Los datos son elocuentes. Cada día, ciento treinta y siete mujeres son asesinadas por miembros de su propia familia. En todo el mundo, una de cada tres mujeres ha sufrido violencia física o sexual, principalmente por parte de un compañero sentimental. Menos del 40% de las mujeres que experimentan violencia buscan algún tipo de ayuda. Al menos ciento cincuenta y cinco países ha aprobado leyes sobre violencia doméstica y ciento cuarenta cuentan con legislación sobre el acoso sexual en el lugar de trabajo. Sin embargo, en los países en los que existen leyes de este tipo, eso no significa que éstas se ajusten siempre a las normas y recomendaciones internacionales, ni que se apliquen y hagan cumplir. Hasta septiembre de 2020, cuarenta y ocho países habían integrado la prevención y respuesta a la violencia contra las mujeres y niñas en sus planes de respuesta a la COVID-19, y cientoveinte y un países habían adoptado medidas para fortalecer los servicios prestados a las mujeres sobrevivientes de violencia durante la crisis global. El número de llamadas a las líneas telefónicas de asistencia se ha quintuplicado en algunos países como consecuencia del incremento de las tasas de violencia de pareja provocado por la emergencia sanitaria que ahora mismo sigue subiendo de nivel. La restricción de movimiento, el aislamiento social y la inseguridad económica elevan la vulnerabilidad de las mujeres a la violencia en el ámbito privado en todo el mundo. Casi una de cada tres mujeres ha sufrido abusos a lo largo de su vida.
Con estos presupuestos, hoy se conmemora el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. La asamblea de Naciones Unidas (ONU) ha escogido un lema: “’Pinta el mundo de naranja. ¡Pongamos fin a la violencia contra las mujeres ¡YA!”. Como tantas otras veces se ha dicho, si bien la violencia de género es generalizada, esta puede y debe prevenirse. Detener esta violencia comienza por creer en las sobrevivientes, adoptando enfoques integrales e inclusivos que aborden las causas fundamentales, transformen las normas sociales dañinas y empoderen a las mujeres y las niñas. Con servicios esenciales en los sectores policial, judicial, sanitario y social, y con suficiente financiación para la lucha por los derechos de las mujeres, podemos poner fin a la violencia de género.
La ONU ha programado una campaña denominada ‘Únete” que prolongará sus actividades desde hoy hasta el próximo 10 de diciembre. Concluirá con la conmemoración del Día Internacional de los Derechos Humanos. La iniciativa está encabezada por el secretario general de las Naciones Unidas y la agencia ONU Mujeres. Tiene como fin prevenir y eliminar la violencia contra las mujeres y las niñas en todo el mundo, pidiendo una acción global para aumentar la conciencia, impulsar la promoción y crear oportunidades para el debate sobre retos y soluciones.
Eliminar la violencia contra las mujeres es una exigencia, un deber ético., un compromiso social. Cualquier pregunta sobre el particular encontrará, claramente, una respuesta afirmativa. :Los planteamientos de la ONU son claros: la violencia contra mujeres y niñas es una de las violaciones de los derechos humanos más extendidas, persistentes y devastadoras del mundo actual sobre las que apenas se informa debido a la impunidad de la cual disfrutan los perpetradores, y el silencio, la estigmatización y la vergüenza que sufren las víctimas.
En forma general, la violencia se manifiesta de forma física, sexual y psicológica e incluye:
violencia por un compañero sentimental (violencia física, maltrato psicológico, violación conyugal, femicidio);
violencia sexual y acoso (violación, actos sexuales forzados, insinuaciones sexuales no deseadas, abuso sexual infantil, matrimonio forzado, acecho, acoso callejero, acoso cibernético);
trata de seres humanos (esclavitud, explotación sexual);
mutilación genital, y
matrimonio infantil.
Es evidente que esta violencia específica sigue siendo un obstáculo para alcanzar igualdad, desarrollo, paz, al igual que el respeto de los derechos humanos de mujeres y niñas. Lo que es más, la promesa de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de no dejar que nadie se quede atrás, no podrá cumplirse sin primero poner fin a la violencia contra mujeres y niñas.
En fin, datos elocuentes. La lucha continúa.
1 comentario:
Magnífico texto, querido Salvador.
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