Todos tenemos algún amigo, pariente o allegado que, en más de una ocasión, ha manifestado el hastío de los informativos, especialmente los de televisión. “Todos ponen lo mismo… todos muestran la peor cara de la realidad… todos quieren impactar con la crudeza… todos son iguales, sus enfoques inducen al rechazo”, son frases habituales cuando se trata de comentar los contenidos diarios.
Las consecuencias son directas: rechazo al
tratamiento de tantos hechos negativos, hartazgo. Surge entonces el espíritu de
evasión, huir de la realidad que, por reiterativa, impulsa hasta un estado
anímico poco constructivo y hasta poco motivado para acceder a la información.
Luego llegan los estudios de medición de audiencias y la autopropaganda de los
mismos medios para indicar lo contrario: índices, cuota de pantalla, récords y
alguna comparativa.
Pero esta es la conclusión: “La negatividad con
la que los medios de comunicación dibujan en ocasiones la realidad y la falta
de utilidad de las noticias en el día a día de los usuarios serían dos de las
principales causas que hacen que la gente evite las noticias”. Según una
investigación llevada a cabo por Benjamin Toff, profesor de la Universidad de
Minessota; y Rasmus Kleis Nielsen, director del Reuters Institute para el
estudio del periodismo, las tendencias en ese sentido se vienen agravando.
Aquellas frases del primer párrafo se suceden a menudo.
Los hallazgos del trabajo, claro, sugieren que
la ansiedad que puede causar esa negatividad y el poco valor práctico que los
lectores o televidentes perciben «juegan un papel importante en la formación de
actitudes hacia las noticias y el comportamiento posterior».
Tales apreciaciones refuerzan la importancia de
las dimensiones emocionales del uso de las noticias, más allá de su supuesto
valor como fuente de información. Sostiene el estudio que “si bien los
estudiosos de la comunicación política, a menudo, han tratado el consumo de
noticias como la piedra angular de la buena ciudadanía, encontramos que las
personas que evitan las noticias tienen normas desiguales y débilmente
internalizadas sobre el deber percibido de mantenerse informado,
en parte porque anticipan que las noticias los pondrán ansiosos sin ser
relevantes para sus vidas, lo que resulta en un compromiso limitado con las
noticias y, por extensión, con los asuntos cívicos y políticos. Promover sociedades más
informadas requiere lidiar con estas perspectivas arraigadas”.
Las noticias, desde este punto de vista, por lo
tanto, entrañan una dimensión emocional no siempre tenida en cuenta, y que
afecta sobremanera a la hora de evitarlas, puesto que son una fuente de
incertidumbre, y se convierten, por tanto, “en un obstáculo para un
compromiso político más profundo en un mundo complejo y perturbador”.
Para los autores de esta interesante
investigación, las teorías existentes sobre las noticias y el compromiso
político, que a menudo enfatizan
el valor de la información que se transmite, subestiman las
perspectivas que se tienen sobre los aspectos
sociales y emocionales de la noticia.
Claro, así las cosas, no es de extrañar que evitar las noticias,
desatender los informativos, sea una estrategia, si nos apuran, razonable. No
decimos que sea buena y aconsejable; sí que, teniendo en cuenta estos factores,
es deducible tal como esa información les hace sentir “a menudo ansiosos y sin
poder”, según expresa el estudio.
Por ejemplo, los entrevistados ven las noticias
muy enfocadas en crímenes y sucesos, terrorismo y disputas partidistas, «lo que genera no solo
miedo sino también sentimientos de incertidumbre y falta de control».
Entonces, la idea de cada vez más personas que
han de seguir las noticias como un deber cívico, pierde
fuerza ante la reacción emocional negativa e inmediata que sienten ante las
noticias que, además, se consideran irrelevantes para navegar
en la vida diaria o en el resto del mundo.
Toff y Nielsen, en conclusión, estiman que las
perspectivas que presentan las noticias como inductoras de ansiedad y de poco o
ningún valor práctico, «representan
una barrera significativa a largo plazo para comprometerse con las noticias y,
por extensión, con la vida cívica”.
1 comentario:
Uno de los problemas, a mi entender, es que al existir tantos canales de televisión y querer ver un poco en cada uno de ellos es cuando se produce ese hartazgo. En mi caso por ejemplo solo procuro ver las notocias en un solo canal y tratar de diversificar los programs a ver. En fin, es cuestión de seleccionar aquello que mas te interese porque de lo contrario se produce el mencionado hartazgo y rechazo. un saludo
Publicar un comentario