Nos ha llamado mucho la atención el dato, facilitado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), de ahí que lo comentemos. 5,1 millones de personas padecen hambre en Venezuela, situada en América del Sur y que tiene una superficie de 912.050 Km2. La República Bolivariana, con una población de 28.199.867 personas, se encuentra en la posición 52 de la tabla de población, compuesta por 196 países y presenta una moderada densidad de población, 31 habitantes por Km2. Venezuela es la economía número 72 por volumen de Producto Interior Bruto (PIB). Su deuda pública en 2017 fue de 26.663 millones de euros, con una deuda del 133,61 % del PIB está entre los países con más deuda respecto al PIB del mundo. Su deuda per cápita es de 872 euros por habitante. La última tasa de variación anual del IPC publicada en Venezuela es de septiembre de 2024 y fue del 25,8%.
El PIB per cápita es un muy buen indicador del nivel de vida y en el caso de Venezuela, en 2018, fue de 2.895 euros, por lo que se encuentra con esta cifra en la parte final de la tabla, en el puesto 137. Sus habitantes tienen un bajísimo nivel de vida en relación a los 196 países del ranking de PIB per cápita.
En cuanto al Índice de Desarrollo Humano (IDH), que elabora las Naciones Unidas para medir el progreso de un país y que en definitiva nos muestra el nivel de vida de sus habitantes, indica que los venezolanos tienen una mala calidad de vida.
En cuanto al Índice de Percepción de la Corrupción del sector Público en el país, ha sido de 14 puntos, así pues, por l,o que puede decirse que está entre los países con mayor corrupción en el sector público, de los 180 países analizados.
Los datos, expuestos de forma muy sucinta, sirven para entender el malestar de la ciudadanía y por qué una de las economías mundiales basada en la explotación de sus recursos naturales ha entrado en un declive galopante. El régimen revolucionario, primero de Hugo Chávez y después de Nicolás Maduro, independientemente de las connotaciones políticas, camina hacia el abismo de mantenerse estas coordenadas políticas.
De ahí la importancia del dato introductorio. Susana Rafalli, experta en nutrición y asistencia humanitaria, y pone de relieve la inseguridad alimentaria en el país hermano, aunque ya no tanto, si permiten la licencia.
Durante una reunión virtual con el Movimiento en Defensa de la Constitución y la Democracia (Decode), Rafalli resaltó que la crisis alimentaria en el país se compara con las que atraviesan naciones en guerra o afectadas por desastres naturales. Esta inseguridad, considerada severa por responsables de la FAO significa que no tienen acceso regular a alimentos suficientes y nutritivos. La situación venezolana se agrava por la escasez de alimentos básicos, el aumento de los precios y la disminución de la capacidad adquisitiva de la población.
De acuerdo con Rafalli, la desnutrición aguda infantil supera en cuatro veces el promedio regional de Suramérica, situación que se ve agravada por la disminución de la cooperación internacional y las dificultades para acceder a los alimentos básicos-
La experta destacó que la crisis alimentaria ha llevado a las familias a adoptar estrategias de supervivencia extremas, como reducir el número de comidas, pedir prestados alimentos o incluso saltarse comidas. Además, la desnutrición crónica en niños y niñas está generando un impacto negativo en su desarrollo físico y cognitivo a largo plazo. La FAO señala que algo más de cinco millones de venezolanos -cerca del 17 % de la población- afrontan una situación de inseguridad alimentaria moderada y severa. El Panorama Regional de la Seguridad Alimentaria y Nutricional de la ONU de 2022 indicó que la República Bolivariana tiene la mayor prevalencia de subalimentación de Suramérica. Rafalli alertó que las consecuencias de esta crisis alimentaria son devastadoras para la salud y el desarrollo de la población, especialmente para los niños, las mujeres embarazadas y los adultos mayores.
Una revolución fracasada. Y encima ahora, dos presidentes. Oscuro panorama, desde luego.
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