marcha (sic) de una corriente de opinión independentista o prosoberanista en el seno de su organización política. Los prebostes nacionalinsularistas no se han manifestado ni a favor ni en contra: “La cosas de Hilario”, se habrán dicho y habrán seguido en sus ocupaciones que saben son muchas y algunas de ellas, complicadas. Ni los socios del pacto reeditado en el consistorio capitalino (PP) han rechistado, pero bueno, da igual: a estas alturas del mandato, después de todo lo ocurrido, y en plena fase de reorganización, no van a ocuparse de esas minucias ideológicas aunque desprendan el tufo de las incoherencias: compartir gobierno con independentistas, ¡por cuánto! Virgencita, que me quede como estoy. Total: si otros ya han tragado en el pasado, no seremos nosotros quienes quebremos la evolución de las especies. ¿No es la política el arte de lo posible? Pues demostrémoslo con hechos. ¿No es la política canaria el escenario surrealista por excelencia? Pues sigan bailando.
Buen tipo Hilario, bromas y 'tonicazos' al margen, a quien cuesta imaginarlo en aventuras filosoberanistas, entre otras cosas porque si con sus métodos intentan, desde esa corriente orgánica de un partido gubernamental, persuadir al personal de todas las bondades que brinda una nación archipielágica, que barrunta en esas Hespérides frondosamente menguantes una suerte de edén, están arreglados. Pero, con las cuestiones idelógicas y no digamos con las utopías, hay que se respetuosos. Juegan con esa ventaja pero hay que serlo, sin descuidar los derechos propios y los valores del pluralismo, que de eso parecen olvidarse algunos cuando se lanzan al estrellato.
Ahí, la democracia, los partidos políticos tendrán que aplicarse y asumir con valentía pactos y medidas que, primero, no pongan en riesgo la propia convivencia ni impulsen aventuras de muy incierto final; y luego, favorezcan un autogobierno sólido que madure al calor de la experiencia acumulada durante casi tres décadas. No sea que lo del Estado Libre Alocado, sarcasmo de aquel modelo asociado que un día se sacó Lorenzo Olarte de la chistera en la mismísima tribuna parlamentaria y que luego, con desigual frecuencia y volumen, ha sido utilizado en declaraciones públicas o discursos teóricos con valor efímero, sin duda. Estatuto, sistema electoral: los partidos lo tienen relativamente fácil. Sólo se precisa voluntad política y cierta visión de futuro.
De modo que el sonsonete monocorde de quienes en el delirio 'canariensis' cuentan hasta con los aliados de la indiferencia, se ha visto alterado por ese anuncio que tiene poco de ideológico. Buena falta que le hace a Coalición Canaria un sustrato que permita superar, por ejemplo, ciertos atavismos insularistas. Un sustrato que, sencillamente, favorezca la vertebración de los canarios y reduzca los índices de desapego hacia la cosa pública en general.
Pero no: parece que algunos se arriesgan a empezar la casa por el tejado. Total: si vascos y catalanes se han lanzado, por qué no los canarios. Olvidan que esos dos pueblos tienen riquísimos antecedentes de nacionalismos bien fundamentados.
Y así, el salto de Hilario cuenta con bendiciones, incluidas las que se hacen por omisión. En el fondo, otra prueba de lo que tan atinadamente definía días pasados el periodista Juan García Luján: el independentismo como entretenimiento. Claro: como está todo resuelto, como vamos a tener menos coches y menos conductores, como Madrid sigue sin entendernos, como todos los sectores productivos están contentísimos y aunque ya no circule por estos pagos López Aguilar, lo procedente es inventarse la corriente, a ver quién se deja arrastrar, porque camarones dormidos seguro que encuentra.
martes, 13 de abril de 2010
SALPICADO Y CONCERNIDO
Pues no. Por mucho que se empeñen algunos en resaltar ese hecho como natural y por mucho que algunos dirigentes lo utilicen como recurso eficaz en la estrategia defensiva, nos parece que eso es un insulto a los propios simpatizantes y votantes del PP, al menos a aquellos que aspiran a un ejercicio noble y limpio de la política. Nadie, en su sano juicio, puede estar de acuerdo con esos métodos, por muchos antecedentes impunes que haya. Pero no caben la resignación y el dejar hacer: es mucho lo que está en juego. Y si se dan por buenas desde la voluntad popular ciertas conductas, mucho nos tememos (¿Italia?) que los males sean irreversibles.
Cierto que la ciudadanía o los electorados en general siempre fueron más exigentes con la izquierda a la hora de tratar estos asuntos, hasta castigar o pasar factura en la siguiente consulta electoral. Da igual que ciertos tratamientos mediáticos lo aireen, con desigual valentía, pues ello sólo viene a probar las diferencias que alimentan esas exigencias.
Lo que no es de recibo, en la cuestión de fondo, es que mirar de perfil la envergadura de estos problemas, o aguardar que escampe tras la tormenta, es decir, no producir una respuesta política adecuada a los casos de presumible corrupción política en la propia casa, sea la táctica aplicable. Todo eso envilece la alternativa de poder que los populares quieren configurar o representar; y lo que es peor, merma su propia credibilidad -por muy condescendientes que sean sus electores-, con la agravante de su incidencia en el funcionamiento del sistema democrático, entre cuyos pilares están los partidos políticos. Si éstos no dan ejemplos claros y tangibles de que esa vía está prohibidísima, mediante una actuación ejemplar, la democracia se resiente. No digamos la confianza de los ciudadanos cuyo desapego y cuyos recelos hacia la política en general crecen a medida que se destapan casos como los que comentamos.
Tolerancia cero ante la corrupción. Lo asumimos todos, ¿de acuerdo? No puede ser de otra forma. Pero hay que practicarlo. De momento, aquel código ético aprobado por el PP hace pocos meses ya duerme el sueño de los justos. Es como si se hubiera visto desbordado por el mismo volumen de los cincuenta mil folios conocidos del sumario.
Ahora, cuando tiene que demostrarse la madurez o la solidez de una organización política, el problema no es buscar una, dos o un par de docenas de chivos expiatorios o cabezas de turco: el todo es determinar el alcance de las responsabilidades políticas en un partido que es supuesta alternativa y que ya tiene experiencia gubernamental, aunque desde que fue desalojado del poder viene cometiendo errores que se van tornando muy perjudiciales.
Demasiadas irregularidades, varias comunidades, los tentáculos de una trama cada vez más extendidos: cuando esa derecha se pone, sólo la detiene el propio monstruo que ha creado. Y que quede claro: no es que toda la derecha sea corrupta; es más, hay mucha gente decente en ese lado de la política y en el Partido Popular. Hay personas que se han esmerado por fortalecer la democracia y seguro que andan muy dolidas por todo lo que está pasando y por la propia incapacidad de la dirección para atajar estos males y estas crisis.
Pero ese PP que sucedió a los gobiernos de Felipe González, que aparecía en la escena social como la alternativa, agitando la bandera de la regeneración, de la decencia en política, se ve ahora salpicado y concernido. La democracia, una vez más, tendrá que idear y aplicar mecanismos para salir airosa de estas turbaciones.
Desde luego, ese de que no importa que unos cuantos de la derecha hagan negocio con lo público y se aprovechen pues a la gente le da igual; ese pensamiento resignado y conformista, en el fondo, bases de una cultura, ese no. Tiene que molestar a la propia derecha.
lunes, 12 de abril de 2010
RESILIENCIA
La afirmación parece determinante en tiempos como los que nos ha tocado padecer, cuando el optimismo se paga muy caro (si es que se puede pagar) y la autoestima es un valor que va menguando, casi sin darnos cuenta, por numerosas circunstancias.
Pero está bien que alguien tan autorizado como Rojas Marcos lance un mensaje de esas características, que sirva para romper tantos testimonios de crisis, tantos datos negativos, tantas informaciones de situaciones complicadas, por lo general, generadoras de pesimismo, en efecto. Cualquier intento de romper la sensación de pesadumbre es positivo y si es inducido por quien conoce bien el comportamiento del ser humano, más crédito tendrá.
Se trata luego de ser consecuente, de aplicarse en la construcción y ejecución de esos pilares para retomar vibraciones positivas y contrastar que hay vida al otro lado de la crisis. Es difícil admitir esto sin más, en otras palabras, es fácil escribirlo o formularlo en el plano teórico. Pero después depende de cada uno para hacerse con la iniciativa y operar los cambios conductuales que propicien decisiones y otros hábitos. No se logra de la noche a la mañana, desde luego, pero hay que intentarlo.
Porque nos dejamos vencer por los contratiempos y las tribulaciones -a veces de forma demasiado fácil, arrojando la toalla antes de tiempo o acomodándonos a situaciones carenciales a la espera de algún apaño o de que otros decidan por uno-, nos olvidamos de lo primordial que resulta en la vida mantener la compostura y la firmeza personal e intelectual para salir airosos de trances adversos.
En un país donde se presume de estar estresados o donde está mal visto decir que eres una persona optimista o resignarse al mejor tiempo pretérito, es indispensable que las personas sean conscientes de que ni la nostalgia es productiva ni cruzarse de brazos genera rentabilidad. La convicción de que lo más importante para un individuo es uno mismo cobra toda la vigencia posible. O se asume este planteamiento o empeorarán las cosas pues “está demostrado -dice también Rojas Marcos- que las personas que localizan el ‘centro de control’ dentro de ellas, tienen más posibilidad de superar la adversidad”.
A propósito: en el contexto de estas situaciones, surge un nuevo término: resiliencia, que significa la capacidad que tiene el ser humano para resistir “sin rompernos” y con el tiempo, volver al estado inicial en el que estábamos. La resiliencia describe una mezcla de resistencia y flexibilidad. Se supone que tiene mucho que ver con el componente genético. Quienes ya han experimentado tribulaciones y penurias y han aguantado, saben que ello es fundamental para buscar caminos. Igual no se vuelve al punto de partida pero son capaces de dar pasos para nuevos rumbos y para enfocar quién sabe si una nueva vida, sobreponiéndose a los reveses que marcaron una etapa.
En todo caso, si las crisis enseñan y nos devuelven al realismo, por duro que éste sea, tengamos presente que las oportunidades que surjan hay que aprovecharlas. Ya se sabe: con optimismo y autoestima.
viernes, 9 de abril de 2010
ERASMO ARMAS, EN EL RECUERDO
jueves, 8 de abril de 2010
EL CAOS DE GÜRTEL
miércoles, 7 de abril de 2010
OTRA FARMACIA DE GUARDIA
Parece una demanda razonable, pese a que el Puerto de la Cruz, ya se sabe, es el término municipal más pequeño de Canarias y todo parece estar al alcance, sin casi de necesidad de tener que utilizar medio de transporte. Un hecho es la decadencia del destino turístico pero otro, muy distinto, es que la población, tanto nativa como visitante, siga precisando de servicios como el que nos ocupa, acentuado, precisamente, en días feriados y vísperas.
Los datos son incuestionables: hay diecinueve farmacias aptas para hacer guardias, doce localizadas en el casco y las siete restantes en barrios o distritos adyacentes. Eso significa que toca una guardia cada dieciocho días. Se supone que el sistema está concertado entre los licenciados y el colegio profesional que los agrupa. Y se supone que debe estar inspirado en criterios funcionales y consecuentes.
Sin embargo, existe esa fisura: un solo establecimiento farmacéutico de guardia resulta insuficiente. Para mucha gente, es una incomodidad, cuando menos un trastorno, tenerse que desplazar, pongamos por ejemplo, desde la calle Mequinez hasta La Vera. Personas con movilidad reducida o a las que cueste tener que abonar el importe de un taxi, no digamos cuando se trate de alguna emergencia para ellas mismas, se ven claramente en dificultades para hacerse con el producto que buscan. Gastos de tiempo y de transporte que se añaden al precio.
Todo aconseja entonces una revisión de ese sistema, o lo que es igual, introducir alguna medida correctora que permita salir del trance. Aún cuando los titulares de las propias farmacias hayan de afrontar algún esfuerzo, como más personal o más horas extraordinarias de carácter específico, posiblemente -salvo otras de rango normativo que no alcanzamos a conocer- la causa que impida o condicione la alternativa.
Dos farmacias de guardia en una ciudad de las características de la portuense, con sus peculiaridades, no son una aspiración descabellada. Se insiste: lo hemos vivido de cerca, en primera persona. Para el cliente es casi peor tener que desplazarse a un sitio que le resulta lejano para ir a pie que no encontrar la prescripción señalada.
Confiemos en que los elementos objetivos de la demanda sustancien una solución racional y equilibrada, pensada a favor de los usuarios.
lunes, 5 de abril de 2010
EN BANDEJA, PERO...
Lo peor para el PSOE capitalino es que, a estas alturas, apenas emerge como alternativa real al evidente desastre de la gestión gubernamental del presente mandato que, sumado a las rémoras y desgaste de los anteriores, así como al agotamiento del proyecto insularista y al entreguismo ilimitado del Partido Popular, propician unas coordenadas muy asequibles para intentar acceder al gobierno municipal.
En ellas hay que situar, por cierto, el creciente descontento de buena parte de la población, recelosa con la revisión del Plan General de Ordenación (PGO) hasta los términos que significaron sus manifestaciones en las calles santacruceras, el malestar multiplicado en foros y tribunas digitales y el claro desbordamiento de los recursos disponibles para contrarrestar aquéllas y sus antecedentes. Algo se movía en Santa Cruz, escribimos. Parecía como si esos sectores ciudadanos hubieran dicho ¡basta ya! y por primera vez en mucho tiempo se advirtiera que, perdidos los miedos y las dependencias, hartos de maniobras especulativas y temerosos de que los 'fuera de ordenación' se convirtieran en otro terreno abonado para negocios turbios, esos sectores ciudadanos proclamaran su cansancio y su sensibilidad.
Cabe preguntarse si el PSOE capitalino está rentabilizando esas circunstancias sociológicas que, en otras ciudades, por cierto, sentaron precedentes de tendencias y resultados electorales que cambiaron colores de gobierno. Es como si le hubiesen servido en bandeja uno de los planteamientos más apetitosos para hacer política cercana de verdad, para explicar a fondo el alcance de los supuestos desaguisados del Plan General de Ordenación y para convencer a muchas personas de que hay alternativa a ese PGO, acaso la plasmación, la prueba palmaria del agotamiento al que hemos hecho referencia. No es para pedir frutos a corto plazo pero es evidente que la ocasión no se puede dejar pasar.
Y no sólo esa bandeja, porque en el controvertido mandato que afronta su última recta anual hay también otras claramente indicadoras de que el ánimo crítico de la ciudadanía gana enteros. Entre los asuntos pendientes de resolución judicial y los de naturaleza política preñados de rupturas y recomposiciones de alianzas, ambivalencias, desaciertos e irregularidades, la oposición -esa oposición a la que parecen condenados los socialistas capitalinos- tiene mucho donde escarbar para cumplir con la tarea de fiscalizar pero también mucho donde forjar una alternativa real, sólida y creíble.
Pero ésta debe ser la resultante de muchas cosas, entre ellas la cohesión de la que carecen y el arropamiento indispensable para embarcarse en un proyecto que empieza por sacar del desencanto y del desapego a mucha gente no sólo de las propias filas sino de los sectores ciudadanos que se resignan y que abonan los porcentajes del absentismo en las urnas. Unos y otros reclaman seriedad, hasta otro estilo de gobernar: se han cansado de personalismos estériles y de oscurantismos que han hecho aumentar la desconfianza de quienes se conformaban, qué vas a hacer si esto es lo que hay.
Esa alternativa, con los considerandos reseñados y con otros que seguro se pueden añadir, no se logra en un breve lapso de tiempo. Al menos eso lo tendrán claro. Porque algo se sigue moviendo en Santa Cruz. Servido en bandeja.
sábado, 3 de abril de 2010
SE APAGÓ LA VOZ DEPORTIVA DE CARLOS ARGÜELLES
Las primeras referencias que se almacenan en la memoria de Carlos Argüelles García, recientemente fallecido, hay que situarlas en la primera década de los años sesenta del pasado siglo, cuando escuchábamos “La Voz del Valle”, aquella emisora sindical emplazada en el Ayuntamiento de La Orotava y que dirigía el padre José Siverio.
La emisora alcanzó gran popularidad (la televisión entonces no existía o era muy incipiente) merced a un programa de participación titulado “Las tres columnas”, consistente en la recaudación de fondos destinados a hacer más llevadera la denominada “Navidad de los humildes”.
Décadas después, los historiadores Julio Yanes y Rodrigo Rodríguez hicieron una exhaustiva investigación de las entretelas de aquella emisora entrañable para todos los habitantes del norte tinerfeño. Ese trabajo dio como fruto un excelente libro “La radiodifusión sindical del franquismo. La Voz del Valle en las Islas Canarias 1960-65”, un documento (según Juan Cruz Ruiz, autor del prólogo) “de primera magnitud que a mí, al menos, me ha puesto los pelos de punta”.
En las páginas de este libro se alude al quehacer de Carlos Argüelles, que había sido árbitro de fútbol. Era lo que hoy equivaldría al jefe de deportes de cualquier medio. Se las ingeniaba Argüelles para hacer bueno el principio de la inmediatez desafiando las limitaciones técnicas de la época y para coordinar un equipo de corresponsales y colaboradores que daban cuerpo a la información en los programas deportivos que conducía ante el micrófono. Con Juan Cruz transmitimos noticias de resultados de las categorías inferiores, desde la centralita localizada en la empresa “Hernández Hermanos”.
Además, Argüelles era un gran aficionado al ciclismo. A su iniciativa se debe aquel célebre Cinturón Ciclista del Valle de La Orotava, una de las escasas pruebas que entonces se disputaba en las carreteras de la isla y que era incluida como uno de los principales números del programa de las fiestas de la localidad. La voz de Argüelles, transmitiendo la prueba, era inconfundible. También informó, desde las vetustas centralitas de los pueblos por donde discurría, de la Vuelta Ciclista a Tenerife, aunque la “hazaña” de aquellos años fue la cobertura de un récord de resistencia que protagonizó un ciclista colombiano, Marco Antonio Márquez, en el “habilitado” velódromo de la misma plaza del Ayuntamiento de La Orotava. Argüelles fue no sólo mentor de la cosa sino un entusiasta ejecutivo en todos los órdenes de organización hasta desembocar en el micrófono con sus impresiones de primera y experta mano. Carlos fue la referencia deportiva de “La Voz del Valle”.
Le conocimos entonces cuando presentaba los festivales de disfraces infantiles en el costado sur de la plaza del Charco. Hasta aquí bajaba para presentar a los concursantes y animar los modestos espectáculos que montaban en aquellos años los responsables portuenses de los festejos.
Se fue alejando de los ámbitos deportivos y mediático pero siempre estuvo atento a resultados, clasificaciones y publicaciones. Cuando nos saludábamos en algún recinto deportivo siempre había minutos para evocar aquellos menesteres suyos que luego reeditó -¡lo que son las cosas!- en una tertulia televisiva junto a otros destacados villeros, amantes de las esencias del pueblo y protagonistas, en distinta medida, de esa pequeña gran historia.
Descanse en paz.