viernes, 24 de marzo de 2023

No es de extrañar

 A la extrema derecha española, tan patriótica con su posado final después del debate de la censura y tan predispuesta a compartir con el Partido Popular (PP), si fuera menester, las mieles del poder, aunque luego proliferen los denuestos –bien es verdad que en las filas conservadoras no se prestan mucho al juego, por lo que les conviene y no entren a muchos trapos- el esperpento va a tener su coste, a poco que haya memoria y no exista miedo a poner las cosas y los comportamientos en su sitio.

Hablamos desde el ángulo periodístico, de las reacciones que suscitó la intervención del presidente de la organización (Vox) y diputado, Santiago Abascal. La Federación de Asociaciones de la Prensa de España (FAPE) se ha manifestado públicamente al respecto, con un comunicado en el que reprocha al político que, con sus palabras, “se ha aproximado a la posverdad, porque es precisamente su partido el que veta a periodistas en sus actos y hace señalamientos con fines intimidatorios y de impedir el libre ejercicio del periodismo y vulnerar el derecho a la información de los ciudadanos”.

A algunos el comportamiento de la ultraderecha española no nos extraña. Lo venimos denunciando y criticando desde hace tiempo: no se convierten en demócratas de la noche a la mañana quienes no se conforman con los tics autoritarios y niegan, cada vez que pueden, la Constitución, el modelo y el propio funcionamiento del sistema democrático. Sus choques con los medios de comunicación y con los profesionales del periodismo han abundado a lo largo de los últimos tiempos. Solo el grado de tolerancia, el cabal ejercicio de pluralismo y la respetable política de no querer complicar las cosas –discutible, pero prudente- han hecho que las relaciones no se enturbiaran más. Unas palabras despectivas hacia el periodismo, con acusaciones de financiación de medios que debería demostrar públicamente, incluido en los ayuntamientos y comunidades autónomas donde gobierna esta formación, han colmado la paciencia de la FAPE que no ha dudado en poner un punto de inflexión que debe servir para el futuro, sea cual sea la suerte política que corra la ultraderecha.

Hace bien la organización profesional mayoritaria en recordar que el derecho a la información es uno de los pilares de la democracia española que este partido “trata de reventar”. Y es que Vox es uno de los partidos que practica uno de los mayores acosos online a periodistas, especialmente a las mujeres, todo con la intención de que se autocensuren y, al final, triunfe el mensaje parcial que esta formación política lanza por otros medios y redes sociales.

La FAPE concluye que velará por impedir que se trate de silenciar a los periodistas con discursos demagógicos y prácticas antidemocráticas, tratado de manipular a la opinión pública, “en un inaudito ataque a la libertad de prensa con el objetivo de debilitarla y de que impere el mensaje único y populista, con linchamientos y campañas contra quien ejerce el periodismo de manera noble y atendiendo a códigos éticos y deontológicos y, si es preciso, sometiéndose, como no podía ser de otra manera, a los tribunales ordinarios en caso de que se considere que se ha vulnerado algún derecho de los ciudadanos”.

2 comentarios:

Salvador García Llanos dijo...

No quieren ni luz ni taquigrafos.
Los periodistas son un espejo en el que no quieren verse reflejados, posiblemente porque hasta a ellos mismos les repele la imagen.
(Jegea)

Graciliana Montelongo Amador dijo...

No me gusta nada el discurso y las tácticas de este partido que es inconstitucional. Muy bien el artículo y no es de extrañar lo que dicen...