domingo, 12 de julio de 2020

EL MUNICIPALISMO CANARIO, DE NUEVO SACUDIDO


Mañana, una censura más en la historia del municipalismo canario desde que se instauró la democracia. Turno para Santa Cruz de Tenerife, que se estrena en estos menesteres con antecedentes preñados de la tensión propia de estos casos y que han tenido como marco preferente las redes sociales.

No podrá decirse que haya sido un año perdido el primero del mandato. Ni siquiera para los censurantes, que vuelven por donde solían. Y tampoco para el edil dimisionario en Santander, origen del trance. La censurada y su equipo tienen relato y bagaje, a ver cómo lo administran a partir de ahora.

La población, aún atenazada por las incertidumbres de la pandemia, ha asistido sin grandes expectativas a los preliminares de la censura. Ni siquiera se ha sentido animada por el entusiasmo que han puesto algunos medios de comunicación que en estos trances parecen oler la sangre y ya aguardan la traca final. A la ciudadanía le brindan en bandeja que todos los políticos son iguales y que la voracidad de poder es lo que les caracteriza, así tengan que saltarse códigos éticos y pactos que releerán a posteriori. Si no respetan lo que ellos mismos han acordado y firmado…

La capital tinerfeña se prepara para vivir un episodio que, si no hay sorpresas inesperadas, modificará en pleno verano el mapa político. Para unos, volver a empezar. Para otros, empieza la travesía. Y para los santacruceros, la experiencia de contrastar los juegos de poder que siempre dejan heridas y secuelas.

El problema es que ya ni las mayorías absolutas sirven cómo antídoto. Miren el caso de Arona.


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