Los
catalanes (perdón por la generalización) se han vuelto antipáticos y a su causa
independentista siguen sumando rechazos, especialmente las formas y los gestos
de la negociación, donde retumban tambores y clarinetes en medio de una
refriega en la que no dejan muchos resquicios para la sensatez. Los catalanes
lo quieren todo y ya no descansarán hasta que, con referéndum o sin él, se
separen las aguas y el pueblo avance hacia la independencia soñada y ansiada,
al menos por una parte del pueblo.
Hasta va
quedando atrás la madre de todas las controversias, la financiación de la que
por ahora sigue siendo la Comunidad Autónoma de Catalunya, la nacionalidad
mientras siga vigente del Estatuto de Autonomía. Últimamente, la Generalitat ha
reiterado su eterno lamento: la financiación que recibe por parte del Estado en
relación con los ingresos que generan los ciudadanos de la comunidad no sólo se
sitúa por debajo de la media española sino que queda relegada en el ‘ranking’
de recursos recibidos. Los datos de la liquidación del modelo de financiación
correspondientes al 2021 (último disponible) sitúan a Catalunya como la tercera
comunidad que más recaudación genera por habitante. Y en cambio, cuando el
Estado lleva a cabo el reparto de esos recursos es la décima en ingresos
otorgados. Catalunya aporta a las arcas estatales 3.153 euros per cápita pero
recibe 2.848 euros.
Es normal que las comunidades más ricas o desarrolladas como Catalunya aporten
recursos para otras autonomías más pobres pero lo que la mayoría de economistas
y estudiosos considera que debe mantenerse es el principio de ordinalidad, que
se predica en virtud de la relación financiera entre comunidades autónomas, y
según el cual una de éstas no debe perder puestos en el nivel de renta per
cápita como consecuencia de la aplicación de los mecanismos de nivelación entre
comunidades. El objetivo es que aunque las comunidades más pobres reciban más
recursos que lo que cooperan, en esa asignación no superen en el ‘ranking’ a
las que más aportan.
Según el periódico La Vanguardia, la
petición de Junts al Gobierno y al PSOE, tras la última negociación antes de la
investidura de Pedro Sánchez, de que el Estado ceda a la Generalitat el cien
por cien de los tributos que se pagan en Catalunya, pondría en grandes
dificultades la financiación de la mayoría de autonomías si se llevara a cabo.
En caso de que se creara un cupo catalán al estilo del que disfrutan País Vasco
o Navarra, unos dos mil millones de euros con los que la comunidad catalana
contribuye a financiar a otros territorios con menos recursos desaparecerían
del sistema. Asistiríamos a un ‘schock’ que pondría en riesgo la sostenibilidad
de los servicios públicos en las autonomías peor financiadas.
Por otro lado, el acuerdo alcanzado
entre Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) y el PSOE para facilitar el
acceso de Sánchez a la presidencia implica que el Gobierno condone quince mil
millones de euros de la deuda total de setenta y un mil trescientos seis
millones que la administración catalana mantiene con el Fondo de Liquidez
Autonómico (FLA), o sea, el Estado asume como propio un 20 % del monto total de
que la Generalitat le adeuda. En su conjunto, y con datos ya cerrados
correspondientes a 2022, la Generalitat de Cataluña acumula una pasivo de
84.518 millones (el grueso con el FLA, pero también con entidades financieras),
lo que representa una ratio de endeudamiento sobre su Producto Interior Bruto
(PIB) del 33,4 %.
Los catalanes, pues, insatisfechos.
La pregunta siguiente es: ¿qué ofrecen ellos?
1 comentario:
Hola Salvador,
Es obvio que ellos lo quieren todo. Parece que todavía el Estado tiene que devolver el favor que el Sr. March hizo en su momento. Época para olvidar, pero que supuso el crecimiento tan apabullante de la Comunidad Catalana, mientras otras regiones se establecían en la pobreza y la miseria.
Saludos estimado.
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