“Hoy todo periodismo es digital”, ha afirmado el catedrático de la Universidad de Navarra, Ramón Salaverría, uno de los coordinadores del trabajo recientemente publicado por Comunicación Social Ediciones y Publicaciones bajo el título Medios nativos digitales en España. Caracterización y tendencias.
Salaverría parte de datos del propio estudio. En nuestro país existen ahora mismo dos mil ochocientos setenta y cuatro medios digitales activos. En esa cifra se incluyen webs de televisiones, agencias y radios, así como las versiones en internet de loa diarios tradicionales. Téngase en cuenta que casi la mitad, mil trescientos sesenta y uno son nativos digitales, que siguen siendo muchos. La comparación es más notable y más llamativa cuando se reseña que hay menos de un centenar de diarios en papel.
Comunicación Social Ediciones y Publicaciones (www.comunicación social.es) es una editorial especializada desde el año 2001 en la publicación de libros sobre Comunicación de Masas, libros de Periodismo, libros de Publicidad, libros de Sociología de la Comunicación, libros de Estudios sobre los medios, prensa, radio, televisión, internet y cibermedios, Historia de la prensa, Educación y Ciencias Sociales en general. Comunicación Social es una editorial de referencia internacional en el ámbito de los estudios de Ciencias de la Comunicación en español.
Para Salaverría, la distinción entre digitales y analógicos ya está superada. La diferencia hoy es entre nativos digitales y no nativos. Los primeros nacieron ya con estructuras y sistemas redaccionales propios del nuevo medio, con todo lo que eso tiene de adentrarse en territorio ignoto. Los segundos tienen sus problemas de adaptación, lastrados aún por el peso de sus cabeceras y sus tradicionales maneras de trabajar.
Las cifras, en cualquier caso, sugieren reflexiones en cualquier dirección. Por ejemplo: ¿Hay más pluralidad ahora con esa cantidad de medios, que cuando las opciones apenas se contaban con los dedos de una mano? ¿Esta eclosión de nuevos medios refleja una sociedad que, al haber sustituido el bipartidismo por una amplia panoplia de opciones políticas, necesita un abanico casi infinito de posibilidades informativas? ¿Son realmente necesarios tantos medios o asistimos a una reiteración excesiva de cabeceras, apenas distinguibles en sus propuestas?
Resulta paradójico –escribe Juan Carlos Laviana, director de ‘Nueva Revista’, fundador y director adjunto de ‘El Mundo’- que “esta gran diversidad eclosione en un momento en el que todos los analistas consideran que vivimos en una sociedad polarizada. Pero el fenómeno no es nuevo. En momentos históricos de polarización política, también se ha producido esa masiva aparición de medios”.
Numerosas opiniones coinciden a la hora de señalar que hay un exceso de información. Eso genera quejas. Que no son pocas, por cierto. Incluido un cierto hastío. Y aún así se suele decir que es imposible llegar a todo. Dice Laviana que “es tal la avalancha de información que, en vez de alimentar una sociedad bien informada, lo que se consigue es saturar al lector. Hasta el punto de que, al ser incapaz de digerir tanta noticia, acaba por estar desinformado. Esta sociedad de la dispersión mental aún no ha alcanzado la madurez necesaria para saber que estar bien informado no es leerlo, oírlo, verlo todo. Basta con que elija una opción”.
Entonces, aparece el síndrome de Stendhal informativo, el germen de una sociedad enferma por sobredosis de información. Pero, atención, no lo dudemos: lo contrario –un escenario con menos medios- es mucho peor. A menos pluralidad, menos libertad. Si se formula una pregunta en el sentido de si es bueno que en nuestro país los consumidores de información dispongan de dos mil ochocientas noventa y cuatro opciones para informarse, hay que hacer todo lo posible para ofrecer una respuesta determinada.
Si buscamos alguna arista positiva, encontraremos seguramente la exigencia de madurez al lector. Es cuestión de saber elegir entre esa multiplicidad de canales. Sostiene Laviana que los periodistas salen beneficiados de esta situación. Es como si fuera un factor de autoexigencia. Hay que ganarse la diferencia todos los días. Ahora bien, el lector debe acostumbrarse al nuevo escenario. Debe aprovecharse de la riqueza de visiones diferentes y sentirse cómodo en esta situación en la que hay que buscar todos los días la mejor opción para estar informado. Eso sí, obliga al lector a pasar de una actitud pasiva ante el gran caudal de noticias y opiniones a una postura activa para distinguir y elegir la mejor opción. “Es lo que tiene la libertad, que posibilita elegir, pero, a cambio, exige descartar”, concluye.
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