domingo, 16 de julio de 2023

Ibáñez, un artista irrepetible

 

Todos fuimos más niños leyendo los colorines –que así se decía entonces- y las peripecias de aquellos personajes que ‘devorábamos’ con curiosa fruición. Nos sabíamos de memoria sus nombres pero desconocíamos quién era el padre de las criaturas. Se llamaba Francisco Ibáñez, fallecido en Barcelona cuando contaba 87 años de edad. Se ha escrito que era la figura más importante del cómic español.

Claro que su huella es imborrable. Cada semana, los niños esperábamos ansiosamente los cuentos, los dibujos animados españoles, en las librerías o en los quioscos. Luego, venía la fase de colección o de intercambio. Y de repaso, en verano, cuando seguían pareciendo nuevas las escenas y aquellos dibujos tan exactos. Fuimos unos cuantos los que aprendimos a leer o complementamos los textos de Don Quijote y Cien figuras españolas, los libros con los que la abuela nos hacía incursionar en la lectura.

La editorial Penguin Ramdon House lamentaba la pérdida del historietista: "Despedimos a la figura más importante del cómic español. Nos deja el enorme legado de su lucidez, sentido de humor y más de cincuenta mil páginas con personajes memorables que han hecho felices a un gran número de lectores”.

El artista que nos hizo reír a todos. A lo largo de su prolífica carrera, Ibáñez fue capaz de mezclar magistralmente el humor absurdo, la sátira social y la crítica política en su inmensa creatividad. Sus personajes únicos y entrañables se convirtieron en compañeros inseparables para muchos lectores, y las ocurrencias y enredos que se planteaban en sus obras siempre arrancaron sonrisas.

Asimismo, las obras de Ibáñez burlaron la censura del régimen anterior y trascendieron las fronteras, siendo publicadas y disfrutadas en multitud de países, sobre todo de habla hispana. “Sus historietas lograron transmitir la realidad de una manera ingeniosa y divertida. Su estilo único e inconfundible ha dejado una marca indeleble en el mundo del cómic”, ha escrito Irene G. Domínguez.

Creemos recordar que el tinerfeño Manolo Darias, en Diario de Avisos o La Tarde, dedicó también importantes espacios a la exposición y análisis de su obra.

Su arte vivirá para siempre. Ibáñez está asociado a personajes como Mortadelo y Filemón, cuyas aventuras gustaban a lectores de todas las edades. A Rompetechos, cuya miopía conducía a equívocos inauditos. A Pepe Gotera y Otilio, que paseaban, con enorme gracejo, sus chapuzas a domicilio. Y una creación inmortal, 13, Rue del percebe, donde Ibáñez reproduce en cada entrega situaciones cómicas, insólitas, singulares, el mejor retrato humorístico de la vida en una comunidad vecinal.

En fin, un genio del comic, un artista irrepetible. Con el que todos fuimos más niños.

 

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