lunes, 1 de septiembre de 2025

Prestigio social, sí; influencia, menos

 

El centro de investigaciones Pew Research, especializado en encuestas de opinión operado por el ‘Times Mirror’, del grupo editor ‘Los Angeles Mirror’, es un ‘think tank’ (organización o grupos de expertos que se dedica a investigar y analizar cuestiones políticas, económicas, sociales, militares o culturales, entre otras. Su objetivo es influir en la toma de decisiones por parte de gobiernos, empresas y la sociedad en general. También se traduce como "tanque de ideas" y puede estar relacionado con laboratorios militares, empresas privadas o instituciones académicas) ha publicado recientemente una que merece máxima atención y se presta a reflexiones, críticas y análisis, dadas las conclusiones que aporta.

La encuesta, realizada entre el 14 y el 20 de abril de 2025 a 9.397 adultos, sitúa en el 59 % a quienes consideran que los periodistas son “muy” o “extremadamente” importantes para el bienestar de la sociedad, pero también constata que el 49 % percibe que están perdiendo influencia y que el 45 % declara mucha o bastante confianza en que actúen en el interés público.

En una información que sobre el particular publica Laboratorio de Periodismo.org, se interpreta que el periodismo sigue siendo considerado un pilar democrático por la mayoría de la población, pero la confianza hacia quienes ejercen el oficio muestra signos de desgaste y las fronteras sobre quién merece la etiqueta de periodista se difuminan en la era digital. La aparición de pódcast, newsletters (los nuevos géneros) y creadores en redes sociales convive con la persistencia de los formatos tradicionales, y la opinión pública, atravesada por divisiones políticas y generacionales, dibuja un retrato de respeto hacia la función social de informar y, al mismo tiempo, de sospecha sobre la imparcialidad de quienes la ejercen.

En efecto, el ecosistema informativo digital multiplica las fuentes, difumina las fronteras entre profesionales y creadores y mantiene abierto el debate sobre qué significa hoy ser periodista, al tiempo que tensiona la confianza del público y reordena los hábitos de consumo.

La población declara que quiere información rigurosa y a la vez convive con formatos nuevos —boletines, pódcast, redes sociales— que compiten con los medios tradicionales por tiempo y credibilidad; la etiqueta “periodista” no se aplica de forma uniforme a quienes participan en ese circuito y la evaluación de su trabajo presenta fuertes diferencias por edad y por afinidad política. Estas son algunas de las principales conclusiones del último retrato sobre la profesión de periodista en Estados Unidos,

Entre los rasgos que la ciudadanía exige a sus proveedores de noticias, sobresalen la honestidad (93 %), la inteligencia (89 %) y la “autenticidad” entendida de manera diversa (82 %), y en las funciones diarias se prioriza “informar con precisión” (84 %) y “corregir afirmaciones falsas de cargos públicos” (64 %).

La definición de quién es periodista se asocia con mayor claridad a los formatos tradicionales. El 79 % considera periodistas a quienes escriben en periódicos o webs de noticias, el 65 % a quienes informan o presentan en televisión y el 59 % en radio, mientras que los porcentajes bajan en medios nuevos: 46 % para quienes conducen pódcast informativos, 40 % para autores de newsletters y 26 % para quienes publican sobre noticias en redes sociales.

Las expectativas normativas sobre cómo actuar también son claras en varios puntos. Tres de cada cuatro encuestados (75 %) sostienen que, al cubrir un tema, “todas las partes merecen siempre cobertura equilibrada” y un 82 % afirma que, ante falsedades de figuras públicas, los periodistas deben informar y aclarar que son falsas. Al mismo tiempo, más de la mitad (56 %) cree que los periodistas “no pueden separar a menudo sus opiniones personales” de lo que publican, con diferencias marcadas por partido.

En perfil y preparación, la ciudadanía otorga más peso al conocimiento temático que al estatus laboral o a la titulación: el 70 % considera “muy importante” que quien informa tenga dominio profundo del tema, frente al 31 % que valora estar empleado por un medio y el 25 % que prioriza un título universitario en periodismo. Aun así, un 60 % opina que debería requerirse formación formal para ejercer. En transparencia, el aspecto más demandado es explicar cómo se gestionan los errores: el 66 % lo considera “muy importante”.

Los datos también reflejan cómo llega la información. Casi la mitad de los adultos (46 %) dice que la mayor parte de sus noticias proviene de personas a las que considera periodistas, aunque un 59 % declara que preferiría informarse principalmente a través de periodistas . Ese desfase convive con una valoración ambivalente de los atributos: mayorías describen a “la mayoría de los periodistas” como inteligentes (63 %) y bien intencionados (58 %), pero también como “sesgados” (58 %).

El informe, publicado el pasado 20 de agosto, incorpora además evidencia cualitativa de nueve grupos focales que ayuda a contextualizar los porcentajes y muestra percepciones sobre autenticidad, opinión y riesgos del trabajo, así como la influencia de intereses políticos o financieros en la cobertura. El conjunto dibuja un terreno exigente para el oficio: reconocimiento amplio de su función social, escepticismo sostenido sobre su imparcialidad y reglas de juego que el público sigue situando, con matices, en la verificación, la corrección y la transparencia.

En fin, que según este sondeo de opinión americano, los periodistas conservan un considerable nivel de prestigio social pero su poder de influencia va reduciéndose sensiblemente.