lunes, 15 de noviembre de 2021

Spencer, a un volante pegado

 

Érase un hombre a un volante pegado... si me permiten la licencia. Su yerno comunicó la mala nueva al mediodía de ayer domingo.

-Robert is died (Robert falleció). Tenía 92 años.

Era admirable ver a Robert Patrick Spencer conducir su pequeño monoplaza eléctrico para superar la diversidad funcional y escuchar su relato natural de cómo lo utilizaba en el interior de su vivienda, cercana al refugio pesquero portuense.

Era admirable que aquel corredor que conocimos en la década de los sesenta y al que vimos competir en las avenidas de Martiánez y de los polígonos, en circuitos urbanos, subidas y pruebas exigentes, siguiera igual de lúcido, atento, amable, observador, haciendo gala de su flema británica y honor a la generación de los “gentlemen drivers” que competían por amor al vehículo, si nos aceptan la expresión. Hasta nos permitía que practicásemos el inglés en conversaciones que versan sobre asuntos domésticos o sobre pequeños accidentes en alguna carretera tinerfeña que no pasaron a mayores por la eficaz intervención del servicio de mantenimiento del Cabildo Insular y de algunos conductores solidarios.

Spencer -el inglés, como decíamos los jóvenes de la época- fue un excelente corredor pilotando el célebre 'Sumbean Tiger' perteneciente al no menos célebre Team Fraser que comandaba Alan, un lujo para el concesionario de la marca en Tenerife, entonces 'Hernández Hermanos'. Si nuestra memoria no es infiel, Alan Fraser terminó vendiendo a la citada firma sus “joyas”, dos 'Hilmann Imp' y dos 'Sumbeam Tiger”, 280 y 260.

Fue uno de los protagonistas, por tanto, de la edad de oro del automovilismo canario, cuando miles de aficionados se concentraban para seguir las carreras que despertaban muchísima expectación en medios automovilísticos peninsulares y extranjeros. Al lado de Chicho Reyes, Robert T. Waid, Rosendo del Toro, Pedro Cruz, Paco Borges..., Spencer destacó con luz propia: seguro en la conducción, diestro en las curvas, respetuoso con los adversarios. Fue primero en el IV Gran Premio de Tenerife, en 1968; y tercer clasificado en la sexta edición, dos años después.

Ahora era un placer verle haciendo accesible lo que no parece. Puede que sea una obviedad y que, por tanto, es preferible no escribirla, pero la pericia de entonces tenía que servirle para recorrer calles y cuestas y para entrar en establecimientos (‘Columbus’, por ejemplo, en el Puerto) donde cada fin de semana hacía gala de su amabilidad y donde contaba sus experiencias con un cierto aire didáctico que encandilaba incluso a los profanos del motor y de la dependencia.

Conversar con Robert era hacerlo con soltura: su memoria era una fiel consejera. Su capacidad analítica le impulsaba a hablar con sosiego y ganas de encontrar una salida constructiva, como cuando derrapaba tras una curva difícil o cambiaba de marcha en las rectas para explotar al máximo su automóvil. Lo dicho: un caballero, un ganador entonces y un ganador reciente, en los últimos años de su vida, cuando las barreras físicas y las vías urbanas sobreocupadas requieren de prudencia y habilidad para sortearlas.

A fe que lo hizo. No en vano seguía siendo un hombre a un volante pegado.


2 comentarios:

Unknown dijo...

Gracias Don Salvador por este bonito homenaje. Siempre se recordarán sus grandes hazañas en el mundo del motor, no sólo por estos lares,donde fue admirado por muchísimas personas, sino también en media Europa, pues le gustaba mucho viajar con uno de sus grandes tesoros, el fiat X1/9 de Bertone, el cual modificó hasta las entrañas,trabajo complicado en aquel entonces, (años 80), pero que con su ingenio y astucia logró algo que muchos repetirían a posteriori. De ahí nace Owners Club X1/9, aún activo en la actualidad con cientos de seguidores y amantes de todo un clásico!
Grande Bob Spencer, así le decían en Inglaterra y parte de Europa. 😜
Nuevamente, gracias por sus palabras, la familia se lo agradecemos enormemente!!
Reciba un cordial saludo!

zoilolobo dijo...

Trabajaba yo en una oficinita aérea del taller de Hernández Hermanos cuando alguién me comunicó que el elegante hombre que entraba ese día andando era Spencer, el célebre piloto, del que el "Pichote" aprendería tanto sobre conducción temeraria. Nunca llegué a hablar con él, pero sí supe de la opinión que le merecía el motor del llamado Fiat Abbart (o algo así), coche del que por entonces se hablaba mucho.
Descanse en paz.