Total, ¿qué es una raya más para un tigre?, se dirán en el Partido Popular, en la Junta Electoral, en las redacciones de los medios y en todos lados. ¿Qué importancia tiene una valla, acaso perdida en la inmensidad de las vallas elecorales?
Es lo que ha ocurrido en plena campaña con el exponente gráfico de Ana Oramas, candidata al Congreso por Coalición Canaria (CC), dirigiéndose al presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, una frase extraída de su intervención en aquel pleno en que se le decía adiós: "Usted puede mirar a loos ojos de los españoles". A ver si pasado el frenesí de la contienda electoral, sea cual sea el resultado, la retomamos y decimos unas consideraciones al respecto.
Resulta que la valla es colocada. Inicialmente, en blanco, técnica que se utilizaa para producir el reclamo. No hay mucho margen para la sorpresa: por antecedentes similares y no muy lejanos en el tiempo, se puede deducir que es el Partido Popular el que patrocina.
Viene la reclamación correspondiente y la Junta Electoral ordena la retirada. Aquí viene lo malo, lo extraño, lo inasumible y lo reprobable: el Partido Popular no sólo no retira la valla sino que coloca su logotipo para que se identifique con claridad la autoría.
O sea, que da igual lo que diga la mismísima Junta Electoral, el órgano que decide estas cosas con la Ley en la mano, se supone. El PP se lo pasa por el forro de sus caprichos. Y eso es lo preocupante, lo que inspira la pregunta del principio.
Si esto es así, ahora; si ese es el respeto a las decisiones de la Junta; si es así como se funciona en el Estado de derecho, ¿qué no sucederá si el PP vuelve a gobernar?
A estas alturas, se dirá, bastante ingenuos que somos formulando esa pregunta, ¿verdad?
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