A la vejez, viruelas. Recurramos al rico refranero para intentar acomodar el caso de Ramón Tamames, tentado por la extrema derecha para ser el candidato alternativo en una posible moción de censura contra Pedro Sánchez en el Congreso de los Diputados.
Ese, en concreto, se dice cuando alguien de edad ya considerable muestra conductas, aficiones y actitudes o realiza hechos que son propios de edades infantiles o juveniles, especialmente cuando esas cosas no las ha hecho ni experimentado cuando tuvo la edad adecuada. El dicho proceda del título de una comedia del dramaturgo Manuel Bretón de los Herreros, escrita en 1817 y titulada así, ‘A la vejez, viruelas’, que narra las vicisitudes de dos viejos enamorados. Se cree también que el dicho es anterior a la comedia y que lo que hizo Bretón es emplear como título una expresión ya acuñada.
Bueno, Tamames es un respetable economista político, técnico comercial del Estado, catedrático de Estructura Económica desde 1968. Miembro del Comité Ejecutivo del Partido Comunista de España (PCE) desde 1976, fue elegido diputado por Madrid en 1977 y 1979. Entre 1979 y 1981 fue concejal y primer teniente de alcalde del ayuntamiento de Madrid durante la alcaldía del profesor Tierno Galván.
Abandonó el PCE en mayo de 1981 para fundar en diciembre de 1984 la Federación Progresista (FP), con la cual participó en la creación de Izquierda Unida (IU) en 1986, siendo elegido diputado a Cortes. En 1987 la FP abandonó IU y en 1989, siendo aún diputado, abandonó la dirección de ese partido e ingresó en el Centro Democrático y Social (CDS), aunque abandonaría la política poco tiempo después, para dedicarse a los negocios.
Con el paso del tiempo ha evolucionado hacia posiciones más conservadoras en materia económica, según declaró el propio Tamames en una entrevista. El pasado viernes 3 de febrero, Tamames hizo público a la agencia Europa Press que estaría dispuesto a encabezar una moción de censura contra Pedro Sánchez coordinada por el partido que representa a la ultraderecha española.
Y ahí andan, a ver cómo se resuelve el dilema. Cuesta aceptar el papel de las partes, por muchos vaivenes que haya protagonizado el ¿todavía político. Un hecho tan serio como es la moción de censura se ve desvirtuado cuando quien la presenta, consciente de que la va a perder, lo es también de que conviene acentuar el desprestigio, embarrar la democracia y sus entretelas. A mayor desajuste e incongruencias, mayores sensaciones de que esto no sirve. Por eso juegan con el posibilismo, con las fórmulas asentadas en el dislate. Se busca que a la gente le dé igual. Olvídense de proyectos políticos y de bases ideológicas. O sea, un viejo profesor comunista ahora encabeza una opción extremista del lado opuesto. Vivir para ver.
Salvo que a Tamames le guíe un odio sarraceno hacia Pedro Sánchez, sabe que la opción es un sindiós. Y si es consciente, ¿por qué se presta? ¿Es que no adivina la tomadura de pelo, el irrespeto que entraña lo que no merece llamarse ni jugarreta? ¿Es que no se ha dado cuenta de lo que ha ocurrido con antiguos cargos socialistas rescatados de su ostracismo para que se les vea en televisión o se les escuche en la radio despotricando, descalificando, reculando y vejando? ¿Por qué se presta?
¡Qué ridículo, Tamames! La historia no le amparará.
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