Numerosos críticos coinciden en señalar que cuando se relaciona el término ‘naturalismo’ con la naturaleza, con un paisaje, se comete un error. Sostienen que cuando alguien se refiere a un “artista naturalista”, no alude a un artista que elige como tema las montañas, un bosque, un arroyo o un atardecer, sino a algo muy diferente: su leitmotiv es el ser humano mostrado naturalmente, “al natural”, real, en circunstancias reales, con sus bellezas y también con sus fealdades.
Precisemos que las artes plásticas no tienen un movimiento específico llamado “naturalismo”. Sí lo tiene la literatura. En literatura, el naturalismo se opone al romanticismo, y muestra la realidad de manera objetiva, cruda, incluso desde los ángulos más vulgares o los más desagradables. En pintura, el movimiento que se relaciona con pintar al hombre de manera naturalista y no romántica (idealizada) es el realismo. Como movimiento surge hacia 1855, y resulta escandaloso para los consumidores de arte, los burgueses, ya que eligen como tema preferentemente las clases obreras y campesinas, y a esos burgueses dicha elección les resulta un horror contrario a todo “arte”. Poco a poco, ese mostrar a las clases trabajadoras y pobres se irá cargando con un tono de denuncia social. Se mostrará la realidad para que muchos vean lo que no quieren ver. Y entonces ese tipo de realismo pasará a llamarse “realismo social”. Un ejemplo es el cuadro de Joaquín Sorolla, Trata de blancas, que data de 1895.
Como conclusión, y para que nos quede aún más claro que naturalismo no es pintar un paisaje, es bueno pensar en esta curiosa contradicción: el espíritu del naturalismo es mostrar las cosas de manera cruda, sin idealización (algo que, en ese sentido, decíamos que es “contrario al romanticismo”), pero cuando el protagonista es un paisaje natural, cuando el tema es la naturaleza, casi siempre encontramos un paisaje que exalta la belleza, que la idealiza, que está lleno de romanticismo, que suele ser más poético que “documental”.
Esta colección de Ángela Maglioni que hoy presentamos sirve para interpretar el punto de partida de nuestro acercamiento a su obra. El naturalismo se confunde a menudo con el realismo, otro movimiento que nació en Francia a mediados del siglo XIX. Ambos retrataron la vida tal y como era. Sin embargo, existen diferencias sutiles entre los dos estilos de pintura. Los artistas realistas buscaban representar la vida real de una manera veraz al representar a personas comunes que llevan a cabo sus rutinas. En cambio, los artistas naturalistas no estaban tan preocupados por el contenido de la pintura. Al contrario, estaban más interesados en cómo la pintaban, con tantos detalles realistas como fuera posible. Además, muchas pinturas realistas ofrecen un comentario sobre la política y los problemas sociales de la época en que fueron pintadas, mientras que las obras naturalistas se centran principalmente en representar escenas al aire libre y la vida rural.
Ángela Maglioni, artista multidisciplinar que realizó estudios en la Escuela de Bellas Artes de Madrid en 2001, ha desarrollado su obra pictórica, entre la ilustración, la gráfica y el muralismo. Su obra nace de la necesidad de vivirse en un mundo en el que los protagonistas son los colores, las acuarelas, los pigmentos, los pinceles y los lienzos. Esta amalgama le permite trasladar y trasmitir su mirada del mundo, que escapa a etiquetas y estereotipos, mostrando siempre su particular visión de lo que le rodea.
Ilustradora, galerista, docente, dibujante, pintora, muralista, diseñadora de producto, trabaja en todo tipo de soportes y disciplinas artísticas aunque actualmente está enfocada en la vertiente del arte urbano, más conocido como ‘Wall Art’, donde encuentra inspiración en la naturaleza, la sostenibilidad y actitudes orientadas a la protección y conservación del medio ambiente. Dentro de su proceso de creación, trabaja con pigmentos orgánicos y pinturas ecológicas Zero y considera que el artista y su arte tiene la gran responsabilidad de recuperar la sensibilidad intrínseca del ser humano. Ha realizado diferentes exposiciones individuales y colectivas, desarrollando su obra pictórica, gráfica y artística abordando la confrontación de la psique humana con lo externo, tangible y visual a ella.
Aquí nos muestra una creatividad que parece tender a la especialización. Incursiona en las obras de gran tamaño. Y refleja la sensibilidad de los grandes artistas cuando encara el medio natural, cuando, sin miedo al figurativismo, hace reconocer en sus acrílicos la apariencia externa del modelo representado.
Angela logra que, con su delicada y a veces atrevida escala cromática, la naturaleza se abra camino. Con sus palmeras en la ciudad haciendo un bosque impenetrable, con su peculiar universo, entre flores y peces que describen ondas y se mueven entre frecuencias insondables, todo o casi todo se refleja allí, en jardines salvajes o donde crecen las flores en el mar, donde así -recordado Luis Eduardo-, es fácil encontrarlas. Y si no, que le pregunten a las mujeres pensativa y viajera.
El camino está ante nuestros ojos. En unos tiempos de incertidumbre, en los que se vaticina incluso el año de la desaparición de la tierra de cultivos o vastas extensiones agrícolas, el arte de Ángela Maglioni se eleva también como una advertencia, como un canto de frustración por lo que se pierde si no hay cuidado ni sensibilidad.
No es el momento de debatir si sobrevivirá la naturaleza. Por ahora, nos conformamos con la admiración de estos cuadros de Maglioni que subliman aquello que nos envuelve y que la particular visión de la autora capta con un estilo propio que también contribuye a abrir el camino.
(Texto leído anoche en el Instituto de Estudios Hispánicos de Canarias, presentación de la exposición de Ángela Maglioni, 'La naturaleza se abre camino')
1 comentario:
Muy interesante Salvador. Uno siempre aprende. Muchas gracias por compartir
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