La
conmemoración del 115º aniversario del nacimiento de “La Prensa” nos recuerda
la vigencia del valor del periódico como garante de algunas de las libertades
que protege —en su artículo 20 y como un derecho irrestricto— la Constitución
Española de 1978. A esa tarea se aplicó desde 1910 Leoncio Rodríguez,
sobresaliente contemporáneo de Patricio Estévanez Murphy, fundador y primer
presidente, ocho años antes, de la organización que presido.
Aunque
siendo este un hito tan inusual como importante, conviene aprovechar el hito
para recordar —editores, periodistas, anunciantes y lectores— la importancia
vital de los medios de comunicación en una sociedad que, a caballo de los
cambios impuestos por los avances tecnológicos de este siglo, modificó los
hábitos de lectura y las vías por las que accede a lo que se entiende ahora por
comunicación social, un concepto bien distinto al que manejó el mismo Rodríguez
naciendo el siglo pasado.
Más
allá de la discutida “vida útil” del periodismo impreso —un debate interesante,
pero no nuclear, incluso para los que crecimos y trabajamos entre linotipias y
rotativas—, apunto como retos inmediatos otros que sí han venido para
condicionar el papel del periódico y de los periodistas. Así, antes Internet,
las redes sociales y los “influencers”; y ahora, como último elemento
disruptivo, la Inteligencia Artificial (IA). Tomar lo mejor de estas
herramientas, sin perder la condición de intermediadores necesarios entre lo
noticioso y el lector, sería entonces el reto —tan descomunal como urgentísimo—
a riesgo de que el tsunami de la desinformación y la inmediatez mal entendida
reduzcan a la mínima expresión el valor del oficio periodístico.
(Nota del autor.-Artículo aparecido en el suplemento de la edición del pasado domingo 30 de noviembre en EL DIA-La Opinión de Tenerife, con motivo del 115 aniversario de 'La Prensa', cabecera fundada en 1910 y origen del periódico).
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