sábado, 29 de noviembre de 2008

CACHARROS DE SAN ANDRES

Vísperas de San Andrés. El día de correr el carro. O el cacharro.
No es una fiesta. Es una tradición. A la hora de explicar los orígenes, surge una controversia curiosa que sirve para entender la multiplicidad de leyendas urbanas en el Puerto de la Cruz.
El caso es cultivar la tradición. Introducir elementos de estudio, hacer que los niños se identifiquen con la fecha, con la costumbre, adaptarse a los tiempos, a la nueva fisonomía urbanística de la ciudad incluso, promover talleres y enseñar a reciclar, compartir el espíritu lúdico, usar y combinar los elementos propios de la estación…
Ese fue, a grandes rasgos, el enfoque que tratamos de imprimir cuando ejercimos responsabilidades de gobierno en el municipio, con una muy interesante iniciativa de la concejalía de Cultura que prendió, sobre todo, en los colegios y en la comunidad educativa. Uno celebra que se quiera dar continuidad y consolidar estas acciones que, se insiste, vienen a enriquecer el costumbrismo local.
Recuerdo haber escrito hace muchos años un breve trabajo que desde el Ayuntamiento fue traducido en inglés y alemán para ser distribuido desde primeras horas de la mañana, con el fin de que los turistas, principalmente, encontraran sentido a todo aquello, a aquel ruido penetrante que invadía las calles portuenses, a aquellas carreras o aquellos paseos que se hacían a un ritmo inusual, bien a velocidad vertiginosa bien sin prisas.
Y recuerdo, naturalmente, cómo la tradición estuvo proscrita durante el franquismo y era un mérito de los colegiales, de los jóvenes y de gentes de todas las edades correr en dirección contraria a la que seguían los guardias municipales que terminaban riéndose de aquella suerte de juego del escondite.
La plaza del Charco era el núcleo central de la tradición. Cuando caía la noche y los policías locales se rendían porque les resultaba imposible controlar nada, había auténticas carreras. Era otra forma de dar vueltas a la plaza. Se veía de todo: desde neveras o lavadoras hasta chapas de bebidas embotelladas. Cacharros, latas y residuos metálicos de toda laya, encontrados en barrancos y vertederos, atados para producir un ruido intenso, estruendoso. En la esquina del costado norte, donde hoy se ubica la parada de taxis, había una caseta para tómbolas y la gente se ponía allí a gozar el insólito espectáculo, con evidente riesgos para sus extremidades inferiores, tal era la velocidad y la cercanía con que los corredores circulaban.
Cerca de la media noche, los que resistían, los que venían desde los barrios altos del municipio, acumulaban los cacharros inservibles. Era la montaña de cacharros y algunos tenían la osadía de subirla. Debe haber algunas fotografías.
El paso de los años suavizó la prohibición y la adaptación peatonal de vías mermaron la particular celebración. Había menos gente y los jóvenes se divertían de otra manera. Aquella no les atraía o resultaba indiferente. Aún así, ya en democracia, se produjeron intentos para revitalizarla. En el centro de la plaza, por ejemplo, despachaban, a precios populares, castañas, gofio, pescado salado y vino.
En otro artículo que firmé en Diario de Avisos, titulado “Cacharródromo”, se aludía a esta evolución de las vísperas de San Andrés, ya plenamente identificadas con la apertura de las bodegas para probar el vino de más reciente producción. Muchos portuenses, por cierto, prefirieron tomar ese camino: organizar cenas y reuniones en localidades próximas.
Entretanto, en los alrededores de la plaza, la costumbre cobraba en los primeros años del actual siglo un sabor o un ambiente más pedagógico. Se trataba de atraer a los niños, de motivarles, de hacerles ver que eso forma parte de nuestro acervo.
Cuando a la salida de clase del último día de la semana se les veía por las calles, acompañados de sus padres o madres, y los extranjeros y los peninsulares se paraban a preguntar el significado, ya sabían lo que decir, ya sabían el sentido. Lo más importante: estaban dando continuidad a la tradición. Qué bueno.

lunes, 24 de noviembre de 2008

¡ESTA CORRIENDO EL BARRANCO!

-¡Está corriendo el barranco!



Recuerdo perfectamente que estábamos en el porche del colegio esperando al siempre ponderado Alfonso Trujillo Rodríguez para recibir nuestra clase de griego. Llovía intensamente. El profesor orotavense, en lo que no era habitual, se retrasaba. Hasta que apareció conduciendo su Volkswagen beis, modelo escarabajo. Cuando descendió, con sus sempiternas gafas negras, enfundado en una gabardina y protegiéndose con un paraguas, exclamó:



-¡Está corriendo el barranco! Lo he visto desde la carretera. Era imponente.



Los pocos alumnos que habíamos acudido a clase nos enteramos por él. El agua caída durante toda la madrugada había producido la escorrentía, un fenómeno natural que siempre llamaba la atención y despertaba incertidumbre e inquietud en la población.



Cuando terminó la clase, habían llegado otros profesores y alumnos que confirmaban la crecida del barranco en proporciones poco menos que desconocidas. De inmediato se dijo que, a la vista de la escasa asistencia, lo procedente era suspender las clases. El profesor Trujillo seguía hacia la Villa y ofreció su coche para desplazarnos hacia la zona de las barriadas. Fuimos, en efecto, dos o tres compañeros. Al llegar a las inmediaciones del cauce, el ruido era atronador, estruendoso, y la corriente, de color negro, era avasalladora. Una imagen irrepetible. Para recordar toda la vida.



Se cumplen hoy cuarenta años del aluvión de noviembre de 1968 que azotó el norte de Tenerife, el valle de La Orotava, para ser concretos. El aluvión que produjo una crecida sin igual del barranco San Felipe y unos daños humanos y materiales considerables.



Fue un suceso extraordinario. Para los niños y los jóvenes de la época, muy impactante. Estuvo lloviendo sin cesar durante horas. Cundió la alarma. Los habitantes de los bloques de viviendas San Felipe y Carlos Arias -popularmente conocidas por las barriadas- estaban en la calle, algunos de ellos, con unos pocos enseres. La fuerza del barranco arrastraba cuanto se encontraba su paso. Acabó con una vía de reciente construcción (Blas Pérez González) y destruyó parte de las viviendas más próximas.



Al mediodía, la lluvia había remitido pero la zozobra y el disgusto eran palpables.



-¡Hay un cuerpo sin cabeza en el salto del barranco!-, exclamó alguien con evidente alteración.



Y hacia el lugar fuimos unos cuantos. En efecto, un cuerpo humano al que faltaba su cabeza, yacía en un lateral, había quedado atrapado entre las piedras y un montón de maderas. El gentío se agolpó en la carretera de Las Arenas. Los guardias civiles y los municipales, alguno sin gabardina, se esforzaban en la distribución del tráfico y en impedir que los curiosos traspasaran las líneas de seguridad establecidas. La carretera de Las Dehesas quedó cortada. Se supone que un juez ordenó el levantamiento del cadáver decapitado. Los propios guardias y algún voluntario, ayudados de unas mantas, lograron rescatarlo. Se trataba de un vecino de Los Realejos.



El suceso empezó a adquirir su auténtica dimensión a medida que avanzaban las horas. El periódico "La Tarde" publicó una crónica de Luis Castañeda titulada "Impresiones de una angustiosa noche de vísperas", actualizada al día siguiente y reproducida años después en la desaparecida "Revista Local" que editaba el Ayuntamiento del Puerto de la Cruz. Resultaba impresionante el relato de Castañeda: una denuncia en toda regla, impregnada de atinada literatura descriptiva.



En los alrededores de las barriadas había compañeros y compañeras de clase, algunos cuidando bolsas de ropa que habían logrado sacar de sus casas amenazadas por la furia del barranco. Después, volvimos a verles en su alojamiento provisional del empaquetado de Yeoward, actuales dependencias del Ayuntamiento. Hubo otros improvisados albergues.



Alguna fuente señaló que al menos cuarenta viviendas se habían visto afectadas. También se dijo que el campo de fútbol de La Vera había quedado completamente destrozado. Y que los pastores habían perdido muchos animales. Los periódicos de fechas posteriores, muy demandados, fueron dando cuenta del alcance del aluvión. La corta depresión asfaltada que servía de enlace para el camino a Punta Brava desapareció. Las playas de las cercanías eran un montón de desechos. El agua del mar estuvo varios días ensombrecida.



El pleno del Ayuntamiento se reunió días después, el 4 de diciembre, en sesión extraordinaria. Era alcalde Felipe Machado del Hoyo. El pleno analizó y evaluó lo ocurrido. El acta de la sesión recoge que siete viviendas quedaron literalmente desaparecidas. Las obras de encauzamiento se vieron notablemente destruidas, de modo que el "Ministerio de Obras Públicas ha tomado ya las medidas urgentes que el caso requiere para reponer los fuertes del barranco que han desaparecido y garantizar las propiedades públicas y privadas de sus riberas ante futuras crecidas". Los suministros del servicio eléctrico y de abastecimiento de aguas se vieron también interrumpidos, hasta el punto de que, durante unos días, fue necesario atender a los damnificados con una o dos cubas.



El alcalde anunció en ese pleno que desde Madrid había recibido noticias de que saldrían de inmediato a subasta 222 viviendas programadas para el municipio y que las Mutualidades Laborales de Santa Cruz de Tenerife habían ofrecido una aportación a fondo perdido de quinientas mil pesetas, destinadas a los mutualistas siniestrados que habían perdido enseres y mobiliario.



Hoy se cumplen cuarenta años de aquel fenómeno natural que es recordado por los supervivientes -y no es exagerado el término- de forma muy singular. Historias y situaciones personales caracterizadas por la inquietud, la incertidumbre y el dolor. Y nadie se olvida del estruendo ni del torrente de color negro.



-¡Está corriendo el barranco!



sábado, 22 de noviembre de 2008

UNA GEOGRAFIA SIN ADRIAN

“¿Qué te parece este título para el programa nuevo?”, me preguntó con la humildad que le caracterizaba. Me arrugué y acerté a decirle que resultaba largo y poco radiofónico.
“Salvador tiene razón pero no se me ocurre otra cosa y por la hora que es ya hay que grabarlo”, respondió enfáticamente. “Al encuentro del tema”, era el título de aquel espacio con el que estrenaba su trayectoria en la radio.
Fue en Radio Popular de Tenerife, bajo la dirección del padre José Siverio, seguro que tan triste con esta pérdida como todos los que tratamos a Adrián Alemán de Armas. Tiempos de apertura, de nuevos rumbos, de nuevos moldes de la lucha contra el inmovilismo, tanto en el periodismo escrito como en el hablado.
Ahí nos conocimos -en esa oportunidad me presentó a Manuel Medina Ortega, entonces profesor universitario en La Laguna- y ahí trabajamos juntos en los informativos y hasta en algunas transmisiones. Adrián aportaba un toque de seriedad profesoral que le hizo ganarse el respeto de los operadores de control y de quienes teníamos otros cometidos ante el micrófono. ¡Ah!, tiempos de respeto y de tolerancia, de saber cultivar el pluralismo y de aprendizaje permanente superando cualquier tentación de divismo.
Adrián Alemán se abstraía con la radio, de modo que llegó a interesarle el deporte, que ya es decir. Pero es que su afán de saber le llevaba a actualizarse constantemente. Uno admiraba su sólida formación, tanto científica como de humanidades. ¿Alguna duda de redacción o de localización histórica o nominalista? Ahí estaba Adrián para despejarla y para despedirse puntualmente, hacer una primera evaluación del programa casi siempre positiva antes de telefonear a su adorada Conchita y anunciar que ya iba a almorzar.

Con Adrián conocí a sus hermanos, Ventura y Manolo, habituales visitantes de la emisora y a la que se incorporó Gilberto al regreso de Venezuela. Con ellos, escuchándoles, se entendía la esencia lagunera. Y con ellos recuerdo una animada charla sobre el contenido de “Un puente sobre Guadar”, uno de sus libros que aún conservo.
Luego coincidimos en algunas convocatorias del ámbito político. Fue director general de Cultura en el primer gobierno de Jerónimo Saavedra. Dejó su sello en el departamento, obsesionado que andaba para dar un impulso a la política editorial del ejecutivo. Años después, involucrado de lleno en la docencia universitaria, la política dejó de atraerle.
Aún así, si acaso por ese sentido de la responsabilidad y del compromiso, con los suyos y con La Laguna, escuchó con atención un planteamiento que le trasladé personalmente sobre la candidatura a la alcaldía a bordo del jet-foil. No cuajó la cosa y él lo agradecía cada vez que coincidíamos y recordábamos la iniciativa, cuando aquella emotiva felicitación, por ejemplo, el día que recibió el premio “Antonio Carballo Cotanda”. Brilló en silencio, con su bonhomía y con el rigor que siempre imprimió a todas su ejecutoria académica y profesional. El miércoles próximo, por cierto, habríamos de compartir una trbuna sobre la Constitución. No va a poder ser.
Ayer, aturdidos aún por el impacto de su inesperado fallecimiento, he visto las lágrimas emocionadas de Arturo Maccanti y la entereza firme de Conchita. La geografía urbana de La Laguna pierde uno de sus elementos humanos más valiosos. Lo fácil es decir que le dolía la ciudad; lo cierto es que la vivía como pocos. Será difícil acostumbrarse a su ausencia.
Descanse en paz.

viernes, 21 de noviembre de 2008

ZOZOBRA

Crisis por todos lados, crisis a cualquier hora. Los informativos matinales, en la radio y en la televisión, abren, por lo general, con los índices bursátiles y desde que se señala que uno baja unos cuantos puntos o que el IBEX pierde otros tantos, como consecuencia de, el afeitado, el desayuno o el nudo de la corbata empiezan a ser molestos y hasta un trastorno. Dan ganas de meterse en la cama, que para eso está sin hacer.
Tiempos de penurias, de inquietudes, de preocupaciones... Aunque acudes a grandes superficies y las ves de bote en bote. Y no digamos los restaurantes durante los fines de semana, cuando hay que esperar o irse a otro establecimiento, dado el lleno.
Son las paradojas, los contrasentidos de este tiempo de zozobra en el que una noticia positiva o un avance de una solución, una remontada o un dato favorable se necesita como agua en el desierto.
El fracaso del liberalismo, el hundimiento del capitalismo arrastra, un día y otro también, a tantas empresas, a tantos trabajadores, a tantos profesionales. Quedarse sin empleo es lo peor. Las expectativas de recuperarlo, a corto o medio plazo, son muy limitadas. Y entonces aumenta la incertidumbre, el desasosiego. El que tenga un empleo, que lo cuide, que lo cuide...
No se conocía una situación como ésta. Es verdad que se habían vivido otras crisis, alguna de las cuales fue de gruesos niveles, pero las circunstancias presentes son de marca mayor. Y dicen que no se ha tocado fondo. ¿Dónde estarán los ingenieros financieros? ¿Y los cerebros de la teoría económica? ¿Dónde sus soluciones? Tenemos derecho a reivindicarlas. Nos han engañado a todos.
Que no extrañe si alguien entona la primera estrofa de 'La Internacional': "¡Arriba, parias de la tierra/ en pie, famélica legión...!".
Aunque los cánticos, desde luego, no son la solución.

jueves, 20 de noviembre de 2008

EL HUMOR ES COSA SERIA

El título de aquella sección de un periódico deportivo catalán, "El humor es cosa seria", original de Ricardo Pastor, a quien Dios guarde, es válido para entender el espectáculo de Les Luthiers, el quintento argentino que nunca defrauda. Han hecho del género su causa, de la ironía su bandera, de la diversión cantada y representada su meta. Como que ellos mismos han bautizado inteligente su humor, su propia creación.
Les Luthiers hacen algo más que entretener. Desde el primer minuto hasta el bis de clausura. No hay oropeles en el montaje. Cada quien en su esmóquin, cada quien en su papel, curtido y renovado en cientos de presentaciones. Voces de veteranos, gestos sublimes de actores. El humor es cosa seria como también se puede acreditar con el empleo de esos peculiares instrumentos que son consustanciales a las actuaciones del grupo al que los años no pesan, por cierto.
Es humor cantado, teatralizado. Un humor caústico y desenfadado a la vez. Ironía, sarcasmos, gestos, letras intencionadas, el doble sentido, retruécanos... Hasta el ritmo del espectáculo hace que los salmos sectarios de Warren Sánchez conecten con los diez minutos de recuerdos finales -una licencia a la nostalgia- en una fluidez imperceptible. Como en las grandes obras de los grandes escenarios. Una delicia audiovisual.
No es de extrañar que en su paso por Las Palmas de Gran Canaria hayan llenado todas las noches. Cada entrega de Les Luthiers les convierte en inmortales. La complicidad, fruto de la comicidad, brota desde su aparición en escena y se refuerza con la breve introducción que Marcos Mundstock -¡qué voz!- hace de cada una de las partes del espectáculo. Si alguien anda en horas bajas o al borde de la depresión, que tome una dosis -una sola bastaría- de la ironía 'luthieresca'.
Destilan genialidad y con eso queda todo dicho. Especialmente, cuando es una constante. Sobre todo, cuando contrastan que el humor es cosa seria. Hasta hacerlo conspicuo.
Les Luthiers--Las obras de ayer (El refrito)
Auditorio Alfredo Kraus
Miércoles 19 de noviembre
Las Palmas de Gran Canaria
Pincha en el siguiente enlace y podrás ver una interpretación de Les Luthiers incluida en su actuación de Las Palmas de Gran Canaria:

miércoles, 19 de noviembre de 2008

¿MICROFONOS TRAICIONEROS O INCONTINENCIAS DESGRANADAS?

Es difícil no encontrar entre los profesionales o las personas que hemos tenido que utilizar micrófonos en actos públicos, debates y programas radiotelevisivos a alguien que no se haya extralimitado una vez haya sido dicha la última palabra o la convocatoria pudiera darse por concluida. Entiéndase por extralimitación una propina, algún añadido o alguna expresión dicha a posteriori y que fue nítidamente percibida por el auditorio o por la audiencia.

También está la modalidad más reciente: no ha empezado el acto o el programa y al estar los micrófonos abiertos pues se escucha perfectamente cualquier locución por muy quedo, por muy baja voz que se haya empleado.

El caso más reciente de Mariano Rajoy, pillado in fraganti antes de empezar una reunión de dirigentes de su partido a cuenta del “coñazo” del desfile militar del Día Nacional de España, pone en evidencia la necesidad de andarse con la máxima cautela cada vez que haya micrófonos (coloquialmente, entre políticos y personajes públicos, “alcachofas”) por los alrededores.

No es que el vocablo utilizado sea extremadamente grave pero dicho por el presidente del Partido Popular y jefe de la oposición es absolutamente inapropiado. Curiosamente: salieron en defensa de Rajoy, minimizando el impacto y restando importancia, algunos intelectuales y algunos escritores que, en efecto, demostraron su poco amor a las paradas militares.

Hombre, que sea Rajoy quien, en un alarde de sinceridad, dijera (se le escapara) lo que de verdad sentía, llama la atención. Y el daño, una vez reproducida la palabreja por los más diversos canales, y aceptada como sinónimo de hastío, de plomizo, de difícilmente aguantable, el daño -decía- ya es irreversible.

Bien es verdad que no está solo, que hay antecedentes. Recordarán aquel “¡Vaya peñazo que les he soltado!”, dicho por Aznar, siendo presidente del Gobierno, después de una intervención que duró más de una hora. No menos trascendente fue “la caña que hay que dar”, entrecruzada de Iñaki Gabilondo y José Luis Rodríguez Zapatero al término de una entrevista electoral en “Cuatro” televisión. Y también alcanzó relieve la recomendación de Miguel Sebastián al mismo ZP sobre contenidos presupuestarios: “Esto, en dos tardes, te lo explico”.

Aunque para tacos gloriosos, aquel de Federico Trillo presidiendo un pleno de las Cortes. Aquel “¡Manda güevos!”, con el que zanjó alguna posición rara de sus señorías, dio la vuelta al planeta político y mediático. Y el diputado y ex ministro ya carga para los restos con su exclamación.

(Si me lo permiten, pues ya saben que no se debe hablar de uno mismo: hace muchos años, presentado un festival de variedades en Garachico, sucedió un episodio similar. Menos mal que no hubo expresión malsonante. Era un desfile de trajes de época. La joven portuense que llevaba el de moda zíngara estaba tan nerviosa que se ‘clavó’ en el centro del escenario, sin caminar y sin acercarse a la pasarela, por donde debía transitar. Aquellos segundos se hicieron largos, larguísimos y como no había manera de desbloquear la situación, se me escapó: “¡Sigue muchacha, baja ya!”. Todos los presentes que se habían dado cuenta del trance y escucharon sonrieron abiertamente).

En fin, surge el dilema del título. ¿Son los micrófonos unos traicioneros, independientemente de los descuidos de quienes los controlan y de quienes los usan? O por el contrario, ¿son locuciones como las señaladas el fruto de unas incontinencias que no saben ni de luces rojas ni de manejos técnicos a distancia?

Por si acaso, los protagonistas deben tomar buena nota, no sea que, por una causa o por otra, reediten algún exceso verbal, de esos que, en sus bocas, suena mal, aunque luego se justifique el caso diciendo que son de carne y hueso, como cualquier mortal malhablado.

(Uno, por si acaso, ya anda precavido desde aquel episodio de Garachico).

P.S.- Un fenomenal complemento para esta entrada después de redacta y publicada en el número de noviembre de la revista TANGENTES. Lo encuentras pinchando en el siguiente enlace de la cadena SER.

"http://www.cadenaser.com/player_mini.html?xref=20081119csrcsr_14.Aes"

domingo, 9 de noviembre de 2008

PASAR A LA ACCION

Ya están realizados todos los diagnósticos, luego se trata de pasar a la acción. En los primeros, por cierto, es difícil encontrar tantas coincidencias. Después serán modulables y discutibles las prioridades, pero hay una convergencia notable. Y es ahí, en la acción, donde surgen las trabas, las inhibiciones, las maniobras, los bloqueos…, en fin, la mano negra esa que nunca se ve, que nadie puede probar que existe, pero que está, y que no es un recurso manido para echar la culpa a otros para utilizarla como subterfugio a las incapacidades.
Esa última convocatoria de agentes, empresarios y profesionales del sector turístico en la ciudad -una vez más, los trabajadores han vuelto a enmudecer o interpretar el papel de ausentes, como si la cosa no fuera con ellos; algún día tendrán que despertar y darse cuenta de lo que se juegan- no ha sido muy diferente de otras anteriores en las que análisis lúcidos contrastaron con experiencias de otras latitudes y críticas más o menos explícitas, más o menos interesadas.
Recuerdo una, en el mandato 1999-2003, que culminó hasta con una declaración de los participantes. La “Declaración del Taoro”, se titulaba, en alusión al lugar de las jornadas, todo una manifestación de intenciones y de proyección futura en el propósito de revitalizar el destino turístico. “Demasiado literaria”, fue la crítica posterior de un empresario.
Ahora, como entonces, buena voluntad, buenos deseos, necesidades expuestas, los ya viejos males, objetivos apremiantes, iniciativas que teóricamente apenas admiten discusión… lo dicho, un elevado grado de coincidencia, tal que puede resumirse en la frase hecha que condena a entenderse a las administraciones públicas y al sector privado.
Se trata de incursionar, de abrir nuevos caminos, de emprender. Las glorias pasadas, esas golondrinas que no volverán, sólo son un utilitarismo nostálgico. Está bien que se aproveche la experiencia y la madurez pero ya no sirven exclusivamente para creer con ellas volverán los buenos tiempos, las vacas gordas.
Por consiguiente, así las cosas, hay que pasar a la acción. Hay que ejecutar. El empresariado que reclama liderazgo político debe corresponder con valentía y capacidad de riesgo. Los gobernantes de cada ciclo, pese a las tenazas normativas, están obligados a tener visión de futuro y ésta debe plasmarse en decisiones pragmáticas.
Porque la gente, la de aquí, la de los pueblos vecinos, la de la comarca y de la isla entera, quiere ver cosas, quiere que algo se mueva para motivarse, para identificarse, para hacerlo suyo, para hacer el seguimiento y para, en definitiva, recobrar la esperanza, para tener algo que lucir y de lo que enorgullecerse.
Hay un gesto, el de las manos unidas de los participantes fotografiadas al final de la convocatoria, que debe ser todo un estímulo pensando en el porvenir. Está todo dicho con respecto a la realidad. Luego ahora hay que escribir el futuro con pruebas físicas que sean fruto del intelecto, de la destreza y del ejercicio constante. Saben además que no hay tiempo que perder.
De los resultados, de la acción pues, dependerán las lecturas futuras de la foto.

miércoles, 5 de noviembre de 2008

DIOS BENDIGA A AMERICA

Ha ganando Obama. ¿Para qué adjetivar la victoria? Era la esperada, era la deseada. El sueño de Luther King, hecho realidad. En la televisión hay hombres blancos y negros, hay mujeres blancas y negras con lágrimas en los ojos. El yanki vivía un hecho histórico. Porque ésto sí que es un hecho histórico.
Ha ganado Obama, la gran esperanza negra. Al menos hoy, siquiera un solo día, la elección del nuevo presidente de los Estados Unidos eclipsará las noticias, las malas noticias de la recesión económica, allí y en todo el mundo. Obama concentra tantas esperanzas, alimenta tantas expectativas en unos momentos tan delicados de la historia contemporánea, que el halo de frustración es inevitable.
El perdedor, en Vietnam y en esta cita electoral, John McCain, hizo un discurso memorable reconociendo los méritos del rival y se puso incondicionalmente a su lado. También había lágrimas en las filas republicanas, las mismas que estarán repudiando a Bush, el gran ausente, ese sí que el gran derrotado. Se ha completado la estela de gobernantes que se embarcaron en aquella locura de Irak, por cierto.
'God bless America', Dios bendiga a América, en esta nueva era que se inicia con un triunfo individual arrollador, en España sólo comparable con el que protagonizó Felipe González en 1982. Los pueblos, en democracia, escriben la historia con proyección de futuro, lo hacen con ganas de pasar la página y escribir otra nueva desde la confianza que recobran y depositan en alguien que les conduzca.
El siglo XXI ya tiene su gran hito: un ciudadano negro en la sede presidencial del país más poderoso de la Tierra. Esto se anima.

lunes, 3 de noviembre de 2008

LA EMPANADA

La empanada de Coalición Canaria, antes y después de su congreso, está alcanzando niveles de incertidumbre como no se conocen en su joven historia de organización política. Precisamente, porque esa historia está directamente vinculada al ejercicio del poder político, la descomposición, ahora mismo, no es mayor.
En la noche electoral de mayo del pasado año, el Paulino Rivero derrotado pero con su seguro triunfador presidencial garantizado desde antes de comenzar la campaña, felicitaba a Mariano Rajoy, “el ganador de estas elecciones”, decía sin reparar en que ni era cierta la afirmación ni el presidente popular se había presentado a alcalde de su pueblo. Rivero, ahora, entre la frustración y el dolor, es decir, sin palabras de congratulación, ha seguido correspondiendo a Rajoy después de que éste, hasta en un par de ocasiones y con el fantasma de la ruptura en Navarra sobrevolando las borrascas archipielágicas, haya advertido de lo que son veleidades y devaneos independentistas de su socio de gobierno, consagrados ni más ni menos que en la primera y principal de las citas de una organización política democrática, su congreso.
Terminar éste y rebrotar la confusión fue todo uno. A desalambrar, o sea, a matizar, a puntualizar, a refutar… Apenas habían transcurrido cuarenta y ocho horas, el barullo era de tal calibre que algunos cargos públicos de CC se pasaban y transmitían la pregunta: ¿Cómo terminará todo esto? La cuestión revela que en un partido político acostumbrado a moverse en el filo de la navaja y a sobrellevar las situaciones más insospechadas los hechos empiezan a desbordar y las respuestas ven sensiblemente mermada la credibilidad.
El problema quedó al desnudo con meridiana claridad: caminar tanto tiempo sin sustrato ni sustento ideológico, sólo el ánimo acomodaticio ante el poder que siempre toca -al menos hasta que se modifique el sistema electoral-, en algún punto habría de concluir.
Ahí surgen las contradicciones: que si vuelta a los insularismos, que si las guerras de familias, que si se evaporan algunos apoyos empresariales. Hasta la factura de cierto apoyo periodístico en esa aventura filoindependentista, de menos sustrato todavía, empieza a ser cuestionada.
Así, Claudina Morales tuvo que estrenarse interpretando una gaviota en Madrid, donde Rajoy remarcaba su discrepancia, el vicepresidente Soria recibía instrucciones -que no se rompa el pacto, por favor que no se rompa- y en algún foro mediático hacían mofa y befa de las pretensiones independentistas y bautizaban -posiblemente porque nadie sopló a los guionistas lo de la “guanchancha, que les hubiera quedado para el diez- a la nonata policía autonómica como los “canaribinieri”.
Sensu contrario, un artículo muy serio y muy sólido de Antonio San José en elplural.com, señalando que “quince años después de su constitución, Coalición Canaria desbarra su perfil nacionalista en una sociedad en la que una inmensa mayoría sienten el legítimo orgullo de ser ciudadanos canarios y españoles”. El broche lo pone con el ejemplo de Islandia. Hay que contarlo, Antonio, sí, hay que contarlo.
Y en los postres del ‘totum revolutum’, Ricardo Melchior advirtiendo con marcharse y Paulino Rivero negando y apelando a la Constitución en un intento, ya desesperado, de hacerse con las riendas de un potro desbocado. Que galopa, por cierto, sobre una región que encabeza casi todos los registros negativos.
¿Hay quien dé más?