No, no eran gaviotas en Madrid, no se les adivinaba al desfilar, ni lucieron ademanes de cansado, pero allí estaban, recibiendo el reconocimiento del pueblo madrileño en ocasión del Día de la Fiesta Nacional. Eran los héroes de La Palma, sesenta y seis agentes del Cuerpo General de la Policía Canaria, a los que se sumaban científicos, miembros de Protección Civil, bomberos y responsables de seguridad. Después del esfuerzo, de la inquietud, de la entrega y de la zozobra, de aquel seguimiento sin fin, tan solo esperando el cese de las explosiones y del ruido, los aplausos y los vítores se sucedían y los paisanos gozamos en una de esas ocasiones excepcionales en que los sentimientos se desatan en busca de una prueba de justicia que, cuando se materializa, se agradece.
Nos alegramos
especialmente por Gustavo Armas, director general de Seguridad y Emergencias en
la consejería de Administraciones Públicas, Justicia y Seguridad del Gobierno
de Canarias, al frente de la cual trabaja Julio Pérez. Gustavo es todo
discreción, huye de cualquier afán de protagonismo, prefiere la acción y la
eficacia, sustento de quienes ejercen responsabilidades públicas, de quienes
renuncian a cualquier señal de lucimiento personal con tal de que la actuación
resulte positiva o resuelva una necesidad individual o colectiva. Armas siempre
guarda una predisposición para cumplir con el deber. Dotado de habilidades para
negociar y para racionalizar las alternativas, ha afrontado los diversos
cometidos que acumula en las tareas públicas con la solvencia propia de quienes
son conscientes de las responsabilidades que han contraído. Gustavo Armas, que
se inició como fotoperiodista en sus tiempos mozos, haciendo de meritorio
cuando había que crecer deportivamente y convertirse en un profesional
destacado, se esmeró con tal de lograr que Canarias correspondiera a toda la solidaridad
y a todas las expresiones de afecto y estímulo que llegaron de toda España
durante la erupción. Ningún escenario mejor que el marco del desfile del Día de
la Fiesta Nacional en la capital del Reino. El reconocimiento de toda una
población al trabajo, a la dedicación y a la abnegación que acreditaron quienes
habían cumplido con creces las exigencias que habían de atender en los frentes
delicados. Conociendo el celo de Armas, nos hacemos idea de perseverancia con
que obró hasta el logro final: señoras y señores, hay que desfilar el 12 de
octubre en Madrid, así que hagamos las cosas bien.
Pero bueno, lo importante es que los sesenta
y seis agentes de la policía canaria, en su mayor parte efectivos de la última
promoción y algunos miembros de la primera y segunda, intervinieron, al mando
del subcomisario Javier Melián, posibilitando por primera vez que un cuerpo de
policía autonómica participara a pie en el desfile.
Además, en el acto homenaje a los caídos y el
izado y arriado de la bandera estuvieron ocho integrantes del Plan Especial de
Protección Civil y Atención de Emergencias por Riesgo Volcánico en la Comunidad
Autónoma de Canarias (Pevolca), que actuaron en el operativo desarrollado con
ocasión de la erupción de La Palma, entre ellos su ex director técnico, Miguel
Ángel Morcuende. También han participado, dentro del escalón motorizado de
Protección Civil, seis vehículos relacionados con el operativo que intervino en
el volcán de La Palma, pertenecientes al Grupo de Emergencias y Salvamento
(GES), los Equipos de Intervención y Refuerzo en Incendios Forestales (EIRIF),
el Consorcio de Bomberos de Tenerife, el Consorcio de Bomberos de Gran Canaria,
el Consorcio de Bomberos de Lanzarote y el Instituto Volcanológico de Canarias
(Involcan).
No, no eran gaviotas en Madrid. Eran
servidores públicos que se afanaron sin reservas en auxilio de una población necesitada
de auxilio, asistencia y seguridad. Estos canarios dejaron el listón muy alto.
Y su aparición en el desfile, y los aplausos y los vítores, fueron expresiones
de gratitud y reconocimiento. Se vinieron a la tierra, que hay mucho por hacer
y hay fe, como cantara Caco Senante.
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