Ricardo García, alcalde de Santa Ursula, pone de manifiesto hoy, en Diario de Avisos, que hay cosas difíciles, casi imposibles de llevar a la práctica. Y una mancomunidad de servicios es una de ellas. El asunto tiene su relieve cuando algunos se empeñan en reducir municipios mediante la fusión de los mismos y aunque se rehúye el debate -máxime en estas fechas- cualquier manifestación pública de responsables institucionales tiene su importancia.
Durante nuestra segunda presidencia de la Mancomunidad del Valle de La Orotava, se materializó la incorporación efectiva de Santa Ursula. El espacio territorial, la geografía comarcal (desde Los Realejos a Santa Ursula) se veía correspondida con la unidad institucional. Había un proceso en marcha para actualizar estatutos, reasignar competencias y programar actividades que sirvieran para dar a conocer e impulsar los nuevos afanes que, supuestamente, derivaban de una voluntad política clara. Lo más difícil, que era lograr la vuelta de Los Realejos, se había conseguido. Con Santa Ursula dentro, todo era cuestión de perseverar.
La segunda parte de la asignatura quedaba para el mandato que declina. Tan sólo unos escarceos al principio, con una reunión de parte de los responsables municipales, y poco más. Precisamente, criticamos las formas de esos pasos aislados por no contribuir a cohesionar ni a transparentar los propósitos políticos que se tenían. El tiempo ha venido a darnos la razón. Nunca más se supo.
El tiempo y el propio alcalde ursulero. Esta es su respuesta textual en el matutino tinerfeño: "Desde que estoy al frente del Ayuntamiento, la Mancomunidad del Valle ha estado quieta, parada, y no tiene un objeto social. Éramos parte de la misma y teníamos que hacer una aportación de dinero. Entiendo, como gestor de un municipio, que si esto ocurre se debe tener una contraprestación, algo que yo no estaba viendo. Como ese dinero se necesitaba para otras cosas, Santa Úrsula se retiró. Si la Mancomunidad tiene un objeto claro, algo que atraiga al municipio y nos invitan a ser partícipes, por supuesto que acudiremos y estaremos dispuestos a formar parte de ella. De momento, no me están invitando. No tengo ni por escrito ni vía telefónica, ninguna constancia".
Claro, así las cosas, hablar de mancomunidad de servicios, nada. Y de fusionar entidades municipales, cuán largo me lo fiáis. Falta cultura municipalista y ahora tampoco parece que abunde la voluntad política que hace unos pocos años parecía felizmente recuperada.
De modo que la Mancomunidad del Valle, si no hay un vuelco y si no se dan cuenta de lo importancia que puede cobrar de prolongarse la crisis, seguirá siendo un fósil. Lamentablemente.
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