Un simple gesto, una sencilla decisión del presidente francés, interrumpiendo sus vacaciones para una reunión de análisis con su equipo económico gubernamental, fue in terpretado de modo que el desplome bursátil, aquí allá y acullá, fue casi automático.
Tremenda inquietud. Que no conoce fronteras. Se están poniendo las botas, están haciendo el agosto -nunca mejor dicho- quienes tienen los resortes a su alcance y acreditando una voracidad insaciable hacen todo lo que está a su alcance para desestabilizar. Los otrora todopoderosos gobiernos no pueden, son incapaces. Se han atrevido con el mismísimo presidente de los Estados Unidos y ahí le tienen, respirando por la herida. Tremendo. Ahora se comprueba que aquella definición de Griñán, presidente de la Junta de Andalucía, hace unas semanas, no era exagerada: Terrorismo financiero.
El terror, el pánico, eso es lo que quieren quienes tienen los resortes y los hilos, esos invisibles que sostienen ¿sostienen? el sistema. Bueno, este sistema ya no se sabe si tiene remedio. Lo que está ocurriendo, ¿no será una enmienda al tremendo fracaso del capitalismo? También habría que preguntarse qué buscan o qué pretenden. Ahora ya cabe dudar de todo, cabe preguntarse de qué han servido todos los recortes, todos los reajustes, todos los sacrificios que desde hace unos meses han recaído sobre quienes de verdad, con su esfuerzo, sostienen el sistema.
Total, que la crisis no se toma vacaciones.
La muy descarada.
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