El anonimato y la impunidad en las redes son dos de los problemas que
más abundan en el universo mediático. De ellos, algunas derivaciones
importantes como las analizadas en semanas pasadas, en Sevilla, en unas
jornadas convocadas por el Consejo Audiovisual de Andalucía, en concreto “la
indefensión de los menores ante la pornografía en internet”, y “democracia,
desinformación e inteligencia artificial”.
El periodista Ángel Fernández Millán, vicedecano del Colegio de
Periodistas de Andalucía, ha expuesto su interesante punto de vista sobre el
particular. Asegura que en la red, al anonimato garantiza la impunidad para la
maldad en todas sus manifestaciones, pero sorprende que los gobiernos no
obliguen a la multinacionales tecnológicas a verificar de oficio la identidad
de sus usuarios.
La necesidad de apostar por la formación y la alfabetización
mediática para atajar el impacto de la pornografía en los menores y la
desinformación como causa de la desafección política en las sociedades
democráticas resultan primordiales. Como ya se sabe, la vía educativa para la
transformación y el cambio social resulta lenta y sus resultados se ven muy a
largo plazo, por lo que se pusieron sobre la mesa posibles soluciones a corto y
medio plazo para verificar la edad de acceso a las páginas pornográficas y
reducir la magnitud del problema. En el caso de la desinformación, el proyecto denominado ‘Fakespotting’ ha elaborado un
paquete de productos pedagógicos para saber discernir entre la información y
los bulos y las noticias falsas.
Pero, como ocurre en buena parte de las discusiones sobre qué
hacer ante los nuevos retos surgidos por la acelerada digitalización de la
sociedad, advierte Fernández Millán, se
dejó a un lado la urgencia de acabar con el anonimato en las redes si se quiere
terminar con la impunidad de los comportamientos ilícitos en el mundo virtual:
estafas, acosos, incitación al suicidio y a las autolesiones, tráfico de armas
y drogas prohibidas, acceso de menores a juegos on line y pornografía,
discursos de odio y apología de la violencia y el terrorismo.
Por eso, dice el periodista que sorprende que los gobiernos no
obliguen a las multinacionales tecnológicas como Google, Meta o Microsoft a
verificar de oficio la identidad de sus usuarios. El colmo de la hipocresía son
las verificaciones de pago como la implementada por Elon Musk en Twitter que
deja intacta su bolsa de cerca de la mitad de cuentas anónimas o falsas.
Recordemos que en los últimos años, la UE y sus países miembros
han legislado de manera muy estricta la protección de datos y la privacidad, de
tal manera, que en muchos casos se ha abierto una puerta a incumplir las leyes
de transparencia promulgadas con anterioridad. Ante los nuevos avances como el
reconocimiento facial o la inteligencia artificial, los gobiernos deben
legislar con rapidez, exigiendo mayor transparencia corporativa a las empresas
y una mayor trazabilidad a todo lo que se haga digitalmente. No basta con
obligar a la transparencia de los algoritmos, hay que ir mucho más allá hasta
terminar con la opacidad que ahora es la norma en las redes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario