viernes, 13 de mayo de 2016

MUECA, OPTIMISMO



“El optimismo empieza con una mueca explícita”, escribió el irlandés Oscar Wilde, empeñado como estaba en vituperar el fariseísmo de sus contemporáneos. Así nació un festival de arte en la calle, allá por el año 2000, desafiando imponderables de todo tipo, entre ellos, la incredulidad de los propios portuenses. Pero se trataba de dar un primer paso para reactivar la creatividad cultural y ofertar una convocatoria que, con el paso del tiempo, fuese uno de esos dos acontecimientos anuales que proyectasen un destino turístico diferenciado y sirviera de estimulante de la actividad económica productiva.
Mueca arrancaba con vocación de entretener y divertir, hasta de descubrir tendencias y corrientes artísticas. Unos funambulistas belgas hicieron las delicias de quienes, curiosos, se dieron cita en el parque San Francisco, aún útil entonces para espectáculos y representaciones. Plazas y vías del Puerto de la Cruz se contagiaron del buen ánimo y del ambiente que derivaban de música, disfraces, desenfado, circo, comicidad, performances… Mueca, el arte en la calle, accesible, atrayente, un conjunto de alardes, era, en sí mismo, una prueba de optimismo que podía crecer y convertirse en algo grande.
Estuvo a punto de desaparecer, acaso por un cierto afán de liquidación de lo que otros han hecho bajo el pretexto de incongruentes políticas austericidas y de contención de gastos. Pero ocurrió que el público ya se había identificado con la idea, la había hecho suya, y reventarla acarreaba rechazo e impopularidad. Paradójicamente, ahora presumen de la convocatoria, de su progresión y contenidos, quienes poco o ningún entusiasmo derrocharon para darla continuidad. Bienvenidos, en todo caso.
Hasta cómplices, esto es, amigos y voluntarios que actúan como soportes de apoyo y fomentan los valores intrínsecos de este singular festival artístico que, además de la calle como escenario natural y abierto ya tiene otros en distintos recintos, aparecen como un elemento más del festival que hoy se inicia en el Puerto de la Cruz con expectativas desbordadas y con una programación de lujo para todos los públicos, incluso el más exigente en estas materias. Las inyecciones financieras del sector privado vienen muy bien para mantener la salud del festival que no podía subsistir, era claro, exclusivamente, con recursos públicos.
Era necesario, además de fe, mantener voluntad política, respetar y exprimir la capacidad de gestión. Sin eso, no hay optimismo que valga. Esta es una apuesta diferenciada por la cultura, una incursión en el vasto campo de las manifestaciones artísticas que, además, ha cobrado ya una dimensión internacional verdaderamente estimable y está en las principales agendas socioculturales del país. El Puerto hace Mueca. Qué bien.

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