viernes, 30 de septiembre de 2011

POR FAS O POR NEFAS

Cuando creíamos que se estaba dando un ejemplo de de entendimiento y cooperación en los dispositivos preventivos, el prestigioso geólogo y vulcanólogo Juan Carlos Carracedo ha criticado sin reservas la gestión de las administraciones en la situación sísmica en El Hierro. Asegura tener colegas en el extranjero que se están partiendo de risa, que el ridículo internacional es enorme, que se ha convertido a la isla en un parque temático, que se ha alarmado a la población en exceso y que, en definitiva, ha habido una cierta desmesura cuyo punto culminante parece haber sido la presencia de la ministra de Defensa, Carme Chacón.

O sea, que no atinamos, ni siquiera a la hora de prevenir y tomar las debidas precauciones. No han faltado ocasiones en que se ha pecado de lo contrario, con consecuencias perjudiciales y con un debate posterior en que se piden responsablidades. Y cuando ahora ocurre lo contrario, cuando las administraciones han hecho efectivo el principio de cooperación, cuando se ha aprovechado para activar planes de emergencia e informar a la población -absolutamente desacostumbrada- de los pasos que se deben dar para saber cómo moverse en caso de que se consumen los hechos, resulta que nos pasamos.

Cuando no viene nadie del Gobierno de la nación, se le critica, se le acusa, cuando menos, de insensibilidad. Cuando viene, sin necesidad de tener que demostrar nada, simplemente para respaldar una actuación o acreditar que el asunto preocupa, pues también se le reprueba.

O sea, que no acertamos. Por fas por nefas.

Sin embargo, añadidas las respetables apreciaciones de los científicos dignas de ser tenidas en cuenta, creemos que, si hay que convivir con un fenómeno natural que puede conllevar riesgos, hay que ir creando una cultura de comportamiento para saber reaccionar. Y hay una fase de prevención que es absolutamente decisiva y fundamental. Aunque luego no pase nada (Carracedo afirma que se pierde credibilidad pero el dicho es de aplicación: mejor prevenir que curar) y todo el dispositivo parezca un gasto inútil. Hay que informar, hasta la saciedad si es preciso. Y hay que ensayar, si fuera necesario. Como ocurre en países y ciudades donde la protección civil es una asignatura de primer orden y se aprende con ejercicios prácticos o de entrenamiento.

Se puede entender la desazón del profesor Carracedo cuando esgrime que la comunidad científica pierde credibilidad pero esta situación en El Hierro también ha servido para contrastar su sapiencia y su dominio. Sus mensajes explicativos y tranquilizadores siguen siendo los más valiosos.



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