En algún lado
debe estar –¿acaso en el archivo sonoro de Radio Nacional de España?- copia de
la conversación que mantuvimos en su día, hace muchos años, con Luis Suárez, recientemente
fallecido, cuando era seleccionador nacional de fútbol.
Fue en ocasión de
una visita suya a la isla, en el hotel Meliá del Puerto de la Cruz, donde nos
acompañaron Juan José Hernández Palmero, ya consolidado en la redacción de
deportes de Radio Popular de Tenerife; y
Enrique Serrano, el fotógrafo de Diario de Avisos, quien, sorprendentemente
–tenía costumbre de marcharse rápido, según terminara su cometido- se quedó
hasta el final.
Hacíamos “La
Tertulia”, un programa semanal que se emitía los sábados en Radio Nacional de
España en Canarias, a veces en directo.
En aquella ocasión,
hablamos –durante cincuenta y cinco minutos- poco de fútbol. Suárez tenía una
trayectoria histórica muy granada, con su Balón de Oro, su estancia italiana y
su traspaso millonario, pero nos interesaba esa otra dimensión, la del
personaje que se adivinaba fuera de la cancha, el por qué de la elegancia que
también exhibía en su relación social. La de un deportista que había brillado
con luz propia desde su traspaso y había conquistado al exigente y entendido
público italiano. ‘Luisito’ era un personaje que trascendía.
Y allí le
tuvimos, frente a frente. Casi una hora con aquella figura peculiar, sapiente y
respetuosa. Seguimos buscando la copia de la conversación, igual que una
reproducción aparecida en Diario de Avisos.
Y es que Suárez,
al terminar, comentó a los compañeros que era la mejor entrevista que le habían
hecho en su vida.
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