¿Cómo
va a ser eso? ¿Tanto dinero público
sobra como para permitirse desperdiciarlo? ¿O es que el volumen de negocio es
tan alto y tan intenso que no deja espacio para aprovechar los recursos? Que no
son pocos, por cierto.
El
caso es que las organizaciones patronales turísticas de Canarias ya han alzado
su voz contra la gran oportunidad perdida para renovación de infraestructuras.
Fuentes empresariales apuntan que se han dejado de utilizar unos siete millones
de euros por no haber ejecutado en plazo el importe de las ayudas concedidas.
“Desde el sector
privado, los empresarios turísticos estamos haciendo un esfuerzo ímprobo por
mantener nuestras instalaciones en un nivel óptimo, una circunstancia que
influye positivamente en la mejora del destino”, exponen en un comunicado las
cuatro principales patronales de las islas. Sin embargo, “nuestros
representantes y administraciones no cumplen con su deber de ejecutar las
cuantías consignadas para rehabilitar el espacio turístico público por una
dilación en la gestión”.
Eso sí: a pesar de
los pesares, siguen pidiendo más dinero público. Es por ello que instan al
ejecutivo recién llegado, y en especial a la Consejería de Turismo, a “hacer el
mayor esfuerzo por mejorar la gestión”, al tiempo que consideran que es
necesario “elevar el presupuesto autonómico para 2024 en materia de
infraestructuras públicas”. Subrayan que “de nada sirve tener los mejores
hoteles si luego los espacios que transita el turista y sus instalaciones no
están al mismo nivel”.
Según la
publicación digital preferente.com, las organizaciones
empresariales insisten en una de las
tradicionales propuestas del sector, que es la de aumentar la dotación
económica al turismo. Ashotel revela que, en los presupuestos de 2023, se
destinaron en total para el área de Turismo ciento veinticinco millones de
euros, de los cuales sólo veintitrés se asignaron al Plan de Infraestructuras
Turísticas.
Para las
patronales, estas cuantías, a pesar de que han crecido en los últimos años,
siguen siendo “manifiestamente insuficientes” en comparación con los
aproximadamente dos mil setecientos millones que ingresan cada año las arcas
públicas autonómicas procedentes de los impuestos que abona la actividad
turística.
El sector viene
viviendo momentos de auge. Algunos destinos han registrado picos que
indiscutiblemente marcan la superación. El verano, sin ir más lejos, ha sido
una estación de récords. Sin embargo, ya ven se desaprovechan recursos públicos
que, para más inri, contaban o cuentan con consignación presupuestaria. Así
pasa lo que pasa: lamentos y subsiguientes. Si llegara un tiempo de crisis, a
ver cómo se remonta. A ver qué se hace. Además de renovar las quejas y los
ajijides. Algunos afirman, y no les falta razón, que no escarmentamos.
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