jueves, 3 de agosto de 2023

GANIVET, ARTISTA Y SENSIBLE

 

Es de esas noticias que las lees un par de aveces, porque no te las crees y porque necesitas verificar… a ver si es él. O qué le pasó.

En medio de esta convalecencia que nos ha tocado, dijo adiós Javier Ganivet, cuyo nombre, en alguna oportunidad, no se sabe bien por qué, escribíamos con equis.

Con Javier coincidimos, inicialmente, cumpliendo el servicio militar, allí en la sede de lo que entonces se denominaba el Gobierno, justo al lado de Capitanía. Él era ya un veterano, a punto de licenciarse. Allí habría llegado, un suponer, como tantos otros en la época –primera mitad de la década de los setenta- bajo el manto protector de Luis Guiance Abreu, comandante de Oficinas Militares y presidente del Real Unión de Tenerife, ‘padrino’ de cientos de jóvenes de la isla destinados a un llevadero cumplimiento de los deberes militares.

Allí coincidimos, el tiempo justo para descubrir su vocación artística y creativa. Era intérprete de ballet. ‘El bailarín’, le decía Guiance. Como buen veterano, se escaqueaba en los momentos más apremiantes de la jornada y sabía eludir aquellas obligaciones que sobrevenían. En alguna ocasión se escapaba una o dos horas para ensayar en el zaguán de una casa de los alrededores.

Ganivet se conducía con lentitud, espaciadamente. Posiblemente porque era lo que le inspiraba su vocación artística. Era un observador meticuloso. Se fijaba en los andares de modelo de cualquier mujer llamativa. Fino, sutil, metódico, hacía del ballet una verdadera pasión. Cualquier publicación o colección de fotos, que enseñaba con discreción, era una referencia didáctica.

Al terminar el servicio militar, nos despedimos. Fue un adiós sin alharacas, como si estuviésemos ambos seguros de que nos volveríamos a encontrar. Quería montar una academia de ballet, o algo así.

En el paso de los años, las circunstancias quisieron que volviéramos a coincidir, esta vez en cometidos diferentes: él era fotógrafo de prensa (se había incorporado a Diario de Avisos a finales de los ochenta) y cubría actos institucionales, en tanto que a uno le correspondía convocarlos, prepararlos y conducirlos, por aquello del orden y las facilidades para que los fotoperiodistas –así terminaron denominados y reconocidos- cumpliesen con su cometido.

En cada encuentro, o en cada coincidencia, la pregunta se repetía:

-¿Y te acuerdas cuando…?

En estos días se ha recordado su destreza en ocasión de la visita de Michael Jackson y su estancia en el Puerto de la Cruz. Destreza porque plasmó momentos de esos calificados mágicos, en realidad fruto de la sensibilidad artística que llevaba en cuerpo y alma.

Hasta siempre, Ganivet.

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