lunes, 10 de marzo de 2025

Cita periodística en Las Palmas

 

El mentor de la cosa fue Francisco González Concepción, Paco, que trabajó y se movió de lo lindo en las dos orillas, siempre con sus cámaras fotográficas en todos lados, hasta cuando pescaba en la dársena del muelle de Santa Cruz de Tenerife y vio caer una avioneta. Algo pasó, que no precisamos, pero las fotos no fueron debidamente reveladas, de modo que lo que pudo ser un formidable reportaje periodístico, resultó frustrante. El fotógrafo estaba allí, que decíamos, pero su trabajo quedó incompleto, difuso, borroso. Para cabrearse con toda justicia. No importó: el siguió, erre que erre, en busca de nuevos impactos.

Y es que Paco se ha salido en la historia gráfica, en la historia ilustrada de Canarias, siempre presente en los grandes acontecimientos, atento observador de las movidas sociales, de día y de noche, en locales reducidos o en recintos que daban al exterior. Se ha salido, queremos decir, captándolo todo. O casi todo.

Ahora congregó (en Pueblo Canario, recinto sempiternamente singular en la capital grancanaria), a más de setenta profesionales del periodismo que dieron vida a este Encuentro de Periodistas Canarios, entre dos siglos, es decir, lo que estaban entre 1960 y 2000, XX y XXI, con licencia para la nostalgia y dieron rienda suelta al producto del retrospecto, viéndose las caras nuevamente, al cabo del tiempo, contándose las mil y una peripecias que el ejercicio de la profesión ha deparado, todos y todas rememorando las andanzas, las demoras, los trucos y las licencias para cumplir con una cobertura o un encargo que parecía imposible.

Allí estábamos quienes compartimos las vivencias de años y años, animados por el aguijón vocacional y las ganas de volcar en páginas, informativos y piezas de muy diversa índole, los conocimientos y las impresiones de la teoría adquirida en facultades y redacciones que, cuando estacionaba en escenarios acogedores de ruedas de prensa, se convertían en una prueba de capacitación.

Prensa escrita, radio en directo, grabaciones, una transmisión audiovisual… Los periodistas, por lo general, tenían muy claro que no eran protagonistas. Todo lo más, notarios de la actualidad que daban fe de lo que acontecía. Y allí estaban con tal de cubrir la noticia. De hacer un despiece. De hacer atractiva la información. De incentivar el interés de lectores, radioescuchas y televidentes.

Para todos los que acudimos, aquellos fueron años memorables, cada quien en su función, hasta buscar el resultado de un encuentro de categoría regional, o aguardar un tardío o revisado revelado de una foto con aquellos métodos rudimentarios. Años de esfuerzo y dedicación, cuando la competencia era una noble lid, cuando la utilización de lineas microfónicas, a dos o cuatro hilos, era un logro difícil de explicar a quienes recibían la señal en su receptor.

Todos preguntando por los ausentes. Todos añorando su entrega y su sacrificio, su compromiso, su arte para estar omnipresentes y para encontrar un desplazamiento seguro hasta la sede del periódico o de la emisora.

Quisimos saber de Segundo Almeida, claro. Y de Armando Marcos. Satisfizo compartir mesa con Pepe Martín Ramos. Y saludar, junto a Leopoldo Fernández y Gustavo Armas que acudieron desde Tenerife, a tantos y tantos compañeros que siguieron siendo los de siempre cuando la información se pobló de gabinetes de comunicación y modalidades de transmisión de información que eran la traducción del salto que, consciente o inconscientemente, estábamos dando siempre entre apremios.

A Paco González Concepción empezaron a caerle ofertas para que volviese a Tenerife y organizase un encuentro similar, eso, de ámbito regional. Siquiera para constatar que, en el fondo, siempre estuvimos cerca unos de otros. Y para hacer ver a las nuevas generaciones de periodistas, esas entre el desaliño, la desmotivación, los avances tecnológicos y el teletrabajo, que donde hubo, siempre queda.


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