Todo lo necesario para que la cita resultase un éxito estaba entre
los asistentes, allá arriba, en El Mazapé, en los altos de San Juan de la
Rambla. Un vaso de vino, unas sabrosas especialidades culinarias, una
conversación, unos cánticos. Un intercambio, sobre todo ganas de hablar de los
asuntos que nos interesan y apasionan. La cultura, en cualquiera de sus
vertientes; la amistad que se reafirma al cabo de reencuentros; poderse
abrazar. Todos, cuando se cumplían cuarenta y cuatro años de la primera vez que
los españoles elegían en democracia a
sus representantes locales.
Las costumbres y las novedades que pasan o salen al capítulo de
los desusos. Un buen rato de charla, de alegría canora, de reconocer las
cualidades y las trayectorias. Ese es el culto a la amistad. Lo dijo el
escritor italiano, Alberto Moravia: “La amistad es más difícil y más rara que
el amor. Por eso hay que salvarla como sea”.
Hasta allí acudieron, en efecto, a reír con los chistes, aunque no
fueran tan buenos; y a condolerse de los problemas, aunque no fujeran tan
graves.
Los promotores y organizadores de la convocatoria, integrantes del
colectivo Gánigo, donde el encanto de las medianías se brinda en todo su
atractivo, se esmeraron para que, sin alharacas, disfrutásemos y cultivásemos
la amistad como a lo largo de muchos años han ido haciéndolo con mayor o menor
intensidad. Agradecimos la oportunidad que nos ofrecían Felipe, Juanelo,
Antonio García Fleytas y todos ellos para acompañarles y convivir como uno más
en esta jornada.
Nos congratulamos de haber compartido estos sentimientos con dos
colectivos, ‘Cestos y Bollos’, de Santa Bárbara, en Icod de los Vinos; y ‘Los
Alzados’, de Icod el Alto, con su creatividad inagotable y contagiosa.
Con Tino Aguiar, intérprete, compositor y arreglista; y con el
profesor Manuel Lorenzo Perera, acaso el mayor estudioso contemporáneo de la
cultura tradicional canaria, premio Canarias,
nos satisface reconocer valores y exaltar, desde dentro, con el estilo
desenfadado y sin alharacas que caracteriza las celebraciones canarias, una
parte, unas manifestaciones y unos destacados exponentes del acervo cultural de
las islas.
A los que se sumó Elfidio Alonso, siempre con ganas de saborear
una parranda y de seguir siendo sujeto activo de toda esa expresión de alegría
y desenfado que va brotando con fuerza allí donde se convoca.
Hubo tiempo hasta para recordar que Los Sabandeños, por iniciativa
del sin par Juanelo, vieron rotulada con su nombre una calle del municipio
ramblero. Con razón entregó al director eterno de Los Sabandeños el recuerdo
del gánigo.
Y con razón las medianías, en tan alegre fecha, se vieron
inundadas con música y cánticos que siguen dando vida al genuino folklore de la
vertiente norte de la isla.
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