Uno de los grandes fenómenos de la comunicación de nuestro tiempo es las redes sociales. Desde su aparición, mucho se ha hablado y se ha escrito sobre las mismas, hasta el punto de constituir un foro de debate en el que se entremezclan opiniones de todo tipo sobre las temáticas más diversas y sobre su propio papel; cuando no, de insultos, descalificaciones y de infundios a los que los responsables de las propias redes intentan poner freno, con sanciones o medidas de suspensión similares, sin demasiado éxito hasta el momento. La facilidad con que proliferan los bots (son los que promueven ideas, generan mensajes automáticamente, siguen a determinados usuarios o, simulando tener una cuenta “normal”, se hacen seguidores, si bien esta última función es cada vez más difícil de implementar porque las redes sociales se han vuelto cada vez más sofisticadas). Los bots sociales no siempre son fáciles de identificar como tales porque se comportan de manera muy similar a los humanos. La abundancia de identidades falsas que operan con casi absoluta impunidad es, desde luego, una rémora, un factor que distorsiona –y de qué manera- el desenvolvimiento de los usuarios en las redes.
Se dirá que lo más fácil es salirse de ese medio tan intrincado, tan proclive a la confusión y al enredo. De una auténtica jungla. De hecho, seguro que muchos usuarios, ofendidos más o menos, o cansados de tener que lidiar en una conversación pública erizada de trampas y de subterfugios impuros, habrán causado baja a petición propia. Pero hay quien decide seguir, por las razones que sea, aunque progresivamente, a su modo, van perdiendo la credibilidad. Es una decisión respetable y deben saber que si se mantienen y entran en el juego –porque, salvo excepciones, es ser partícipes del mismo y, por tanto, arriesgan situaciones desagradables- se exponen a que personas sin escrúpulos se comporten de forma cuando menos irrespetuosa.
Pues si quieren seguir, adelante. Quien fuera portavoz de la Junta de Andalucía, director de El Correo de Andalucía y redactor-jefe de los servicios informativos de la cadena SER, Juan Carlos Blanco, ha publicado un artículo en el que recomienda a quienes quieran seguir en redes (y pone como ejemplo Twitter), una serie de prácticas que puede hacer menos tóxica la relación con las redes sociales.
Reproduzcamos las recomendaciones de Blanco:
“1. No bloquees a quien no te gusta, pero dedícate a silenciar a todos aquellos que consideres que se pasan con su activismo o con su mala leche. El bloqueo puede ser agresivo, y aquí lo que interesa es evitar el ruido y buscar que tu timeline te aporte y no te soliviante.
“2. Haz listas y busca gente que te aporte. Yo tengo listas profesionales (sobre comunicación, periodismo, análisis político, etcétera) y listas personales sobre una de mis aficiones más recurrentes (el fútbol, para qué os voy a decir otra cosa). En el caso de las profesionales, su confección ha sido una de las ideas que mejor me han resultado en los últimos años. De ellas saco ideas para mis artículos, para las charlas que imparto y para estar al día en mis intervenciones en la televisión y en la radio. Me he hecho mi propio quiosco y me funciona muy bien. Tengo un ‘Twitter’ que me ayuda, que se dice pronto.
“3. Disciplínate. No tienes que opinar sobre absolutamente todo ni mostrarle al planeta a cada momento cómo te sientes. Si has sufrido un desengaño laboral, amoroso o político, no es obligatorio comunicarlo con un tuit como si tú fueses Shakira o Piqué. Twitter no es el Boletín Oficial del Estado ni el sillón de tu terapeuta. Y el mundo no espera en vilo que tú ofrezcas tu opinión en 280 caracteres sobre la pandemia, la invasión de Ucrania o Pedro Sánchez.
“4. Y, por último, recuerda que está muy bien echarle un vistazo a ‘Twitter’ o consultarlo de vez en cuando, pero no hace falta vivir en ‘Twitter’. Sal a la calle, ten más vida real y verás que hay gente que es capaz de vivir sin estar enganchado veinticuatro horas al día a una pantalla”.
Dados los males y los riesgos a los que nos hemos referido, las recomendaciones son... a tener en cuenta.
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