El presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, expresó un nuevo compromiso con el turismo durante su última estancia en las islas: dotación de seiscientos quince millones de euros para Planes de Sostenibilidad Turística. Es un anuncio estimulante en plena fase de incertidumbre impulsada por el repunte, una oleada más, de la pandemia sanitaria. Estimulante porque solo con esta modalidad de planes se puede afrontar el proceso de recuperación del sector, en el que siempre habrá, para qué negarlo, incrédulos y disconformes, a los que parecerá insuficiente la financiación o el objeto de la misma planificación.
Pero que el turismo va a disponer de apoyos y soportes desde la Administración es un hecho y una acreditación de la sensibilidad del ejecutivo con el sector. Habrá de constatarse con la aprobación en el próximo consejo de ministros que apruebe esta sustanciosa inversión “con el fin –palabras de Sánchez- de ayudar a las empresas que hacen de España un país líder en turismo”.
Aún sin entrar en los pormenores de la decisión gubernamental, cabe pensar que el objetivo es mantener ese liderato cuando se barrunta una competencia tremenda en otros países receptores. Con la experiencia acumulada, los esfuerzos para superar las penurias y las capacidades –algunas de ellas, aún por acreditar- para innovar, con tal de afrontar las exigencias de turistas y viajeros, se trata de implicarse de lleno en la modernización del sector y en la sostenibilidad que ha de caracterizarlo.
Pero, ante todo, se trata de aprovechar las opciones que brinda la financiación. No se recuerda otra época en la que haya habido más dinero para el turismo. Del sector privado se espera, por tanto, una respuesta proactiva. Hay que esmerarse, con todos los impulsos posibles. Entre las aportaciones del Gobierno de España y las del Gobierno de Canarias, cuyas voluntades más recientes ya comentamos días pasados, se trata de no desaprovechar estas ocasiones.
Si se quiere mantener el liderato.
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