sábado, 14 de noviembre de 2020

LOS OBISPOS CANARIOS HABLAN CLARO

 

Mañana domingo, IV Jornada Mundial de los Pobres. Los obispos canarios, José Mazuelos (Diócesis de Canarias) y Bernardo Álvarez (Nivariense), escogen la tragedia de la emigración irregular para una carta pastoral en la que solicitan a las autoridades europeas y al Gobierno de España ”no crear ghetos insulares para evadir el problema migratorio”.

Cuando la crisis de los cayucos, en la pasada década, ya ocurrió algo similar. Fueron los obispos quienes pidieron comprensión y apoyaron la tarea de atención y primera asistencia que dirigía con tenacidad José Segura Clavell desde la Delegación del Gobierno. Aludían a la fragilidad del ser humano que era víctima de esta situación y a la solidaridad que debían practicar quienes debían y podían hacerlo. Ahora vuelven a manifestar la necesidad de que la sociedad, en general, reflexione y tome conciencia sobre “la situación de pobreza y vulnerabilidad que viven estas personas”. En su pastoral, las autoridades eclesiásticas invitan a poner “manos a la obra para que nadie se sienta marginado o despreciado, sino que todo experimenten la acogida, la atención y el respeto que, como personas humanas, se merecen”.

Deberían leer con atención quienes siguen el curso de esta tragedia con desdén o con posiciones xenófobas y racistas, también inhumanas, incluso desde algún medio de comunicación. Ya escribimos en su día que se leyeran al Papa, tan católicos o tan cristianos que presumen ser los más radicales. Y los más irracionales.

Precisamente, los obispos Mazuelos y Álvarez se apoyan en consideraciones del Papa Francisco para fomentar la cultura del encuentro y superar la fobia al extranjero. En su llamamiento piden luchar contra las redes que trafican con seres humanos y abusan de su debilidad y favorecer el desarrollo de los países de origen porque, según apuntan, "solo cuando cese la injusticia actual del comercio internacional, cuando cesen las guerras inducidas en países con riquezas mineras, cuando los dictadores que expolian a su pueblo dejen de contar con la complacencia de gobiernos y empresas multinacionales, cuando cese el comercio de armas, la inmigración de ciertas zonas del mundo se podrá regular". Además, haciendo referencia a lo emitido por el Papa Francisco, citan algunas "respuestas indispensables" para quienes huyen de las "graves crisis humanitarias", tales como son "aumentar y simplificar la concesión de visados; abrir corredores humanitarios; garantizar la vivienda, la seguridad y los servicios esenciales; ofrecer oportunidades de trabajo y formación; fomentar la reunificación familiar; proteger a los menores; garantizar la libertad religiosa y promover la inclusión social.

En este sentido, invitan a la sociedad a sensibilizarse ante la muerte de los que viajaban en las barcas, de "esos niños, jóvenes y adultos que han enterrado sus sueños y sus vidas en las aguas del Atlántico" porque, puntualizan, "nunca" se sabrá "cuantos miles de personas han perdido sus vidas de manera trágica y dramática entre las dos orillas" en estos últimos años.

En la carta pastoral, los obispos reiteran una idea tantas veces expuesta: los migrantes son personas como cualquiera de nosotros, con nombres, historias y familias, de ahí que rechacen “todas las voces que siembran confusión”, tanto desde la política como desde plataformas mediáticas.

Los obispos canarios instan a trabajar “contra la globalización de la indiferencia” e invitan a saber "mirar uno a uno a esos hombres, mujeres y niños" que llegan a las costas, así como hacer propios "sus sufrimientos tras haber huido de la guerra, de las persecuciones, del hambre y haber afrontado un largo y peligroso viaje por el desierto y el mar en manos, tantas veces, de traficantes de seres humanos".

En la carta pastoral, un documento sensible y comprometido, se expresa un reconocimiento a cuantos rescatan y salvan vidas, “auténticos ángeles de la guarda en medio de los mares”. Confían los obispos en que esta labor humanitaria, complementada por las organizaciones y entidades públicas, también de los voluntarios, basada en el socorro o auxilio de vidas en claro peligro, así como en un principio de humanitarismo, siga contando en la frontera sur de Europa con un apoyo decidido por parte de los diferentes gobiernos.


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