sábado, 4 de marzo de 2023

La artista, en su lugar

 

Los artistas hemos de dejar constancia de lo que está pasando”, proclama sin estridencias la polifacética Graciliana Montelongo Amador cuya colección de dieciocho acrílicos sobre lienzo, madera y tela de lino, presentamos esta tarde.


Pero es la expresión fiel de su compromiso, su actitud de rebeldía ante la sociedad en la que nos desenvolvemos, su disconformidad con la resignación y el dejar hacer incontrolado. La artista se revuelve con una policromía singular que estimula la visualización de su obra, la interpretación de una realidad que aparece un tanto cariacontecida, como si no quisiera ser molestada en medio de una vorágine de adversidades.


Pero no se pliega, aunque parezca que la tristeza predomine en sus creaciones. No se rinde porque con los colores de la oscuridad construye la crítica social entre fragmentos que cobran formas para mantener la esperanza, a partir de su conocimiento.


El resultado es el que admiramos: la artista pinta en el lugar de la artista. Cuando lo hace, vuelca su inspiración en el trazo adecuado y, sobre todo, en la combinación cromática, siempre difícil de lograr. Pero Graciliana pone pasión en lo que hace y cuando ocupa el lugar de la artista va galvanizando sus afanes, sabedora que eso es lo que se espera de una autora inquieta y perfeccionista, sensible al desgarro de los jóvenes, por ejemplo, y a la memoria histórica.


Pareciera entonces que es una exposición triste porque refleja la situación que estamos pasando, surgida sobre las incertidumbres de una pandemia. Es una crítica de la crisis desde el año 2007 hasta la actualidad. La plástica de la autora se refleja, indómita, en cuadros que unen a grandes de la poesía, como fueron García Lorca y Miguel Hernández, sus respectivos dramas, sus cantos inigualables, a veces alborozados a veces entristecidos por el conflicto que, como tantos otros españoles, hubieron de padecer. Y en otras obras, de distinto tamaño, que van desde una crítica a la Iglesia, por las mentiras que nos ha contado, a la dedicada a los que huyen, no emigran, y que se quedan en el mar; o al poder que sigue engullendo el mundo.

También se añade otro que es Europa, la dama del norte. Un mundo, según palabras de la autora, que es como un manto que arrastra a los pájaros de cristal, a los que sufren.

En fin, si muerte, destrucción y tristeza, elementos consustanciales a un tiempo de dolor y de incomprensión, son algunas de las sensaciones que transmite la pintora, ilustradora, escritora y gestora cultural lagunera en su presente obra, repleta de trazos e incursiones coloristas que hablan de cómo el hombre y la naturaleza deben caminar juntos, además de reivindicar el respeto mutuo entre los seres humanos, convenimos con ella en que casi todos los cuadros hay un cierto aire de misterio, de algo no dicho, apenas sugerido, apenas susurrado.

Graciliana Montelongo, con su estilo propio, con esa luz que se transforma desde la distancia, con el empleo intercalado de negros, azules, violetas y grises, lo que hace es alimentar el hechizo. Como si se empeñara en hacer bueno el pensamiento del escritor y músico argentino, Alejandro Dolina, conductor de un popularísimo programa de radio, “La venganza será terrible”: “Todos estamos condenados –dice Dolina- a un hechizo cósmico. El universo es irremediablemente fugitivo. Nadie puede detenerse”.

Con Montelongo, no se quiere romper el hechizo. Sus cipreses, los que guardan el secreto, parecen guiar el camino y hasta el paso procesional que lo ilumina en la mágica noche lagunera. El hechizo de la agonía sangrante del drago, obra que fue finalista, por cierto, en el concurso Oscar Domínguez que convocaba el Ayuntamiento de Tacoronte. Estas obras y las que completan la colección acreditan que la pintora afrontó el carácter fugitivo del universo sin miedo ni reservas, hasta el punto de hacer una apelación al misterio que se descubre con un paso, con una mirada y con una reflexión. O con varias. Lo importante es imaginar, captar y plasmar cuanto sugiera la realidad misma, tan abierta a cuantos matices puedan enriquecerla.

Entonces, esta ‘Crítica fragmentada’ es la denuncia social de quien está atenta a lo que pasa a nuestro alrededor, a los migrantes que después de sus tribulaciones en tierra firme luchan a brazo partido en aguas procelosas y miran desesperadamente al cielo en busca del último asidero. Una pincelada suelta, muy simbólica y surrealista en algunos aspectos.

Así se va desgranando esta colección de la artista comprometida, fundadora del colectivo cultural ‘Viera y Clavijo’, de Los Realejos. En la biblioteca del mismo nombre, creó una revista que lleva por título “Cartón Letra”. Autora de varios relatos que aparecen en el libro ‘Cimientos’, presentado en el Ayuntamiento realejero en 2008.

Su primer libro, ‘La leyenda de la escritora de haikus’ (Idea Ediciones) fue publicado cuatro años después. En 2013, lo da a conocer en Barcelona donde imparte conferencias y talleres sobre este género poético japonés, una composición breve de diecisiete sílabas escrita en tres versos de cinco, siete y cinco sílabas respectivamente que plasma con sencillez y austeridad cómo se captura el instante. Y continúa exponiendo su obra pictórica dedicada a la naturaleza en La Palma, de cuyo reciente fenómeno volcánico queda aquí otra visión de sus entrañas.


Precisamente, ahora que está a punto de publicar otro libro, de misterio y terror, esta colección reafirma el apego de la autora por la naturaleza, el respeto que transmite con un mensaje nítido que ahora inculca a los más jóvenes, a los estudiantes, a los senderistas que tienen aquí una alternativa artística.


El escritor y ambientalista estadounidense, Edward Abbey, advirtió en cierta ocasión de que la naturaleza no es un lujo sino una necesidad del espíritu humano, tan vital como el agua o el buen pan. Si tomamos al pie de la letra su pensamiento y contemplamos, reflexivamente, la obra de Graciliana Montelongo Amador, se comprobará que cuidarla es una obligación, un compromiso ético que debe inspirar nuestra relación y nuestro comportamiento.


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