Fenómeno curioso el que va cuajando en el Puerto de la Cruz. Miren por donde, una utilidad más de las redes sociales.
Personalmente, nos mostramos encantados. Hace muchos años, en 1995, en ocasión de la primera alcaldía, en plena campaña electoral, hablamos de la necesidad de rescatar la historia de la ciudad, de conocer mejor su pasado. Es más, llegamos a sugerir la idea de dar cierta solidez mediante programas o asignaturas optativas en la Universidad Popular Municipal ‘Fancisco Afonso’ que luego, a medida que fueran madurando, con la incorporación de historiadores e investigadores, podrían extenderse entre agentes sociales y vecinales, ediciones, exposiciones, performances y otros soportes.
Algunas incursiones se hicieron -el antecedente era la convocatoria del premio de investigación histórica ‘Alvarez Rixo’- y al menos se fomentó cierto espíritu no con el ánimo de recuperar o revitalizar sino con el propósito de que se conocieran hechos, episodios y personajes que forman parte de la historia del municipio. Los portuenses somos muy descuidados con nuestros propios valores, de modo que había que dar un paso, abrir surcos para sembrar semillas de amor propio, ese amor que se exterioriza el día de la embarcación de la Virgen del Carmen -al que han añadido un insólito sucedáneo- y poco más.
Ahora, ahora mismo, los adelantos y la inmediatez de las nuevas tecnologías están posibilitando que hurguemos en el pasado, en la historia popular. ¿Cómo? Muy fácil: cuelgan fotografías añosas, de todo tipo, esas que figuraban en álbumes olvidados o en cajas desordenadas, apiladas entre las pertenencias que terminan considerándose un estorbo en las casas.
Más o menos sistematizadas, agrupadas por épocas o por motivos muy genéricos, aparecen y circulan en las redes sociales implantadas en Internet. Hay que agradecer a los promotores su esfuerzo, de coleccionistas y de internautas con predisposición para que todo ese material fotográfico se haga visible.
Porque, en efecto, gracias a su paciencia y a su meticulosidad ha sido posible recordar. Claro que hay licencia para la nostalgia porque hay un Puerto difuso y hasta ignoto que se perdió entre el desarrollismo, el impacto turístico y el fácil acceso a los bienes de provisión. Esa es la ciudad que ahora está aflorando en colecciones de fotografías que puede ver todo el mundo o, al menos, todos aquellos que disponen de conexión a la red.
Es la ciudad que evolucionó desde su vocación marítima y desde el modesto tranquilo palomar hacia las avenidas de Martiánez y los establecimientos hoteleros, desde los juegos florales a los festivales de la canción, desde El Peñón como casi única instalación deportiva y la plaza del Charco hacia otras infraestructuras y espacios más modernistas y funcionales.
Se puede apreciar la ciudad de las costumbres, de los cines, de los números festeros, de las procesiones y de los personajes que poblaron sus calles y sus rincones. Es el Puerto de la Cruz de reducida superficie territorial, de la indeclinable vocación turística, de la amabilidad y de la tolerancia de su gente.
El fenómeno va creciendo. Más y más fotos. Más y más conexiones, a un clic, para navegar por un pasado efímero, con permiso de don Antonio Machado.
Es curioso porque, en circunstancias de crisis o estancamiento económico, ha brotado espontáneamente ese fenómeno que viene a ser algo así como refugiarse en el pasado o como si se quisiera aprobar ahora una asignatura que habíamos dejado pendiente años y decenas de años. Antes que explorar o aportar ideas para el futuro, para salir de esa depresión, para dar un salto y abrir nuevas opciones, ha surgido este afán que, sin querer y modestamente, sirve para reconstruir un tiempo que no fue mejor sino que existió y estaba olvidado, relegado.
Lo más importante es la respuesta, según se desprende de los comentarios. Por la cantidad y por la calidad. Una respuesta a la que es una fuente gráfica de información como posiblemente antes nunca se dispuso. Una respuesta que ojalá perdure si es que contribuye a mejorar la autoestima, a conocer mejor las raíces y los antepasados y a difundir esa pequeña gran historia.
A los promotores y coleccionistas, por su dedicación, por su altruismo y por su interés, un sentido reconocimiento. En cierto modo, aquella idea del 95 se va haciendo realidad.
Personalmente, nos mostramos encantados. Hace muchos años, en 1995, en ocasión de la primera alcaldía, en plena campaña electoral, hablamos de la necesidad de rescatar la historia de la ciudad, de conocer mejor su pasado. Es más, llegamos a sugerir la idea de dar cierta solidez mediante programas o asignaturas optativas en la Universidad Popular Municipal ‘Fancisco Afonso’ que luego, a medida que fueran madurando, con la incorporación de historiadores e investigadores, podrían extenderse entre agentes sociales y vecinales, ediciones, exposiciones, performances y otros soportes.
Algunas incursiones se hicieron -el antecedente era la convocatoria del premio de investigación histórica ‘Alvarez Rixo’- y al menos se fomentó cierto espíritu no con el ánimo de recuperar o revitalizar sino con el propósito de que se conocieran hechos, episodios y personajes que forman parte de la historia del municipio. Los portuenses somos muy descuidados con nuestros propios valores, de modo que había que dar un paso, abrir surcos para sembrar semillas de amor propio, ese amor que se exterioriza el día de la embarcación de la Virgen del Carmen -al que han añadido un insólito sucedáneo- y poco más.
Ahora, ahora mismo, los adelantos y la inmediatez de las nuevas tecnologías están posibilitando que hurguemos en el pasado, en la historia popular. ¿Cómo? Muy fácil: cuelgan fotografías añosas, de todo tipo, esas que figuraban en álbumes olvidados o en cajas desordenadas, apiladas entre las pertenencias que terminan considerándose un estorbo en las casas.
Más o menos sistematizadas, agrupadas por épocas o por motivos muy genéricos, aparecen y circulan en las redes sociales implantadas en Internet. Hay que agradecer a los promotores su esfuerzo, de coleccionistas y de internautas con predisposición para que todo ese material fotográfico se haga visible.
Porque, en efecto, gracias a su paciencia y a su meticulosidad ha sido posible recordar. Claro que hay licencia para la nostalgia porque hay un Puerto difuso y hasta ignoto que se perdió entre el desarrollismo, el impacto turístico y el fácil acceso a los bienes de provisión. Esa es la ciudad que ahora está aflorando en colecciones de fotografías que puede ver todo el mundo o, al menos, todos aquellos que disponen de conexión a la red.
Es la ciudad que evolucionó desde su vocación marítima y desde el modesto tranquilo palomar hacia las avenidas de Martiánez y los establecimientos hoteleros, desde los juegos florales a los festivales de la canción, desde El Peñón como casi única instalación deportiva y la plaza del Charco hacia otras infraestructuras y espacios más modernistas y funcionales.
Se puede apreciar la ciudad de las costumbres, de los cines, de los números festeros, de las procesiones y de los personajes que poblaron sus calles y sus rincones. Es el Puerto de la Cruz de reducida superficie territorial, de la indeclinable vocación turística, de la amabilidad y de la tolerancia de su gente.
El fenómeno va creciendo. Más y más fotos. Más y más conexiones, a un clic, para navegar por un pasado efímero, con permiso de don Antonio Machado.
Es curioso porque, en circunstancias de crisis o estancamiento económico, ha brotado espontáneamente ese fenómeno que viene a ser algo así como refugiarse en el pasado o como si se quisiera aprobar ahora una asignatura que habíamos dejado pendiente años y decenas de años. Antes que explorar o aportar ideas para el futuro, para salir de esa depresión, para dar un salto y abrir nuevas opciones, ha surgido este afán que, sin querer y modestamente, sirve para reconstruir un tiempo que no fue mejor sino que existió y estaba olvidado, relegado.
Lo más importante es la respuesta, según se desprende de los comentarios. Por la cantidad y por la calidad. Una respuesta a la que es una fuente gráfica de información como posiblemente antes nunca se dispuso. Una respuesta que ojalá perdure si es que contribuye a mejorar la autoestima, a conocer mejor las raíces y los antepasados y a difundir esa pequeña gran historia.
A los promotores y coleccionistas, por su dedicación, por su altruismo y por su interés, un sentido reconocimiento. En cierto modo, aquella idea del 95 se va haciendo realidad.
1 comentario:
Gracias Salvador por la parte que nos toca. Es una placer compartir nuestros recuerdos con toda la gente de la red. Y hablo de nosotros, porque aunque yo sea el que cuelga las fotos, son fruto del buceo en los albumes de toda la familia, que sin ánimo de lucro ninguno me han permitido colgar sus estampas en este libro de cromos que es Facebook.
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