lunes, 13 de julio de 2020

FORTALECER EL PERIODISMO


La pandemia, sobre todo ahora que hay rebrotes en lo que se supone es plena normalidad, va dejando enseñanzas. También para el periodismo. Y la comunicación. Hay nuevos planteamientos para casi todo. O están en fase de revisión. La experiencia ha sido dura y costosa, está obligando a un ejercicio de imaginación con tal de racionalizar y mejorar productos. En otros casos, no: hay quien prefiere los viejos métodos y prefiere navegar en ellos, creyendo, simplemente, que aquí no ha pasado nada y que todo volverá a ser como antes. Al menos, mientras haya anunciantes incautos y los editores inmovilistas sigan aferrados a sus posiciones para defender los intereses ya conocidos.

No interesan. Solo contribuirían a la crisis de valores de la profesión y el modo de ejercerla. Despiertan la atención quienes arriesgan, quienes incursionan nuevas vías, quienes sugieren y prueban innovaciones. Las redes sociales obligan a cambiar la manera en que se hace periodismo pues debe tenerse en cuenta que los consumidores de información no solo se nutren de los propios medios sino que aquélla fluye, en la inmensidad de la red, desde los mismos contactos. O sea, un efecto multiplicador extraordinario.

Lo ha dicho el director de investigación de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR), Jesús Díaz del Campo, quien, a su vez, es el director principal del Grupo Comunicación y Sociedad Digital (Coysodi), en una entrevista concedida recientemente a la agencia Europa Press. Considera que, ante la proliferación de información en las redes sociales, “los medios de comunicación tienen que reforzar su labor de verificación de las noticias”. Y a su vez, muy importante, “reivindicarse”. Porque de ese modo, el periodismo saldrá fortalecido.

Las razones del profesor Díaz del Campo son muy consecuentes. Se trata de hacerlo bien, de ganar terreno y producir tratamientos que resulten realmente fiables. Han sembrado las dudas, con una cosecha asombrosa tras la circulación de bulos que cuelan y mentiras cuya cantidad es imposible de desmontar. Y ahora hay que saber dar respuestas preventivas y contundentes. “Tenemos más información que nunca –declara- pero también más desinformación que nunca ya que muchas de las cosas que nos llegan a través de las redes no sabemos hasta qué punto son de fiar”. Pone como ejemplo lo ocurrido durante el confinamiento: “Teníamos cada vez más noticias pero aún así la ciudadanía tenía más necesidad y consumía cada vez más noticias al estar en casa, por lo que ha sido una oportunidad para reivindicar el periodismo”.

Por eso, cree Díaz del Campo que si el periodismo, “lo que hace ahora es reforzar sus procesos habituales y sus rutinas, por las que tiene que verificar las noticias, tomarse su tiempo y elaborarlas, logrará que el ciudadano reaccione y busque, sobre todo, las fuentes que considere fiables”. Ese sería el gran objetivo: fortalecer el espíritu crítico de los consumidores de información para evitar los trágalas (hecho por el que se obliga a alguien a aceptar o soportar algo a la fuerza), las falacias, la sustitución de información por la opinión, los sesgos, los usos inapropiados del lenguaje y otras impurezas que cuestionan, de facto, el producto informativo. Para tener lectores mejor informados, es indispensable disponer de rigor, fiabilidad y solvencia.

No es necesario explicar el porqué. Está contrastada la tendencia de muchas personas que no necesitan buscar noticias sino que, al estar en contacto con redes o siguiendo a determinadas usuarios, ya van a acceder a ellas, por lo que los ciudadanos las filtran o no, a conveniencia. Los riesgos de subproductos, en ese sentido, son evidentes. Si no se hace lo elemental, es decir, verificar; si no se consulta a todas las partes afectadas, se incurrirá en una irresponsabilidad manifiesta, o lo que es igual, se estará transmitiendo información falsa y será muy fácil colar paparruchas.

Por eso, en sus declaraciones a Europa Press, el profesor Díaz del Campo ha lamentado que “se está perdiendo sentido crítico, y eso no es solo responsabilidad de los medios, sino que cuando existen las redes sociales, nosotros, como ciudadanos, tenemos que aprender a distinguir y hacer un poco de criba entre las noticias más serias y los contenidos que son de cualquier tipo menos noticias”.


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