… donde la vida sabe a empeño viejo (Enrique Azcoaga Ibas)
Es la Villa y Puerto, donde al mediodía de hoy domingo, en la plaza de Arriba, si la lluvia no lo impide, será presentado el libro de Carlos Acosta García, “Recordando el pasado de Garachico”, dedicado íntegramente a glosar la alcaldía de Lorenzo Dorta García (1969-1987). La ex rectora de la Universidad de La Laguna, Marisa Tejedor, tendrá a su cargo la intervención principal.
Se trata de un relato muy bien documentado, doscientas páginas, que engloba artículos e informaciones aparecidos en la prensa insular entre el 22 de septiembre de 1969 y el 30 de junio de 1987. Van acompañados de una prolífica selección fotográfica que permiten rememorar la intensa actividad institucional y pública de aquellos años.
Carlos Acosta García, docente escritor y periodista, ya ha cumplido 91 años. Cuando sabíamos de algún acto en Garachico, Carlos estaba allí. Con eso bastaba para estar seguros de una constancia fiel y equilibrada (Aún recordamos un festival de variedades que presentamos, en tiempos de juventud formando parte del Cima Club, en las escalinatas de la plaza, cuando se nos escapó por el micrófono la orden de continuar a una de las señoritas que exhibía un modelo de moda zíngara y que se había quedado estancada en el escenario. O cuando en una noche gélida, años después, introducíamos en La Caleta de Interián, en víspera de San Andrés, al ilustre biólogo Carmelo García Cabrera, fundador del Laboratorio Oceanográfico de Canarias). Carlos Estaba allí.
En 1971 fue distinguido por el Ministerio de Educación y Ciencia con la Orden de Alfonso X el Sabio, categoría de Cruz. Es miembro de número de la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Tenerife, del Instituto de Estudios Canarios adscrito a la Universidad de La Laguna y del Consejo Superior de Investigaciones Científicas.
A lo largo de los años ha publicado treinta y cuatro libros, de los cuales treinta y uno versan sobre hechos y personajes garachiquenses. Galardonado con varios premios periodísticos y literarios, ha intervenido como pregonero y mantenedor de celebraciones festeras de numerosas localidades tinerfeñas.
No pudo encontrar Acosta mejor introducción para su nueva obra que estas líneas del que fuera Premio Nacional de Literatura, Enrique Azcoaga Ibas: “A la hora de soñar ya tengo un nuevo pueblo, denominado Garachico, donde la vida sabe a empeño viejo”. Porque la definición, en efecto, condensa los afanes de una población, su lucha contra los elementos, sus anhelos para superar la lejanía, su vocación americanista (sin olvidarse de Génova, de Tavira, sur de Portugal, y de Madeira), su apego a la cultura, su gratitud y su solidaridad. Carlos está integrado en todas esas cualidades; es más, ha sido el puntual cronista de muchas de ellas, como lo prueba este nuevo libro en el que se relata una alcaldía que Lorenzo Dorta García desempeñó, en el período apuntado, con la dedicación propia de las personas que aman a su pueblo sin reservas.
En fin, otro documento para referenciar un período muy concreto de la historia de Garachico, que está plagada de eso, de empeño y de amor por la obra bien hecha.
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