Cierre de establecimientos es el título de una entrada publicada días pasados, alusiva al del hotel Atalaya, en el Puerto de la Cruz. El que no hubiésemos actualizado el blog en las dos fechas posteriores implicó que no fueran incluidos los comentarios que nos había hecho llegar uno de los trabajadores, hecho que dio origen a una expresión de malestar por su parte que también ha quedado recogida en los testimonios ya publicados. Normalmente, salvo expresiones injuriosas o insultantes, damos cabida siempre a los lectores y visitantes. Aclarado queda, como la presentación de disculpas por parte de ese mismo trabajador comunicante.
A sus frases les remito para entender los desvelos de los operarios del citado hotel con tal de salvarlo, con tal de impedir que la empresa consumara un cierre posterior a la buena temporada invernal. Faltaron receptividad y comprensión. Una vez más, otra empresa turística ha acreditado su insensibilidad. Ni hizo planes de futuro ni atendió siquiera la apelación de sus trabajadores que, en la cima de sus responsabilidad, llegaron a presentar un plan de viabilidad. La crisis, de nuevo la crisis se convertía en el argumento infalible para que casi sesenta personas, algunas de ellas con muchos años de antigüedad en el hotel, engrosaran las listas del desempleo y empezaran a buscarse la vida, iniciándose en ese lamento postrero, en esa protesta final que intenta reclamar la atención de instituciones y de agentes sociales para tratar de hallar una solución. Hacen lo que está a su alcance, como esa concentración que harán el próximo lunes en el exterior de la sede del Cabildo Insular tinerfeño.
Hasta con el cese de actividad, como es el caso que nos ocupa, harán negocio algunas empresas. Los empleados del Atalaya algo se olían y empezaron a moverse. Tuvieron iniciativa pero no así suerte y receptividad. Una lástima porque esa actitud contrasta con la pasividad que, como tónica generalizada, denunciamos en la entrada anterior.
Que tomen nota comités de empresa y representaciones sindicales: hay que atajar la destrucción de empleo en un sector básico en la productividad de un municipio y de buena parte de la isla. Algunas empresas serán inviables en las circunstancias que concurren pero otras son merecedoras de empeño y de recursos para garantizar su continuidad. Cada puesto de trabajo que se destruya es una herida en el cuerpo general de los empleados. Hay que esforzarse para impedir que haya más heridas.
1 comentario:
Te sgradedemos hayas hecho este nuevo escrito que hace más honor a lo que desde el colectivo de trabajadores hemos realizado para que el Hotel Atalaya no se viera en esta situación. Espero que todo nuestro esfuerzo se vea recompensado de alguna manera, ojalá que recobraramos nuestros puestos de trabajo, pero es que ni tan siquiera hemos cobrado nada de las 6 nóminas que ya nos deben.¿Para qué diablos sirve la figura del Administrador Concursal? Al cierre del Hotel había disponible una cantidad que por lo menos hubiera servido para que los trabajadores pudieramos subsistir algún tiempo más. Parece que esta figura nueva del Aministrador Concursal es tan insensible como la del propietario de la empresa, y los únicos que padecemos este olvido somos los 59 trabajadores del Atalaya. Aquí nadie da la cara, ya hace más de medio mes que cerraron las puertas del Hotel Atalaya TRH, y todo sigue igual. Las vacaciones de Agosto llegan para los políticos y muchos trabajadores, otros, sin vacaciones, y sin dinero buscamos como llegar a alimentar a nuestras familias.
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