El abogado y periodista Borja Bergareche, master en relaciones internacionales por la Universidad de Columbia, autor del libro ‘Wikileaks Confidencial’, ex director de Innovación del Grupo Vocento, uno de los de mayor difusión de prensa diaria de nuestro país, ha puesto en valor las redacciones de los medios tradicionales, alegando que son, “en sí mismas, un proceso de verificación de la información con ciento cincuenta años de historia”.
Han pasado ya muchos años pero siguen siendo inolvidables los años juveniles –y no tan juveniles- compartidos en La Tarde y Diario de Avisos. También en Radio Popular de Tenerife, Radio Club Tenerife y el centro emisor del Atlántico de Radio Nacional de España en Canarias. Aquel calor, convertido casi a diario en pasión, aquel ambiente, aquel tecleteo inconfundible y de distintas velocidades, las verificaciones telefónicas de última hora o intercambiar las primeras impresiones con algunos testigos fueron un ejercicio estimulante del quehacer y la vocación periodística.
Era un medio ambiente inconfundible, allí donde se respiraba periodismo por los codos, a sabiendas de que las tareas para sacar la edición eran apremiantes y preñadas de dificultades. No, entonces el debate no era el de las falacias, ni siquiera el de un anticipo radiofónico interpretado a conveniencias o de algún documento probatorio de la que luego se quería sostener en el cuerpo de la información.
Bargareche eleva aquel trabajo pertinaz a la categoría de un proceso constante de verificación, desarrollado sin interrupciones, urgido por las circunstancias, por el vértigo de la información y por el afán de prestar una cobertura apropiada en todos los frentes noticiosos donde sea posible. Y acosados por los males y riesgos de nuestro tiempo, tratando de diferenciar --para hablar con propiedad- entre ‘fake news’ y desinformación, ahora que asumimos que el valor de la información y de la credibilidad ha adquirido una nueva dimensión. El abogado y periodista lamenta que el debate se ha orientado –de forma interesada en muchísimos casos- hacia una puesta en duda del trabajo realizado en las redacciones. Pero ha constituido un respetable proceso de verificación.
Redacciones, por cierto, cada vez menos pobladas. A raíz de la pandemia, sobre todo, se ha ido imponiendo la fórmula del teletrabajo que permite hacer desde casa las tareas que antes era necesario llevarlas a cabo en lo que era un auténtico centro de producción o de trabajo. Pese a todo, Borja Bergareche no desespera y deja margen para la modalidad impresa, frente al auge de la digital. “El reto de los medios –escribe- es enorme y se centra principalmente en optimizar el negocio tradicional y en la diversificación y generación de nuevos ingresos”.
Desde su doble condición de docente y editor, ha reivindicado la importancia del periodismo como industria frente al “exceso de fascinación” con los modelos de emprendimiento: “Cada uno debe saber el lugar que ocupa, nosotros somos una parte clave de un ecosistema empresarial, social y laboral”. Y añadió:
“El emprendimiento aporta innovación y dinamismo a ese ecosistema, y en España han surgido medios emprendedores muy interesantes, hay sitio para todos, pero necesitamos grupos grandes que aseguren la dimensión industrial”, defendió.
“Nosotros tenemos la obligación de ser rentables cada día”, recordó. En este contexto, y en un país en el que existen docenas de facultades de periodismo, se mostró optimista ante la pregunta de uno de los asistentes: “Los estudiantes de periodismo de hoy tienen la responsabilidad de aspirar a crear una parte del periodismo del mañana, y casi todo es posible, pero sabiendo que una parte importante de ese periodismo de mañana será el periodismo de toda la vida”.
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