Contra todo pronóstico –bueno, parece que
algunos sondeos avanzaban que no se descartaba el posible triunfo de la
candidata socialista al Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife-, Patricia
Hernández fue la vencedora en los pasados comicios locales, unos mil cien votos
y un edil más que el candidato nacionalista y actual alcalde, obligado de nuevo
a entenderse con el Partido Popular (PP) para gobernar (En realidad, si
llamativas son esas cifras, no lo son menos, para ninguno de los contendientes,
las relativas a las abstenciones,
76.484 así cifradas –casi un 46 %-, 1.056 votos nulos y 1.410 votos en
blanco. ¿Se ha preguntado alguien por qué vota así la capital? Llueve sobre
mojado, sí. Y no parece que mejore el enfermo.
El
caso es que contra viento y marea, Patricia fue la ganadora. Campaña ajustada,
casi pedestre, discurso sin alharacas pero sabiendo llegar. Patearse los
barrios y los distritos, ir al corazón de la ciudadanía sin dobleces, tratar de
igual a igual a la gente, ha sido valorado. O al menos, hay una respuesta
indicativa. Y eso que la candidata, censurada en la alcaldía en el mandato
anterior, no destacó –al menos en el pequeño gran universo mediático-
precisamente en una labor incesante de fiscalización y puesta sucesiva de
alternativas, que es lo que la gente quiere ver y apreciar en los grupos de
oposición: ¿hubiera llegado más lejos Hernández de haberse afanado en esos
menesteres? A revisar tocan en esos comités de campaña, donde lo de menos es
que se haga autocrítica, sino que lo importante es aprovechar las enseñanzas
que, se supone, fueron amontonándose y que,
bien procesadas, sirven para el próximo ciclo, independientemente de las
renovaciones del personal.
Patricia,
además, se repuso al revés que significó la implicación de un destacado miembro
de su candidatura en un incidente de notable dimensión mediática, amplificada
porque era demasiado goloso a pocos días de la jornada electoral. Discutible,
por cierto, el cómo fue resuelto, pero se imponía la discreción y aceptar con
resignación la suerte del candidato, José Ángel Martín. El PSOE actuó
diligentemente, obró en consecuencia y hasta ese proceder diríase que favoreció
el curso final de la candidatura de Patricia Hernández, aunque muy pocos
ponderasen la resolución del conflicto.
Veremos
qué hace ahora la ganadora de las elecciones locales en la capital tinerfeña.
¿Se dedicará a la política municipal, a ejercer la oposición donde parece claro
que hay un papel que desempeñar y apto, además, a sus características? O por el
contrario, ¿se sentirá atraída por otras tareas vinculadas a otros ámbitos
institucionales? Patricia no le gusta a todo el mundo, es más ni siquiera a los
propios, pero ha demostrado tener hechuras y arrestos, no se arruga –ni
siquiera ante el periodismo- y con método y compostura parece capaz de mantener
un rumbo al que está obligado después del resultado y de su anterior y breve
ejercicio de la alcaldía.
Tendrá
que dar el paso. Y si es en la dirección apuntada, ser consciente de que el
paso es determinante. El compromiso es merecedor de entrega y dedicación a
fondo. Eso que, a cierta edad, aún se puede afrontar, a sabiendas de en
política el capital se hace a base de responsabilidad y dedicación. Su turno.
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