Se conmemora el Día
de la Constitución, su 45 aniversario, cuando más reproches de
anticonstitucionalidad se hacen en un país todavía llamado España, que diría
José María García. Ya lo de menos parecen ser las presencias y ausencias de
cargos públicos y representativos en los actos institucionales que han sido
convocados. Es el el ambiente, la incertidumbre, el clima de encono y
crispación, la convulsión y las reconvenciones en los discursos y
declaraciones, lo que predomina en esta fecha que no es una fecha cualquiera en
el calendario.
País sin remedio en
el que ni siquiera para celebrar una fecha singular y trascendente los agentes
sociales están de acuerdo. Es positivo que haya pluralidad de visiones –lo
consagra el mismo texto articulado- y que se profundice en los valores
superiores pero que se discrepe de forma tan abrupta no responde del espíritu
de tolerancia, respeto y concordia que simbolizó el paso dado por el pueblo
español que quería democracia y salir de
la caverna en la que había convivido durante tantos años.
El caso es que una
ley que se empezará a tramitar el próximo martes, la de amnistía, pero que ya
ha levantado toda suerte de interpretaciones y enfoques; una renovación
imposible, la del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), en lo que ya
traspasa los límites del capricho; la controversia sobre comisiones de
investigación y hasta la propia revisión del texto de la Cartamagna
caracterizan este aniversario que ojalá no acentúe el desapego de la ciudadanía
hacia la política. Ojalá.
Que nadie olvide, en
medio este clima revuelto, que la Constitución encarna factores decisivos para
garantizar la convivencia entre españoles y los derechos reconocidos que se
merecen una defensa activa, hasta el blindaje, principalmente los relativos a los
servicios públicos.
En fin, que todos
tengamos presente, en este 6 de diciembre, que la Constitución merece respeto y
es el nutriente primordial de la democracia. Menos reproches, más positividad.
1 comentario:
Perfecto, querido amigo. Lástima que no sirva para nada. Al menos el deber cumplido.
Afectuoso abrazo. Antonio Tejera.
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