jueves, 16 de julio de 2020

DENOMINACIÓN DE CALLES


Las elecciones generales de 16 de abril de 1899 en España fueron convocadas en la minoría de edad de Alfonso XIII, siendo regente su madre María Cristina de Habsburgo-Lorena. Su base legal fue la Constitución española de 1876, vigente hasta 1923 en la conocida como Restauración borbónica en España. En base al “Pacto de El Pardo”, de 24 de noviembre de 1885, quedó instituido el sistema de turnos pacíficos en ejercicio del poder entre liberales y conservadores, que consolidó la Restauración hasta finales del siglo XIX y principios del XX.
El 26 de junio de 1890 el gobierno liberal-fusionista reimplanta oficialmente el sufragio masculino en la legislación electoral. El 10 de diciembre de 1898, con la firma del Tratado de París de 1898, finaliza la Guerra hispano-estadounidense y España perdía las colonias de Cuba, Filipinas, Puerto Rico y Guam; más tarde venderá las islas del Pacífico en el Tratado germano-español en 1899. El 4 de marzo de 1899 cae el gobierno de Sagasta, dando comienzo el nuevo turno conservador dirigido por Silvela. El 16 de marzo de 1899, siguiendo el proceso de normalización, conforme a lo pactado entre las principales fuerzas políticas, se procedió a la disolución de las Cámaras y a la convocatoria de elecciones legislativas.

Sirvan estos antecedentes, tomados de Wikipedia, para situarnos en el Puerto de la Cruz del 5 de agosto de 1989, cuando un grupo de treinta y seis vecinos, elevaron un escrito al Ayuntamiento para que “...en conmemoración de la nueva fase político-legal-administrativa que ahora empieza para nuestro municipio, acuerde las sustituciones de los nombres de la calle Quintana, por el de Vida Nueva; la de San Juan por Tomás de Iriarte; la de la Iglesia por Narciso Piñeiro y plazuela Concejil por plazuela de Víctor Pérez.

Era claro que Vida Nueva respondía al espíritu de innovación y reforma de aquella época. Además, era la expresión de los grandes anhelos sentidos por amplios sectores del pueblo “para quebrantar los moldes gastados de las sociedades caducas y de los organismos estériles”, según escribió el que fuera cronista oficial del municipio, Nicolás Pestana Sánchez.

La corporación local no tomó en consideración esta propuesta vecinal. Meses más tarde, el 18 de enero de 1900, el Ayuntamiento nombró una comisión que habría de elaborar un informe razonado acerca de las nuevas denominaciones que llevarían plazas y calles del pueblo. La comisión cumplió con su cometido y a punto de concluir el año siguiente, el 19 de diciembre de 1901, adoptó un acuerdo que resumimos y del que transcribimos algunos párrafos:

1º Que existiendo todavía en la calle Venus la casa en que nacieron los Iriarte, honra de las letras patrias y de este pueblo, debe sustituirse el citado nombre por el de Iriarte.
2º Que habiendo sido el primer alcalde elegido por el pueblo, en cumplimiento de una Real Orden expedida por Carlos III en 1772, Nicolás Blanco, que se hizo notable por la originalidad de sus justicias, así como por la generosidad que acreditó empedrando a su costa, la calle de Las Cabezas, desde su cruce con la de Venus hasta la Capilla de la Cruz, debe darse el nombre de Blanco a la mencionada vía desde su comienzo de la plaza de la Constitución hasta la indicada Capilla de la Cruz, conservando el nombre de Las Cabezas el resto de la vía (De este particular se deduce que, en principio, que Las Cabezas partía de la plaza del Charco, entonces de la Constitución).
3º Que habiendo vivido en la calle del Castaño Domingo Nieves Ravelo, en casa de su propiedad, que llegó a ser de los herederos del Conde de Siete Fuentes, se propone sea honrada la memoria de este Hijo Ilustre del Puerto, alcalde durante la desastrosa epidemia de 1811, en la que acreditó su ardiente caridad y su abnegación extrema, otorgando a la citada calle el nombre de Nieves Ravelo.
4º La calle La Soledad (desde las actuales San Juan a Benjamín J. Miranda) pasó a denominarse Luis de la Cruz, pintor de cámara de Fernando VII que había dirigido la escuela de dibujo del Real Consulado de la ciudad de La Laguna. Los méritos del artista se reflejan en retratos al óleo y en miniatura que hizo de príncipes y reyes así como los cuadros representando la vida de Jesucristo que adornan el retablo del Gran Poder de Dios en la Peña de Francia.
5º Un insigne portuense, el ingeniero Agustín de Bethencourt y Molina, cuyos restos descansan en San Petersburgo, tiene también su calle entre Santo Domingo y Cupido. Sustituye en el callejero a la rotulada como calle de La Oposición.
6º “Proponemos (dice el acuerdo de la comisión) que la calle de la Iglesia lleve el nombre de Esquivel”, en reconocimiento al que fuera párroco Manuel Esquivel, con cuyo donativo fue construida en aquellos años la torre de la iglesia de la Peña. “Señaló desde el altar los espléndidos y luminosos horizontes dela virtud y del bien”, dice la propuesta.
7º La contribución a la vida municipal de Tomás Cologan, que fue alcalde del municipio, especialmente en el impulso dado a la dotación de alumbrado público y construcción de aceras, fue merecedora de que el apellido le fuera dado a otra de las vías céntricas de la localidad.
8º Aquel quien con toda propiedad pudiera decirse que elevó un monumento a su patria, al escribir su “Historia de las Islas Canarias” y otras varias obras de indiscutible mérito, ha prestado tantos servicios a la cultura de nuestro país, no necesita que nosotros le honremos consagrando un recuerdo a su memoria. Somos nosotros los que necesitamos honrarnos recordando a las generaciones presentes y venideras que vivió y se educó en nuestro pueblo José de Viera y Clavijo. La plaza de Martiánez, desde entonces, lleva su nombre.
9º Por último, un canario que es gloria española, el inmortal autor de los Episodios Nacionales y de tantas obras literarias relevantes, traducidas a muchos idiomas, Benito Pérez Galdós, es también distinguido con el nombre de la plaza ubicada en el sector Mequinez-La Ranilla que conserva su nombre desde entonces (Popularmente es conocida como plazoleta y también la placeta).

La propuesta fue suscrita por los señores Agustín Estrada y Adolfo Pérez quienes hacen constar que los nombres de las calles y plazas del Puerto de la Cruz deben “vulgarizar el conocimiento de los todos los elementos de riqueza y cultura que influyeron poderosamente en su creación y desarrollo”.


2 comentarios:

María del Pino Fuentes de Armas dijo...

Sabes tanto...aprendo siempre. Gracias por rys reflexiones.

Juan C dijo...

Muy interesante Salvador. Quedaría bien reflejar estas historias en algún lugar de las calles.