Ayer por la tarde cerró sus puertas, al cabo de veintiséis años, “Track”, una popular cafetería de comida rápida que regentaba el herreño Mauro Armas Padrón, a quien acompañaba su gentil esposa, Leida Pérez Reboso. “Track”, durante todo ese tiempo, vino a mantener la efervescencia y el movimiento constante de gente que se registraba en el célebre “Capitan corner”, por donde fluían muchas inquietudes y discusiones portuenses.
Mauro llegó de El Hierro, después de pasar por Venezuela, para integrarse. Y vaya si lo hizo. Terminó siendo un portuense más, cercano, diligente, predispuesto a echar una mano. Creó empleó , propició el primer trabajo para muchos jóvenes de ambos sexos que buscaban y encontraron una oportunidad, sirviendo cortados, infusiones, helados, hamburguesas, cervezas y bebidas refrescantes.
Como los buenos patrones, estaba allí, en el bar, desde muy temprano, atendiendo a los clientes y vigilando a sus empleados, a quienes enseñaba y corregía en el trato, ocupándose de las mesas del exterior casi siempre ocupadas, a cualquier hora. Mauro y esposa aún tenían cuerda para rato pero han emprendido la retirada, porque a todos nos llega esa hora de disfrutar de hijos y nietos, de las bajadas sin estar pendientes de los billetes de avión para llegar a la hora y abrir la persiana. Una franquicia, tras la debida reforma, se hará cargo del establecimiento, aún no se sabe si con el mismo nombre.
Un recuerdo, confesado ayer mismo, cuando las prisas del punto final ya dominaban: en “Track” desayunamos, con familiares y compañeros, aquel lunes después de la jornada electoral en que ganamos la alcaldía del municipio. Dice Mauro que lo recordaba y participó de la alegría que “yo veía en el pueblo que se acercaba”.
Un buen hombre, un trabajador, un emprendedor herreño trasterrado que colaboró con fiestas y celebraciones portuenses, que estaba predispuesto para ser uno más y que iba a todos lados con su pequeña motocicleta. “Track” ha formado parte de la geografía urbana del Puerto de la Cruz, del entorno de una plaza que para todos nosotros, Mauro incluido, ha sido una suerte de universo de la pequeña gran urbe.
A disfrutar, suerte.
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