Se supone que el Gobierno de España sigue adelante con su propósito de incentivar al sector horeca (hoteles, restaurantes, cafeterías) pues las medidas iniciales establecidas en un Real Decreto fueron consideradas insuficientes, pese a los estímulos fiscales, financieros e inmobiliarios, cuantificados en unos cuatro mil doscientos veinte millones de euros. El paso siguiente era el lanzamiento de un fondo público-privado, dotado inicialmente con ciento cuarenta millones de euros para garantizar “operaciones de aval” a aquellos negocios que están abocados al cierre dada la incidencia de la crisis y que no han accedido a las ayudas del Plan Horeca o cualquier otro tipo de financiación desplegada por el Gobierno desde el principio de la pandemia.
¿Y el comercio, qué pasa con el sector comercial? Las restricciones obligadas por la pandemia lo han afectado también, como se comprueba con las limitaciones de aforos y horarios, los cierres, la adaptación de instalaciones y la incorporación de nuevas fórmulas de venta y relación con el cliente. Es el momento de hacer frente a las dificultades que atraviesa el sector y aprovecharlo para contribuir a la modernización y competitividad del sector comercial.
El Gobierno ha de ser consciente y su papel es relevante para revitalizarlo. No hay turismo, razón de más para esmerarse y operar medidas prácticas que hagan funcionar con dinamismo y atractivos los centros comerciales o aquellos establecimientos que a duras penas han ido sobreviviendo se resisten a cerrar sus puertas. Seguramente los autónomos dedicados a estos menesteres son los primeros interesados. Generar empleo, ahora mismo y por mucho tiempo, se torna un imposible.
Se trata de incursionar en busca de modelos que sirvan para la recuperación de un motor económico en grandes y pequeñas ciudades. Nada mejor que, sin dilaciones, se enfrasquen administraciones e iniciativa privada en un debate que acoja, por ejemplo, un Consejo Asesor del Comercio de Proximidad en el que se integren representantes de asociaciones comerciales, centrales sindicales representativas y responsables del ramo tanto de comunidades autónomas como de municipios. De hecho, es probable que en algunas localidades ya se tenga alguna experiencia sobre el particular. Que nadie se asuste: no importa partir de cero. Es la hora de probar, de explorar y de ser valientes para que no se pierdan los hábitos de consumo, aunque estén igualmente condicionados por los factores que caracterizan la situación que, lamentablemente, se prolonga.
Es difícil emprender en esas condiciones. Por eso incidimos en las condiciones que debe propiciar el ejecutivo con tal de impulsar el sector. Antes de finalizar el pasado año, se habló desde la Secretaría de Estado de Comercio de la elaboración y puesta a punto precisamente de un plan específico que fuera incluido en el denominado Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia que, en sí mismo, entrañase un proyecto viable de dinamización de la digitalización en el ámbito comercial que habrá de impulsar la competitividad.
Es más, la ministra Reyes Maroto, en un teórico marco de estímulos económicos y financieros, anticipó que a lo largo de los próximos tres años se podría desarrollar una inversión de doscientos millones de euros destinados a la modernización de áreas comerciales, mercados municipales, mercados de venta no sedentaria y canales cortos de comercialización. Sumen otros cien millones para el fortalecimiento de la actividad comercial en zonas de gran afluencia turística.
Se trata de pasar a la acción. El comercio lo necesita.
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