La pasada campaña electoral, que por motivos
personales hemos seguido a cierta distancia, arrojó algunos episodios en los
que, lamentablemente, salieron malparados algunos periodistas que, seguro,
hubieran preferido otra consideración mucho más discreta o menos notoria a la vista de la repercusión
que tuvieron en el desempeño de su cometido. A su pesar, hubiera añadido
Gonzalo Torrente Ballester.
Tal es así que,
la Asociación de la Prensa de Madrid (APM) hubo de salir al quite en algunas
controversias, con profesionales de por medio, que llamaron poderosamente la
atención. La APM llegó a rechazar de manera categórica las manifestaciones de
dirigentes políticos en las que descalificaban la labor de los periodistas y
medios de comunicación cuando estos, en
el ejercicio de la libertad de expresión y del pluralismo informativo,
emitieron opiniones o informaciones críticas con la actuación de los partidos
políticos.
Como cualquier
ciudadano, señala la Asociación, los políticos tienen derecho a opinar y
criticar a su vez a los periodistas y medios de comunicación, pero no a tratar
de desprestigiarlos por realizar su trabajo, que incluye en numerosas ocasiones
la petición de explicaciones a los líderes de las formaciones políticas, ya
estén en el Gobierno o en la Oposición.
La APM ha
aprovechado para recordar a todos los políticos que la labor de los periodistas
de los medios de comunicación, tanto públicos como privados, es ofrecer a sus
lectores la mejor información posible y, en el caso de las entrevistas a los
candidatos de uno u otro signo, indicar, si las hubiera, las contradicciones
que se pongan de manifiesto en sus discursos
Finalmente, la APM insistió en que el señalamiento de
periodistas y medios de comunicación por parte de responsables políticos, que ha
sido denunciado en reiteradas ocasiones por esta Asociación, lleva a que los
profesionales no puedan ejercer su trabajo sin dificultades y a que se repitan
casos como el sucedido en los Sanfermines, en Pamplona, en que compañeros de
Televisión Española fueron increpados por algunas personas cuando desarrollaban
su labor, situación repetida en algunos actos públicos o convocatorias
realizadas por organizaciones políticas.
Las experiencias vividas tienen que resultar, tienen que se
provechosos en el más positivo de los sentidos. Cierto que la polarización
política que se vive en el país, el clima de encono que lo envuelve, los
intereses políticos y de todo tipo así como comportamientos inadecuados e
irresponsables –que ya han propiciado auténticos especialistas- reflejados
también en las prestaciones profesionales, contribuyen al desprestigio de del
ejercicio periodístico. Pero hay que corregir lo que sea sea manester. So pena
de que el periodismo siga en picado.
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